En la azarosa biografía de Juan Carlos I hay un oscuro y trágico episodio ocurrido hace casi 70 años que siempre ha estado envuelto en la bruma y el misterio: la muerte accidental de su hermano menor Alfonso de Borbón el 29 de marzo de 1956, cuando ambos tenían 19 y 14 años, respectivamente. Una nueva docuserie de Netflix arroja nueva luz y aporta testimonios inéditos sobre cómo se produjo el homicidio involuntario del hijo pequeño de los condes de Barcelona.
El infante Alfonso era un niño rubio, guapo, algo revoltoso y muy estudioso. Su padre, don Juan de Borbón, le llamaba 'el Senequita' por sus buenas notas, en contraposición a las de Juan Carlos, que nunca mostró demasiado interés por los libros. Aquel trágico día, Jueves Santo para más señas, el hoy rey emérito entró en la habitación de su hermano para jugar con él. Estaban practicando su puntería con un pequeño revólver de calibre 22 cuando el arma se disparó. Alfonso murió en el acto, pero nunca quedó claro lo que pasó exactamente.
El oficialismo franquista zanjó el asunto con un escueto comunicado: “Mientras su Alteza el infante Alfonso limpiaba un revólver aquella noche con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó la frente y le mató en pocos minutos. El accidente se produjo a las 20:30, después de que el infante volviera del servicio religioso del Jueves Santo, en el transcurso del cual había recibido la santa comunión”.
Fue la prensa italiana la que publicó una versión en la que Juan Carlos sostenía el arma cuando se produjo el disparo mortal. Más tarde la condesa de Barcelona revelaría a su modista, Josefina Carolo, que su hijo mayor apuntó en broma y, sin percatarse de que el arma estaba cargada, apretó el gatillo. El rey emérito contó una versión similar a un amigo portugués, Bernardo Arnoso, añadiendo el matiz de que la bala rebotó en una pared y después impactó en el rostro de su hermano.
Todos los testimonios coinciden en que los condes de Barcelona subieron corriendo al cuarto donde se encontraba el infante en medio de un charco de sangre y que don Juan trató de reanimar a su hijo sin éxito. Según Antonio Eraso, amigo de Alfonsito, se volvió hacia Juan Carlos y le dijo: “Júrame que no fue a propósito”.
Ahora el nuevo documental de Netflix 'El príncipe que nunca reinó', dirigido por Beatrice Borromeo Casiraghi, aporta la versión del príncipe Víctor Manuel de Saboya, hijo del último rey de Italia, que fue testigo del suceso: “No le disparó directamente, sino a través del armario. Estuve allí. Fue un accidente. Al 100%, ¿vale? Escondí mi arma. Si no, habrían dicho que había sido culpa mía". Curiosamente, en 1978 Víctor Manuel protagonizó un episodio similar por el que fue acusado de homicidio involuntario. Más de una década después fue absuelto.
Las declaraciones de Víctor Manuel de Saboya no han hecho más que reavivar el interés en el caso. Nunca se inició una investigación, quedando archivado como un accidente doméstico. Al infante tampoco se le practicó una autopsia. Fue enterrado en el cementerio de Cascais el 31 de marzo de 1956. Tras la ceremonia, Juan de Borbón cogió la pistola que había matado a su hijo y la tiró al mar.
La tragedia tuvo amargas consecuencias para los Borbones. Juan Carlos quedaría atormentado por la muerte de Alfonsito y nunca hablaría en público sobre este episodio. La condesa de Barcelona cayó en una depresión y tuvo que ser ingresada en una clínica. Franco aprovechó la circunstancia para poner fin a cualquier aspiración de don Juan al trono. A partir de ese momento, Juan Carlos quedó como único candidato posible para suceder al dictador.