Dos de los seis alimentos más caros del mundo en 2020 son españoles y están en el libro Guinness de los récords
Un cabrales y un jamón de cerdos que han vivido a cuerpo de rey son los elegidos para la gloria de los Guinness. Son los alimentos más caros del planeta
Año a año, como el turrón el Almendro cuando llega la Navidad, la excentricidad de algunos premios Guinness se cuela en las listas de highlights periodísticos. La gastronomía no es ninguna excepción.
En el palmarés del premio más famoso del mundo siempre abrevamos de anecdotario goloso y nos mondamos de risa y de tragedia con esos precios. Harían llorar a los niños de un orfanato. Los alimentos más caros. Los más exclusivos. Nos quedaremos al menos con el acuario de locuras que este año se han llevado las mieles: una colección inabarcable de artículos relacionados con Pikachu o un maratonista veterano que hizo su plusmarca vestido de payaso (algo bastante siniestro para el bienpensante), entre otras lindezas.
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En la edición de 2020 del premio más famoso y excéntrico del planeta se han colado productos y sabores inenarrablemente exóticos y delirios (de precios desorbitantes) solo aptos para jeques con el pene chapado en oro. Este año, el premio Guinness tiene parte de su ADN español. Dos productos ‘de la terreta’ se han ganado su puesto en el olimpo de los récords de dudosa reputación
Jamón ibérico de bellota de la dehesa Maladúa
El precio de esta pieza que ha batido récords en el Guinness te hace un buen destrozo en la cartera si estás dispuesto a desembolsar los 4100 euros que cuesta el kilo. El andar de los cerdos (del que, como dice el dicho, se aprovecha todo), es lento en este jamón. Tres años para la crianza de la bestia y otros seis de maduración, todo a la manera clásica, con un curado tradicional. Se orean las piezas, se espera lo que sea necesario para que el secadero las haga sudar y las deshidrate. Viene este manjar de la Dehesa Maladúa, que también ha destacado por exquisiteces algo más baratas. La loncha transparente y etérea sale más o menos a seis euros. Más vale no dejarse ni un ‘paluego’ entre las encías.
No es que los cerdos lo pasen muy mal en sus caminatas diarias de catorce kilómetros y el agua limpia y cristalina a su disposición, que sale de un manantial, en una zona considerada reserva de la biosfera. Cerdos felices que no huelen ni de lejos el estrés, a decir de sus cuidadores y productores. Hasta baños de arcilla se toman para eliminar cualquier preocupación. Una alimentación basada en la bellota y el cereal ecológico, sin un solo gramo de pesticidas o fertilizantes. Ni Jesús Gil en el jacuzzi con el Don Perignon en la mano derecha y las burbujas de la gustera.
La mala noticia es que estos cerdos corren peligro de extinguirse, y por eso en la reserva Maladúa los cuidan de lujo. Quedan apenas siete machos y 39 hembras en este régimen de paraíso terrenal. Los matarifes los arrullan con sus cuchillos a los seis meses, cuando el bicho alcanza en la báscula los 150 kilos de felicidad.
Queso de cabrales
Sin paños calientes ni olor a pies (otro mito y verdad a medias): este es el el queso más caro del mundo en subasta en 2019 y el producto español que el Guinness volvió a certificar como material de gloria. Se llevó el premio dos años consecutivos, en 2019 y en 2020.
20.500 euros costó esta maravilla de dos kilos y medio de la quesería Arangas, con un precedente de precio inferior de 2019: otro cabrales de la quesería Valfriú por el que se pagó un escalofrío de 14000 euros y que fue incluido por primera vez en los Guinness World Records como el más caro entre los caros.
En la lucha salvaje por obtener el cabrales de Aranga, de hasta quince restaurantes y tiendas (hubo hasta una de Dubái, Seville´s, regentado por el español Mariano Andrés), se lo llevó uno asturiano: el Llagar de Colloto, con la puja más alta. En 2020, otra vez, ha llegado el Guinness y la alegría para las propietarias de la casa, Andrea Fernández y Pepa Bada.
Gastronomía de lujo en los Guinness 2020
¿Y el resto de récords gastronómicos en la edición 2020? Uno es una pizza de 2500 dólares, el otro un batido, y el de más allá un sándwich o emparedado llamado Quintessential. A juzgar por su pinta inofensiva, nadie diría que ha sido bañado en champán, ungido con trufa blanca y relleno de Caciocavallo Podolico, otro queso de precio loquísimo en la disputa por la dudosa etiqueta de ‘lo más caro de lo más caro, por si no te has enterado, lo más lujoso del mundo mundial’, que diría Manolito Gafotas. Promesas para el paladar de los ricos y vagas entelequias para los mundanos.
De ilusión también se vive. La de poder comprar estos productos de sin embargar la casa y abandonar a toda nuestra familia en una gasolinera.