Quien la sigue, la consigue. Ese podría ser el lema de Andrea Zarraluqui, artista e ilustradora de algunas de las más bellas vajillas de porcelana de este país. Siguió y persiguió su vocación durante años porque no pudo estudiar Bellas Artes y el mundo del trabajo la llevó por el área del marketing. Hasta que un día, sus circunstancias personales le hicieron dar el paso y atreverse con lo que siempre había querido: pintar y hacer objetos bellos.
Hace trece años empezó a pintar vajillas y hace seis decidió dedicarse por completo a ello. En estos años ha sido capaz de crear un estilo único basado en la perfecta combinación entre lo artesanal y lo moderno. Sus vajillas son verdaderas piezas de arte con la naturaleza como principal fuente de inspiración. La artista acaba de publicar 'Save The Date', una guía práctica e ingeniosa con fotografías de espectaculares mesas con el sello de Andrea Zarraluqui.
Te conocemos por tu talento a la hora de pintar vajillas y de poner mesas espectaculares, pero no siempre te has dedicado a esto. ¿Qué motivó este cambio de escenario?
Siempre he pintado como hobby porque de pequeña no me dejaron estudiar Bellas artes. He hecho varias exposiciones de cuadros y me sigue encantando, pero ya pinto pocos lienzos. Hace unos 13 años la madre de mi exmarido me sugirió probar la pintura de porcelana y desde entonces ¡no quiero otra cosa! Al principio también fue un hobby hasta que decidí dejar el marketing e intentarlo profesionalmente hace seis años.
¿Qué te ha aportado la edad? ¿Te sientes mejor ahora que hace 15 años?
Me ha dado seguridad y valentía. También tener más claro lo que quiero y lo que no quiero, aunque no siempre es una elección personal. ¡Hay cosas que vienen dadas!
Vivimos un boom en el arte de la mesa, ¿a qué crees que se debe?
Creo que todo empezó con el Movimiento Slow de hace unos años, la afición a la cocina también y en consecuencia a cómo presentar esos platos. El confinamiento también ha ayudado a que la gente preste más atención a sus casas y sus mesas y finalmente las redes sociales sin duda han influido mucho.
¿Para ti qué significa poner una buena mesa?
Una buena mesa es mostrar un respeto y cariño a tus invitados. ¡La comida sabe mejor en una mesa bonita! La estética es importante en todo en la vida y como invitada agradezco y valoro una casa y una mesa bonita.
¿Cómo es el invitado perfecto?
Un invitado solo tiene que estar de buen humor y tener algo que contar. A falta de esto, algo que preguntar para que surja la conversación entre comensales.
¿Es necesario gastar mucho dinero para tener una mesa bonita?
Para nada, como en todo, las cosas buenas se notan. Un buen mantel o una buena vajilla, por ejemplo, se ven a la legua y levantan una mesa, pero se puede poner una mesa bonita sin gastarse mucho.
Si decoramos de más podemos caer en lo cursi. ¿Dónde está el límite?
Sobre todo, lo recargado es un poco pesado. Tu propio ojo te dirá cuándo parar de añadir cosas. No hay que poner todo lo que tienes en una mesa.
Como experta, te pedimos algún tip para algunas situaciones especiales: la primera, un padre separado que recibe a sus hijos en Navidad.
Esos hijos van a estar tan felices de ver a su padre que prestarán poca atención a la mesa. Con tener todo lo necesario para poder comer y beber y si es de noche, encender un par de velas, seguro que es más que de sobra. Eso sí, servilletas a poder ser no de papel.
¿Y para una familia numerosa con poco menaje?
Mezclar lo que tienen con gracia. Y unas margaritas en jarrones bajos, son baratas y alegrarán la mesa.
¿Qué es lo que nunca pondrías en una de tus mesas de Navidad?
Creo que depende mucho del contexto, dónde está la mesa y quién viene a cenar. No hay nada a lo que tajantemente diría que no.
¿Qué es lo que siempre estará en tu mesa de Navidad?
Una buena vajilla y muchas velas.