Aunque parezca mentira, en el mundo existen unas 10.000 variedades de arroz, todas ellas se engloban en una de las dos subespecies de Oryza sativa: la índica, cultivada en los trópicos, o la japónica, cultivada en zonas de clima templado.
A su vez, el arroz se clasifica en función de su forma, color o tratamiento. Arroz vaporizado, precocido, glutinoso, aromático, pigmentado, redondo, vaporizado, basmati, integral, salvaje, rojo… son los más conocidos. A pesar de ser el segundo cereal más cultivado, ocupa el primer lugar en consumo humano.
En concreto, el arroz rojo es muy utilizado en la cocina y medicina china y cuenta con numerosos beneficios para la salud. Al no sufrir el proceso de molienda, conserva una capa de salvado sobre el grano que contiene nutrientes y fibra.
En Japón se le conoce como Koji, y en algunas culturas se utiliza para dar un color rojizo a productos alimenticios. Su grano es más alargado que el del arroz blanco y siempre tiene un color rojizo, casi granate o castaño. Ese tono lo adquiere por los pigmentos que componen el arroz.
Al igual que el resto de los arroces es muy versátil, pudiendo hacer desde platos fríos como ensaladas hasta calientes. Eso sí, es importante tener en cuenta que al tratarse de un arroz integral necesita algo más de tiempo de cocción o dejarse a remojo el día anterior.
Cocinarlo no tienen ningún secreto, solo hay que dejarlo con agua en punto de ebullición unos 30 minutos o al vapor. Su característico color afecta directamente el resultado final del plato, ya sea como acompañamiento o principal. Tiene un sabor más intenso que el arroz blanco y suele recordar a frutos secos, sobre todo nueces. Para darle mayor sabor y un toque único se recomienda tostarlo un poquito antes de cocinarlo.
Aunque se trata de un arroz poco conocido en España, ya son muchos los establecimientos que cuentan con este producto en sus estanterías, también se puede encontrar en tiendas ecológicas.