"Sí a la familia natural, no a los lobbies LGTB. Sí a la identidad sexual, no a la ideología de género. Sí a la cultura de la vida, no al abismo de la muerte. Sí a la universalidad de la cruz, no a la violencia islamista. Sí a las fronteras seguras, no a la inmigración masiva. Sí a la soberanía de los pueblos, no a los burócratas de Bruselas", afirmaba con energía y en un buen castellano, hace solo unos meses, en un mitin de Vox en Marbella, Giorgia Meloni. Entonces, pocos la conocían. Hoy, probablemente, será la primera mujer que alcance el poder en el Quirinal tras la rotunda victoria de Hermanos de Italia y de la coalición de derechas con la que concurría en las pasadas elecciones. Hay que recordar que los gobiernos en Italia duran una media de 18 meses. ¿Cuánto durará en el cargo? Nadie lo sabe, aunque la primera pregunta que se viene a la cabeza no es cuánto, sino quién. ¿Quién es Giorgia Meloni?
Giorgia Meloni llegó al mundo de milagro, como ella misma cuenta en sus memorias, 'Yo soy Giorgia'. Su madre, que ya tenía otra hija, había decidido someterse a un aborto porque había terminado la relación con su padre. Pero en el último momento, decidió proseguir con el embarazo.
A los tres años la familia se trasladó al popular barrio de Garbatella en Roma, una barriada de izquierdas donde pasó su infancia y adolescencia. Fue muy buena estudiante y puede presumir de obtener las calificaciones máximas en el instituto hasta que se licenció en Periodismo en 2006.
La relación de los padres de Giorgia estaba rota. El padre se quedó al nacimiento de la pequeña. Pero unos años después, cuando la política aún era una niña, se subió a un barco rumbo a Canarias y nunca volvió. La vida personal de Meloni, desde el aborto fallido de su madre o el abandono del padre, han abonado su actual ideología política. Rechaza la adopción para las parejas homosexuales o las personas solas y tiene un discurso ambivalente sobre el aborto. Pone el foco en la prevención, pero está de acuerdo en limitar la prescripción de la píldora del día después.
En su adolescencia Meloni fue obesa y sufrió acoso por esa causa, pero no se rindió fácilmente. "Me puse a régimen y perdí 10 kilos en tres meses", escribe. "Aprendí que los enemigos son útiles". Mirando su Instagram, hoy no parece tener problemas con la báscula, aunque sí hay un cambio notorio de la Giorgia de hace unos años, excesivamente delgada, a la mujer de 45 años más segura, confiada y con alguna talla más.
Está casada y tiene una hija, Ginevra, con su pareja, Andrea Giambruno, periodista que trabaja para uno de los canales de Mediaset propiedad de Silvio Berlusconi. "Soy Giorgia. Soy una mujer, soy madre, soy italiana, soy cristiana", fueron las palabras que usó para presentarse en un mitin en Roma en 2019.
Con un panorama familiar convulso, la política apareció como una especie de familia de acogida. Con 15 años, Meloni tocó a la puerta de la sección juvenil del Movimento Sociale Italiano, el partido fundado tras la II Guerra Mundial por los seguidores de Mussolini. Aquel local donde empezó su carrera es ahora una sede de Hermanos de Italia. "Allí encontré a mi segunda familia. Ciertamente más numerosa que la de origen", cuenta en el libro. A partir de ahí su trayectoria fue fulgurante: ha sido ministra de Juventud en el IV Gobierno de Silvio Berlusconi y diputada en el Parlamento italiano desde 2006.
No es ningún misterio que Giorgia Meloni rechaza cualquier postulado feminista. En el partido que preside ella es 'el' presidente, en masculino. Ni siquiera 'la' presidente. La política siempre ha dicho que "no es feminista" y que no le gustan las cuotas femeninas porque "las mujeres no son un panda en vía de extinción".
Los veranos pasados en Canarias, obligada junto a la hermana a compartir unas semanas con su progenitor, han hecho que Giorgia hable un buen español. De ahí, que fuera la política perfecta para arropar a Macarena Olona, entonces candidata por Vox, en las pasadas elecciones andaluzas.
También habla con soltura inglés y francés. Meloni lleva toda la vida estudiando y preparándose para llegar a lo más alto de la esfera política, idiomas incluidos. Se siente preparada y 'Pronti', 'preparados', es precisamente el lema de su partido. La política ha llegado a la cima del poder consciente de sus limitaciones, a las que intenta poner de su parte. “Si consiguiera limar estos defectos —escribe en su biografía— seguramente mi imagen se beneficiaría. Pero, ¿sería verdaderamente yo? La gente tiene que creer en ti por lo que realmente eres, no lo que finjas ser". Meloni presume de ser transparente. ¿Lo es? Tiene toda una legislatura, si rompe la 'maldición' de los gobiernos alpinos, para demostrarlo.