El olivagate: conspiración en el olivar

  • Nuestro experto gastro, Antonio Hernández-Rodicio, se adentra en el estimulante mundo del aceite de oliva

  • El oro dorado alcanza precios máximos históricos por el adelanto de la floración con altas temperaturas, por la sequía y el encarecimiento de bienes y servicios

  • Lo que no existe es ni una conjura organizada contra el aceite español ni una repercusión descontrolada del precio desde el campo al supermercado

El aceite de oliva se ha convertido en un meme. En una gracieta para enviar por WhatsApp debido a su precio. Carne de twitter. Finalizando agosto, la “crisis” del aceite de oliva ha superado a la guerra de Ucrania o al debate sobre la amnistía. Escándalo ¡El Aovegate! ¡los precios del aceite se disparan, aquí se juega! La sociedad alarmada -hoy la sociedad se alarma por todo y al día siguiente se vuelve a alarmar por otro caso alarmante- ha reenviado miles de fotografías de botellas de aceite en su expositor del supermercado con el cartelito del precio.

Incluso algunas en las que la comparativa es con una botella de whisky, casi parejas en precio. El aceite ha engrosado ya otra división en los supermercados. En algunos sitios se expone con precintos de seguridad y alarmas, esos ingenios antes reservados en exclusiva para los licores caros. Incluso se están produciendo robos de miles de litros de aceites en almazaras de Córdoba y Málaga. Qué cosas. Pero no está mal acudir a los datos oficiales para comprobar de qué estamos hablando y si realmente existe un olivagate.

¿Qué dicen los agricultores?

La Coordinadora de Organizaciones de agricultores y ganaderos (COAG) ha hecho públicos los datos del IPOD (índice de Precios en origen y Destino de los Alimentos) de este mes de agosto. Un indicador fiable y de extrema utilidad que refleja exactamente cuánto es el coste del producto en el campo y cuánto pagan los consumidores por él en el mercado. Oh sorpresa, resulta que de los 23 productos analizados para componer el índice, el aceite de oliva virgen extra (AOVE) es el que registra una diferencia porcentual menor entre origen y destino: un 13%.

En el campo costaba el litro 8,18€ y en el mercado de consumo 9,24€. El producto que le sigue en incremento de precio de origen a destino es el champiñón, con un 90% de subida, sirva como comparativa. La palma se la lleva en agosto la lechuga, un producto de mucho consumo estival, que pasó de costar 0,17 el kilo en origen a 1,16, es decir, un 582% más.

Los canales de consumo repercutieron al ajo un 407%, la aceituna de mesa se incrementó en un 336%, la patata el 371% o la ciruela en un 475%, por añadir algunos ejemplos. De entrada, la explicación al precio no está en una especulación salvaje ni por los productores y ni siquiera por las empresas de consumo masivo.

¿Entonces?

¿Qué ocurre entonces con el aceite de oliva, que es un bien de consumo indispensable y parte de nuestra cultura y nuestra dieta? Ciertamente está en precios máximos históricos. Nunca ha estado a precios similares en los lineales de los supermercados. En ocasiones está superando los diez euros por litro. Hay una primera explicación sencilla y fácil de entender: la sequía ha castigado notablemente la última cosecha: solo se recogieron 663.000 toneladas de aceitunas, un 55% menos que la campaña del año pasado. 

Francisco Vañó, director general de Aceite Castillo de Canena aporta una explicación técnica: “Se ha producido una situación inédita en los últimos años, incluso decenios. España tenía una media de 1,2 a 1,5 toneladas de producción de aceite al año y de ahí hemos pasado a 670.000 toneladas. El problema es que esta campaña que se suponía que iba a ser buena ha sido casi igual o peor que la del año pasado, con lo cual se ha concentrado en dos años una sola cosecha lo que ha provocado tensiones de precio. Es debido a un avance de la floración, que se anticipó y coincidió con altas temperaturas, lo que quemó gran parte de la flor que habría brotado y el cuajado del fruto se produjo muy irregularmente y de manera pobre y todo unido al estrés hídrico”.

