El truco de Martín Berasategui para cocinar sardinas sin dejar olor

Es fantástico cocinar pescados y mariscos porque la mayoría necesitan de muy poquito para poder servirlos en la mesa, de hecho, lo de menos es más se les aplica fenomenal porque simplemente a la plancha, al vapor, asados o fritos están riquísimos. Quizás lo más tedioso sea en ocasiones limpiarlos o el olor que dejan en la cocina, pero con estos trucos no tendréis ninguno de los dos inconvenientes.

Después de disfrutar unas deliciosas sardinas o similares, llega la parte más difícil: eliminar el olor a pescado de la cocina. Su fuerte aroma suele dispersarse por este espacio del hogar y, muchas veces, puede percibirse en habitaciones cercanas. ¿Qué puedes hacer? Hoy en día hay una gran cantidad de productos químicos que permiten eliminar malos olores de la cocina en cuestión de segundos. Sin embargo, aún siguen vigentes algunas opciones de origen natural que, por su agradable aroma, dan buenos resultados a la hora de acabar con este problema.

Si eres fanático de este alimento no tienes que dejar de prepararlo para evitar su incómodo olor. Existen varios trucos que ayudan a neutralizar dicho aroma para que no represente un problema. El maestro Martín Berasategui es fan incondicional de la sardina y ha compartido su truco para que no huela todo a este manjar. ¡Te lo contamos todo!

10 minutos en leche

Aunque parezca mentira, para conseguir eliminar el olor de la sardina, solo tienes que, una vez estén limpias, sumergirlas en leche durante al menos 10 minutos antes de cocinarlas. Se trata de un método de lo más sencillo con un producto que tenemos todos en casa y que además no altera el sabor de este pescado. 

Agua hirviendo con limón o naranja

Otra forma, en este caso para neutralizar en buena manera el olor tiene mucho que ver con el limón y la naranja. Todo lo que tienes que hacer es tener una olla con agua hirviendo y cáscaras de limón o naranja mientras vas friendo al lado el pescado

Trucos para comer sardinas sin olor

  • En conversa. No hace falta ponerse a cocinar para comer sardinas. También podemos abrir una lata y disfrutar de su delicioso sabor.
  • Crudas. No hay que ser un genio para darse cuenta de que las sardinas solo huelen cuando pasan por el fuego, así que la manera más sencilla de comerlas sin pestazo es hacerlo en crudo. Puedes empezar poniéndolas en una salmuera y después marinarlas en vinagre de manzana.
  • En papillote. Es la manera más sencilla de cocinarlas sin que huelan, y además tiene múltiples ventajas. Puedes hacerlo en una sartén, en una plancha o en el horno también puedes aportarles sabores y aromas poniendo hierbas, limón u otros aderezos dentro del papel. Tampoco tienes que añadir nada de grasa porque la de la propia sardina será suficiente; y solo necesitas un poco de papel de hornear.
  • Con un soplete de cocina. Pon unos filetes limpios de escamas y espinas sobre una superficie resistente al calor, pasa la llama por toda la superficie y estarán listas para incorporarse a cualquier plato.
  • Al horno, sobre una cama de sal. Necesitaremos sal gruesa, de la que se usa para hacer pescado a la sal, algunas aromáticas como tomillo o romero y sardinas enteras. Ponemos una base en una bandeja de horno con las hierbas escogidas, y lo calentamos a 200 ℃. Cuando la sal y la bandeja ya estén calientes, ponemos rápidamente las sardinas encima y cubrimos con más sal. Horneamos unos 12 minutos, dando la vuelta a mitad de la cocción -girando la bandeja para que la parte que estaba detrás quede delante-, retiramos la sal con cuidado e inmediatamente ponemos en el horno aún muy caliente un recipiente apto con agua y zumo de limón o vinagre.
  • Sin cola. Si las dejas previamente en remojo durante media hora en leche con un poco de sal -en la nevera- y después las escurres, secas bien y rebozas como haces habitualmente, ya será más soportable. Si además de la cabeza y las tripas también les quitas la cola, también lo notarás. Fríelas con el extractor a tope, disfruta de tus sardinas, abre las ventanas, sal a dar una vuelta y seguro que cuando vuelvas te acuerdas más del sabor delicioso del plato que de su olor.