El mundo del vino es ya toda una corriente cultural. Teniendo esto en cuenta es inevitable que se creen mitos sobre el vino; algunas veces son una verdad, pero otras son totalmente falsos. Y es que el vino simboliza celebración, placer y unión, no se trata solo de una bebida, sino que implica mucho más.
Tinto, blanco, rosado, espumoso... ninguno de ellos se libra de las verdades y de las mentiras. Muchas de ellas llevan toda la vida entre nosotros y ha llegado el momento de descubrir si son un mito o una realidad. ¡Atento!
El vino es un producto natural y numerosos estudios han demostrado que tiene propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Está lleno de flavonoles, resveratrol, polifenoles, antocianinas, ácidos fenólicos… que hacen que el cuerpo esté mejor. Por ejemplo, el resveratrol es una sustancia rica en antioxidantes que mejora la salud cardiovascular. De este modo, tomado con moderación, el vino se convierte en una bebida beneficiosa.
Para muchos es casi un sacrilegio meter el vino tinto en la nevera, no obstante, no lo es, pues el vino tinto crianza tiene que consumirse en torno 16ºC; el tinto reserva los 17ºC; y el blanco los 8ºC. Al enfriarlo un poco antes de descorcharlo, llegará a una temperatura ideal cuando lo bebas y así podrás percibir todos sus matices aromáticos. Como regla general, nunca deberías tomar un vino que supere los 18 °C.
Todo dependerá del tipo de vino, solo algunos tienen la capacidad de mejorar con el paso del tiempo. Para la mayoría de ellos, lo mejor es beberlos en el momento en que la bodega lo recomienda, ya que todos ellos tienen un momento óptimo para ser consumido, pasado ese tiempo puede que te arrepientas de no haberlo abierto en su momento. La mayoría de los tintos tienen una vida media de unos 5 a 7 años. Los blancos suelen tener aún una vida media menor, de entre 2 y 3 años.
Una vez abierta una botella es mejor beberla cuanto antes, pues el vino abierto con el paso del tiempo pierde toda su personalidad. Los expertos recomiendan beber el vino blanco una vez abierto como mucho en tres días si está en la nevera y con su corcho. Los tintos pueden durar hasta una semana su están en un sitio fresco y con poca luz.
En lo que se refiere a maridajes, aunque existen unas recomendaciones, para gustos los colores. Potenciar los sabores del plato y del vino sin tapar sabores es el objetivo principal del maridaje. La gastronomía evoluciona a pasos agigantaos y lo que la cocina tradicional dicta, en la cocina moderna puede modificarse sin ser pecado.
Aunque en líneas generales es cierto que un buen vino tiene un precio alto, cuanto más se aprende sobre vinos y se disfruta de ellos, más se comprende que el precio no es el factor que determina la calidad de un vino. En ocasiones, hay vinos caros que no justifican su precio y viceversa. Lo que tiene que ver directamente con el precio del vino es su proceso de elaboración y el tipo de uva.
Esto es más un tema cultural que de calidad. Estamos acostumbrados a los tapones tradicionales de corcho y no a los de rosca, que suelen ser una buena opción para los vinos más jóvenes.
Por lo general los vinos blancos se sirven antes que los tintos. Los ligeros, antes de los que presentan más cuerpo, y los secos antes que los dulces. Algunos expertos aconsejan el orden clásico, es decir, del vino más ligero al más potente. La razón es que sería desafortunado empezar por un vino muy potente y seguir con uno más delicado puesto que no se apreciarían todas las notas del segundo. Pero las reglas están para saltárselas y se puede acompañar toda la comida con un cava y no dejarlo solo para el aperitivo.
No, no todos los tintos se tienen que decantar. Los vinos se decantan para eliminar los posibles sedimentos, para oxigenarlos su al abrir hay olores raros, no obstante, un vino puede perder todo su sabor y propiedades en el momento del decanto en caso de que sea muy mayor. En muchas ocasiones con ponerlo en una copa y que se oxigene es suficiente.