A estas alturas, la defunción de Isabel II no debe cogerle por sorpresa a nadie. La reina de Inglaterra falleció el pasado ocho de septiembre en su residencia de Balmoral, en Escocia, y hemos podido ser testigos de los numerosos actos oficiales que se han celebrado en Inglaterra para despedirla.
Durante sus 70 años de reinado, Isabel II no solo se convirtió en una de las figuras más importantes de la política mundial, sino también en un icono pop universal, tal y como demuestra toda la producción artística que hay alrededor de su figura y que va desde el merchandising más casposo, con tazas y camisetas con su rostro, a obras de arte como las serigrafías a todo color que le hizo Andy Warhol en 1992. “Quiero ser tan famoso como la Reina de Inglaterra”, declaró entonces el artista.
Tras su muerte, se han recuperado varios detalles sobre su vida personal, como esa anécdota que dice que renunció a un concierto privado de Paul McCartney para poder ver el capítulo semanal Twin Peaks, la mítica serie de David Lynch. Uno de ellos tiene que ver con su afición por el vino, por el que sentía una auténtica devoción.
Según Darren McGradi, cocinero en Buckingham durante 11 años, a la revista Vanity Fair en una entrevista datada de 2017, la difunta reina de Inglaterra tomaba cuatro bebidas alcohólicas al día, casi como hacía su madre. Siempre según el cocinero, antes de la hora de la comida Isabel II tomaba una copa de ginebra con Dubonnet, una rodaja de limón y mucho hielo. Las comidas las acompañaba con una copa de dry-martini y al terminar, además de tomarse una onza de chocolate, se bebía una copa de vino. Para terminar el día, antes de acostarse la reina se bebía una copa de champagne, generalmente un Bollinger.
Entre los numerosos vinos que Isabel II habrá probado a lo largo de sus 96 años, hay uno con raíces españolas: el Harveys Bristol Cream, el jerez más vendido del mundo y uno de los pocos productos extranjeros que pueden presumir de haber conseguido el ‘Royal Warrant’, un reconocimiento que la corona inglesa otorga desde 1840 a sus proveedores oficiales.
El Harveys Bristol Cream, que recibió esta condecoración en 1895 de la mano de la Reina Victoria, es un vino perteneciente a la marca Harveys, una marca de jerez fundada en Bristol (Reino Unido) que elabora sus productos en Bodegas Fundador, la bodega más antigua de todo Jerez.
Fundada en 1796 por William Perry, uno de los exportadores de jerez más importantes entre la Bahía de Cádiz y el Puerto de Bristol, la marca, que en 1822 pasó a manos de John Harvey y su familia, presentó el famoso Harveys en 1860 y desde entonces esta bebida ha gozado de una enorme popularidad. De hecho, no solo era el jerez favorito de Isabel II, sino también el de su padre, Jorge V, y el de muchos otros monarcas británicos antes de ellos.
Elaborado a partir de la mezcla de cuatro vinos de jerez (el fino, el oloroso, el amontillado y el Pedro Ximénez) y añejado en botas de roble americano, este jerez se caracteriza por ofrecer un sabor suave, añejo, cremoso y muy armonioso y por ofrecer un aroma fresco, limpio y afrutado. Su color es caoba, con destellos de oro viejo, y su botella destaca por su característico color azul.
Cada seis segundos, se dice que se consume una botella de este icónico Bristol Cream. Para disfrutar al máximo de él, eso sí, se recomienda consumirlo en el aperitivo, en un vaso bajo con hielo y una rodaja de naranja y acompañado de quesos blandos y frutos secos. ¿Te animas a probarlo?