La ley de la oferta y demanda, la ley más poderosa, incluyente e indiscutida junto a la de la gravedad. Sin embargo, desde algunas organizaciones de consumidores se añaden otros elementos a la explicación. Sostienen que hay quien está especulando con el aceite disponible tras una cosecha muy corta.

“Se está acaparando aceite a la espera de venderlo mucho más caro”, sostienen. La Organización de Consumidores (OCU) critica directamente “la fuerte especulación” por parte de las grandes superficies, que habrían comprado el aceite a precios más bajos y lo han retenido hasta incrementar su precio en un 30% en mes y medio. El ministro de Agricultura, Luis Planas, pide que se afronte esta situación “con realismo pero sin dramatismo” y con vista larga, porque la próxima cosecha no va a ser mucho mejor que la actual.

En río revuelto también están pescando los fondos de capital riesgo. Hay inversiones importantes en lo que se denomina el agribussines. Uno de los fondos de capital riesgo que está sacando más rendimiento al precio del aceite es Beka Finance, especializado en invertir y explotar plantaciones de olivos con técnicas y sistemas de vanguardia. Propietarios de 1.300 hectáreas de olivar en Portugal, va a retibuir a sus inversores hasta con un 20% de rentabilidad anual a través de Beka & Bolschare Iberian agribusiness fund.

Otras explicaciones

Existen otras explicaciones que ayudan a entender la subida del precio. La crisis energética, por ejemplo, disparó los costes de producción y de logística y la guerra de Ucrania ha puesto por las nubes el precio del aceite de girasol. En general, en este sector ha subido todo, como en todos los sectores: la mano de obra, los fertilizantes y abonos, la maquinaria, el carburante y hasta el precio de los seguros. Y se repercute en el precio, como en cualquier otra actividad. Pero el aceite se lleva la peor parte. Quizás precisamente por ser un producto indispensable en los hogares no hay piedad cuando de criticar su precio se trata.

Alfonso Fernández, experto catador de aceites, aporta otra mirada complementaria sobre el asunto. Se ha pasado por varios supermercados y ha recopilado el precio de otros productos cuyo precio nadie parece discutir. La ecuación que rersultante es elocuente cuando se ve el precio de cada producto en kilos, como se mide el aceite: cápsulas de café de marca blanca a 35,9€, barritas de chocolate a 20,75€, grageas de chocolate a 18,43€, paté de cerdo en lata a 15,10€, la pechuga de pavo cocida a 13,33€.

Y así podría seguir su listado con productos de menor calidad y significancia que el aceite a precios mucho más elevados, libres de cuestionamientos y memes. Fernández explica también el error de otra de las ideas extendidas estos días: los precios bajos del aceite en otros países. “Me gustaría que quiénes mandan los vídeos con las fotografías de los aceites en los súper de Irlanda a seis euros enviaran también el número de lote y la fecha de consumo preferente. Íbamos a entender que están consumiendo aceites con dos años embotellados”, explica Fernández, quien lamenta que los españoles somos “unos máquinas para lo bueno y para lo malo y en vez de destacar la subida general de precios nos quedamos con los del aceite. Es algo que está dentro de nuestra idiosincrasia”.

Francisco Vañó añade también “el efecto mediático de las subidas desde junio” a la contaminación de la opinión pública desde junio. “El aceite junto al pan, la sal y la leche son los producto que forman parte de la dieta de casi todos los hogares y el consumidor es muy sensible a este tipo de subidas aunque ha habido otros productos que han subido más que el aceite, que sigue siendo un producto asequible para los hogares “, explica el empresario aceitero, “el consumo diario de una familia de cuatro miembros está entre 20 y 30 ml, en torno a 80 céntimos o un euro en aove, pero hay un efecto psicológico, aunque el gasto en aceite represente solo el 1,5% del gasto anual de la cesta de la compra de los españoles”. 

Y por descontado, el gobierno tampoco está interesado en hundir el olivar español para potenciar el aceite marroquí, como corre por algunos grupos de wasap y en determinados medios. No hay olivagate. Háganse un favor y descarten esa teoría. Ya ven, hay muchas explicaciones serias y razonadas. Cualquier cosa menos una conspiración organizada en el olivar.