Tiene 106 años, es tatuadora, sigue en activo y acaba de ser portada de Vogue en su edición para Filipinas. Apo María Whang-Od Oggay, así se llama, dice que seguirá tatuando mientras sus ojos sigan viendo. Es la última maestra transmisora de la técnica del batok que se remonta a mil años y se inspira en diseños que emulan los símbolos de la naturaleza y en figuras geométricas arraigadas culturalmente en su tribu. Apo reside en el pueblo de montaña de Buscalan, a unas 15 horas al norte de Manila, en la provincia de Kalinga, en un lugar que recuerda a algunos 'blue zones' o 'santuarios' de longevidad.
Además de ser la tatuadora más antigua de Filipinas, Apo Whang-od es también una pionera: aprendió las técnicas del tatuaje de adolescente, cuando solo a los hombres les estaba permitido lucir tatuajes o aprender a realizarlos. Con una voluntad de hierro desafió las normas y comenzó a aprender los secretos del tatuaje, con apenas 15 años. Su padre, también tatuador, fue el encargado de pasarle el testigo de su arte.
Desde entonces, ha estado 85 años tatuando. Primero, solo a los hombres y, poco a poco, a las mujeres. Sus tatuajes llegaron a ser un rito de paso, especialmente significativos en la transformación de niña a mujer. A sus 106 años, sigue rompiendo moldes, como lo demuestra su última decisión. La cultura de su tribu cree que el título de mambabatok (tatuadora del batok) sólo puede pasarse a los descendientes sanguíneos. Apo no tiene hijos, pero ha transmitido su legado a su sobrina nieta Grace, de quien en el futuro dependerá que esta tradición tatuadora siga viva.
La portada de Vogue es un indicio de que la relación de los medios con la edad está cambiando. En 2018, Bo Guilbert, que entonces tenía 100 años, fue también portada de la revista. En ambos casos, el medio apuesta por un tipo de belleza en la que no priman los rasgos canónicos asociados a la juventud, sino el misterio de la experiencia y de la fuerza interior. La tendencia está ya liderada por celebrities y actrices importantes, como Andie MacDowell, conocida por su larga melena, ahora repleta de canas. ¿Su última declaración a este respecto? "Quiero ser vieja".
Como no podía ser de otra manera, las redes se han rendido a esta campaña que visibiliza el valor de los años. Entre las publicaciones más relevantes, la de la coach antiaging Carmen Giménez-Cuenca, para quien Apo es una de sus musas "por ser maestra de tu arte y de la vida".
Carl Honoré, otro activista anti-edadismo, se ha felicitado por la decisión de Vogue de mostrar a una centenaria en su portada, al tiempo que insta a otras revistas a incluir contenidos y fotos en la que se empodere la edad. "Ha llegado el momento de deshacernos del culto a la juventud. Y la única manera es empapelar el mundo con imágenes de personas inspiradoras en los años más avanzados de su vida", explica en su post de Instagram. Mirando la foto de Apo, imposible no estar acuerdo. Para Honoré, la tatuadora le parece "fuerte, tierna, sabia y hermosa", valores universales asociados a la belleza, al margen de cualquier edad. Nadie mejor que el autor de la imagen, el fotógrafo filipino Artu Nepomucenu para expresar el valor de esta portada: "Con ella celebramos la belleza del tiempo, la belleza de la familia, la belleza del amor y la belleza de nuestros mayores".