La mandíbula es uno de los atributos más asociados a un rostro viril. Solo hay que ver los mentones de George Clooney o del modelo David Gandy, quizá las dos mandíbulas más demandadas en las clínicas de estética. Pero una buena mandíbula no siempre viene de serie. El actor Michael Keaton tuvo que ponerse durante el rodaje de 'Batman' una prótesis mandibular para poder interpretar al héroe, cuya mandíbula, poderosa, fuerte y cuadrada, es uno de sus principales atributos.
El hecho es que el mentón a lo Batman se asocia sí o sí a lo masculino. Por eso, cuando se quiere masculinizar un rostro se busca precisamente marcar mentón y mandíbula. De hecho, esta es ya una de las intervenciones estéticas más demandadas por los hombres. Por ello, la cirugía estética se ha empleado en crear pequeños procedimientos rápidos e indoloros que en poco tiempo cumplen sus objetivos.
En la masculinización del rostro se trabaja con rellenos como ácido hialurónico. Estos materiales permiten redefinir, remarcar y rectificar. Proyectamos el mentón y marcamos la línea mandibular.
¿Para quién está indicado? Para aquellos rostros que presentan falta de definición mandibular y del óvalo facial. Caras redondas que quieran recuperar y redefinir la zona, para separarla del cuello y conseguir que no se vea tanto el acúmulo de grasa en la papada. El objetivo es aumentar el volumen o dotar a la mandíbula de más angulación a la vez que definimos el óvalo facial. El protocolo que se debe seguir es infiltrar en la mandíbula y a lo largo del óvalo facial rellenos de ácido hialurónico de diferentes reticulaciones e inductores de colágeno, como la hidroxiapatita cálcica. Normalmente, con dos sesiones espaciadas en cuatro semanas se notan los resultados.
Cuando existe flacidez o descolgamiento de los tejidos y atrofia de la grasa de la cara el objetivo es redefinir todo el ángulo mandibular produciendo un efecto lifting. Así explica el tratamiento la doctora Irene Cruz del Instituto de Benito: "Se utilizan protocolos combinados de radiofrecuencia monopolar con ultrasonidos microfocalizados y fillers para reponer lo volúmenes perdidos, generar armonías y efecto tensor en la zona, tratando los puntos de origen de la flacidez". Para que se vean efectos hay que realizarse dos sesiones espaciadas en seis semanas.
Los cúmulos de grasa que se localizan por debajo de los pómulos y que le dan soporte y estructura al rostro, son las llamadas bolas de Bichat. Dependiendo de su tamaño pueden dar una apariencia de cara redonda, con ángulos poco definidos, creando un rostro de aspecto ovalado, redondo y abultado.
La bichectomía o extracción de las bolas de Bichat desde siempre ha sido la intervención más recurrida entre las famosas por su simplicidad, y ahora comienza a realizar en lo hombres en la parte más anterior del rostro. En este proceso es fundamental personalizar al máximo la intervención. Primero hay que evaluar siempre la estructura facial; después, se procede a una incisión con anestesia local en la zona interior de la mejilla. Al realizarse desde la zona bucal, la cicatriz es interna e invisible. Lo fundamental es sabe sacar la cantidad adecuada según cada estructura facial.
Entre sus principales ventajas, se trata de una intervención ambulatoria. Después de la operación, los pacientes pueden seguir con su vida diaria, aunque durante un par de días se puede notar una leve inflamación.
A veces, el problema es exactamente el contrario: hay demasiado mentón o no está bien colocado. "Cuando la mandíbula es muy grande o está excesivamente proyectada hacia delante realizamos esta cirugía para reducir, aumentar o remodelar. Es decir, se trata de adelantar un mentón retraído o retrasar la barbilla", explica Artur Díaz Carandell, médico maxilofacial y cirujano plástico del Instituto de Benito.
El procedimiento se realiza a partir de una pequeña incisión intraoral por donde se alcanza el hueso del mentón. A partir de esta posición se realizan movimientos de retroceso, avance, descenso o rotación. La cicatriz estará ubicada dentro de la boca justamente abajo del labio y será absolutamente invisible. La mentoplastia es una intervención más compleja que el resto: se realiza con anestesia total y su tiempo de recuperación está entre los cuatro y los cinco días.