Todo el mundo sabe que la mahonesa la carga el diablo. Sobre todo en verano. Pero apenas se presta atención a la pasta y los arroces, ya que parece que se ponen 'malos' con más dificultad. Pero no es así. Debes tener un especial cuidado cuando se convierten en 'restos' y los quieres comer al día siguiente de haberlos cocinado. La intoxicación alimentaria está más cerca de lo que crees. Aunque tu experiencia ya te habrá hecho darte cuenta de ciertas pautas de seguridad alimentaria, repasamos los riesgos que tiene para tu salud y damos algunas recomendaciones para su correcta conservación.
Puede resultar de lo más común cocinar arroz para un día y darte cuenta de que te has pasado con la cantidad. Guardas las sobras y las dejas para el día siguiente, o para el siguiente. Error.
El arroz es uno de los alimentos más delicados para su conservación. En crudo puede contener esporas de una bacteria llamada Bacillus cereus, que es resistente al calor y sobrevive a temperaturas normales de cocción. "Si el arroz cocido se deja permanecer caliente o a temperatura ambiente y no se refrigera, estas esporas pueden germinar, crecer y producir una toxina. Esta toxina es también resistente al calor, por lo que si se ha formado en los alimentos no será destruida por una cocción completa o recalentamiento", indican desde la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid.
Por ello, lo más recomendable para mantener de manera segura el arroz que nos ha sobrado es enfriarlo rápidamente mediante bolsas de hielo o metiéndolo en el congelador. Después, en la nevera, lo ideal es que esté a menos de cinco grados y que esté en paquetes pequeños para que el frío pueda llegar a todas las partes almacenadas.
Del mismo modo que los arroces, las pastas también corren el riesgo de ser afectadas por la Bacillus Cereus. De hecho, en 2008 hubo un fallecido por esta causa. El hombre, de 20 años, enfermó después de comer una comida de sobras de espagueti con salsa de tomate que se había preparado 5 días antes y dejó en la cocina a temperatura ambiente.
Después de comer salió de su casa para sus actividades deportivas, pero regresó 30 minutos más tarde debido a dolor de cabeza, dolor abdominal y náuseas. A su llegada, vomitó durante varias horas y a la medianoche tuvo varios episodios de diarrea. No recibió ningún medicamento y solo bebió agua. Después de la medianoche, se durmió. A la mañana siguiente sus padres, preocupados porque no salía de la habitación, entraron y lo encontraron muerto.
En definitiva, cuanto más horas estén los alimentos fuera de la nevera y más expuestos estén a los factores externos del ambiente, mayor facilidad tendrán las bacterias para crecer y estar esperando su momento para intoxicarte.
Por su composición, el pollo es uno de los alimentos más propensos para intoxicarte si te lo comes varios días después y no lo has conservado en la nevera, máxime si previamente no lo has cocinado completamente.
El pollo es muy propenso a tener la Campylobacteria, que puede provocar episodios de diarrea y vómitos. Para evitarlo hay que cocinar el pollo del todo, no lavarlo bajo el agua y, en caso de querer reutilizarlo de un día para otro, recalentarlo muy bien en el microondas para intentar matar las bacterias que se pudieran estar reproduciendo en ese impás.
Como ya sabrás, el pescado y el marisco fresco conviene ser congelado durante varios días previo a su consumo para matar determinadas bacterias como el Anisakis, que vive, sobre todo, en las vísceras.
Una vez descongelado, lo ideal es cocinar justo lo que vayamos a consumir y hacerlo al momento, porque el pescado, al recalentarlo en el microondas, pierde todos los nutrientes que aún le podrían quedar. Además, al estar de nuevo a temperatura ambiente, las bacterias que estaban previamente en las vísceras podrían volver a activarse si tienen las condiciones idóneas para ello.
La experiencia que atesoras ya te habrá hecho darte cuenta de que dejar la mahonesa fuera de la nevera de un día para otro no es ninguna buena idea, y tiene su por qué.
El calor que puede hacer en tu cocina, sobre todo en los días de verano, hace que las bacterias puedan proliferar a su antojo en tu rica mahonesa. La Salmonella, causante del 23% de las intoxicaciones durante el verano, según la OCU, nace y crece en mahonesas y huevos, pero también en el pollo mal conservado y en carne de pavo mal cocinada.
Sus consecuencias no difieren a la de cualquier otra intoxicación alimentaria: diarreas, vómitos, dolores de cabeza, fiebre, deshidratación... y suele durar de entre 3 a 6 días.