En la pequeña taberna de carretera Bouche à Oreille, a las afueras del pueblo francés de Bourges, no eran ni las 10 de la mañana de un 9 de febrero y el teléfono no paraba de sonar. En media hora, las 20 mesas del comedor ya estaban reservadas y Véronique Jaquet, la dueña, no entendía qué estaba pasando. La Guía Michelin acababa de publicar la esperada lista de 2017 con los restaurantes galardonados y este bar aparecía destacado con una estrella Michelín por error.
En Uppers nos hemos hecho eco de la anécdota porque, sin pretenderlo este simple establecimiento de carretera, a unas tres horas en coche al sur de París y que entonces cobraba poco más de 12 euros el menú, se hizo inmediatamente famoso en todo el mundo.
En realidad, esa estrella Michelin había sido concedida a un restaurante que en nada se parece a esta brasserie local, sin embargo, comparten el mismo nombre de Bouche à Oreille. El lío tardó dos días en solucionarse durante los cuales la dueña de la casa de comidas no tenía tiempo de coger tantas llamadas de los periodistas a los que reconocía que estaba absolutamente desbordada.
A sus clientes de siempre se sumaban demasiadas reservas de comensales nuevos que querían probar un menú con una supuesta estrella Michelin. Ni la cocina ni la sala, por mucho que quisieran, eran capaces de atender esa demanda desmadrada. Desde París, el hijo de la dueña también la llamaba “muerto de la risa”, diciendo que sus amigos no entendían porqué estaba llevando en secreto el que su madre había ganado una estrella Michelin.
Una vez se resolvió el error, los responsables pidieron disculpas públicamente. La directora general de los mapas y guías de Michelin, Claire Dorland-Clauzel, declaró: “Pedimos disculpas a los dos establecimientos y sentimos haber confundido a nuestros clientes”.
En cuanto al restaurante Bouche à Oreille que originalmente ganó esa estrella en la edición de 2017, se encuentra dentro del hotel La Maison des Blés en la localidad francesa de Boutervilliers, también al sur de París, pero solo tras una hora de conducción. En su precioso comedor iluminado por grandes ventanales también se sirven menús. A diferencia de los de la taberna son muy exquisitos, refinados, creativos y enfocados a la degustación.
Actualmente, la carta consta de tres opciones de 44, 68 y 150 euros que el chef y dueño del restaurante Aymeric Dreux va adaptando cada temporada. En aquel año aseguró a los medios que la confusión de la Guía Michelin fue “un pequeño percance sin perjuicio… ¡Nada grave! Llamé a la encargada de Bourges y nos reímos”.
En realidad, les vino bien a ambos establecimientos por el extra de publicidad que provocó la noticia al salir en toda la prensa francesa y en muchas cabeceras internacionales. Hoy, las mesas del comedor protegidas con coloridos manteles de plástico que sigue regentando Véronique Jaquet continúan llenas cada día para probar el menú. En Google, calificado con un 4,4 de puntuación, se siguen publicando reseñas donde los comensales opinan que el lugar es muy agradable y se come bien.