Reivindicando el placer de hacerse viejo: cuando ir a la contra tiene todo el sentido
En una sociedad acelerada y entregada al culto a la juventud, cumplir años no debería ser algo a lo que temer, sino algo que celebrar
Aceptar los cambios físicos con naturalidad, librarse de corsés estéticos y abrazar la experiencia, claves para disfrutar de esta etapa vital
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En una sociedad tan acelerada como la actual, entregada a la satisfacción inmediata y al culto a la juventud, pareciera que cumplir años y hacerlo con orgullo no estuviera bien visto. Como si el único momento en el que tuviésemos permitido disfrutar fuese esa adolescencia que tantos pretenden estirar hasta el infinito quedándose a vivir en 'El retrato de Dorian Gray'. Y nos olvidamos de que el proceso de envejecer es algo natural en los seres vivos, y de que también se puede (y se debe) disfrutar sin tabúes de esta etapa vital. Cumplir años no debería ser algo que temer, sino algo que seguir celebrando. Afortunadamente también parece que algo está cambiando y cada vez más voces se atreven a ir a la contra y reivindicar el placer de hacerse viejo.
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Y sí, decimos hacerse 'viejo' con toda la intención. Porque la palabra siempre ha tenido una connotación negativa, como de no molar, que convendría ir desterrando, para abrazarla con orgullo. Hoy la esperanza de vida en España es de 82,2 años. Por tanto, nadie debe considerarse mayor con 55 años, aunque nuestras posibilidades físicas no sean las mismas que cuando éramos jóvenes. Es perfectamente posible ser un baby boomer y vivir muy bien. Harrison Ford decía durante la promoción de su último Indiana Jones que no quiere volver a ser joven, que ya lo fue y ahora disfruta siendo viejo. “Sí, estoy peor físicamente por la edad, pero también tiene cosas maravillosas: la riqueza de la experiencia, todo el peso del tiempo que has pasado envejeciendo, hay cierta tranquilidad para mí”, decía la que aún es una de las mayores estrellas de Hollywood a las puertas de los 81.
Contra las vejeces impostadas
"Los viejos de ahora somos la hostia", reivindicaba con contundencia la periodista Maruja Torres a punto de cumplir los 80. "Desde mi balcón miro pasar a los viejos del barrio y veo todo tipo de vejez, y veo vejeces que son impostadas, es decir, que las han aceptado. Este es el tabú que quisiera quitarles a los viejos, el miedo a la vejez, el disimulo, el encorvamiento prematuro, el 'ay, ay, soy una yaya'", le comentaba a Jordi Évole.
Lo cierto es que se suele envejecer como se ha vivido. Quienes han llevado una vida plena y plagada de experiencias, generalmente pueden aceptar los cambios de la edad con naturalidad. Porque no se deja de ser la misma persona. "Eres la misma mujer o el mismo hombre que fuiste. Como tienes el niño o la niña que fuiste dentro. Y eres tan joven en tu vejez, como joven fuiste en tu adolescencia, porque todo te sucede por primera vez", explicaba la periodista.
Rebelarse frente a la dictadura de la apariencia
Cumplir años también debería ser una manera de librarse de los cánones de belleza establecidos, que normalmente conducen a la cosificación y la explotación del cuerpo. Algunas actrices se vienen rebelando contra esa dictadura de la apariencia. Jamie Lee Curtis, de 63 años, se pronuncia abiertamente contra el antienvejecimiento: "Soy pro-envejecimiento. Quiero envejecer con inteligencia, gracia, dignidad, brío y energía". En la cinta que le valió el Oscar, 'Todo a la vez en todas partes', impuso aparecer sin fajas, filtros ni prótesis. Su instrucción fue clara: "Quiero que no se oculte nada".
Charlize Theron aún no llega a los 50 pero incluso ella ha sufrido el escrutinio implacable sobre su rostro de la prensa y las redes. Y también está harta. “Hay gente que piensa que me hice un lavado de cara... en plan ¿qué se hizo en rostro? Y yo solo puedo pensar '¡Perra, solo estoy envejeciendo! No significa que me hice una mala cirugía plástica. Esto es solo lo que le pasa a las caras'”, decía en la revista Allure. "Mi rostro está cambiando y envejeciendo, y me encanta", remataba con orgullo.
Las marcas, cada vez más involucradas
Se palpa que los vientos están cambiando. Se percibe por ejemplo en la publicidad, tradicional coto vedado a los mayores. Cada vez hay más marcas convencidas de combatir el edadismo o la discriminación por edad. No se puede obviar que este colectivo cada vez tiene más peso demográfico. Si en 2021 había 761 millones de mayores de 65 años, en 2050 ya serán 1.600 millones. Las empresas cada vez son más conscientes de su importancia, y, por supuesto, de su capacidad de consumo.
En ese sentido, l'Oréal lanzó en redes sociales campaña protagonizada por e influencers de entre 45 y 84 años. Y Zara convirtió a la actriz Ángela Molina, de 67 años, en protagonista de su colección 'Thirteen Pieces', la modelo de mayor edad en posar para una campaña de la marca. La firma de cabecera de Inditex la escogió porque la colección encajaba como un guante con la personalidad de una actriz que lleva casi 50 años derrochando "elegancia y actitud en el centro del escenario". La experiencia como un valor a tener muy en cuenta.
La vida es mejor con la edad
Precisamente Molina luce canas con orgullo en su larga cabellera, convirtiéndolas en una seña de identidad. Si antes esos mechones de pelo supuestamente descuidados eran las grandes enemigas, hoy son orgullosa tendencia. Y no se molestan en ocultarlas actrices de referencia como Meryl Streep, Salma Hayek o Jane Fonda. Esta última, a sus 85 años, es una de las más entusiastas en reivindicar los años cumplidos: "La vida es mejor con la edad", proclamaba en People.
Sobre esa idea de entender el proceso de envejecer como una oportunidad que no deberíamos dejar pasar reflexionaba el escritor y profesor Alejandro Gándara en esta entrevista: "Es cuando las cosas empiezan a tener sentido. Hasta entonces la experiencia nos ha pasado por encima, nos ha arrasado. Envejecer es una especie de renacimiento. Puedes volver sobre lo que has hecho sin tanta intensidad y con más distancia y puedes darle sentido. Digamos que vives dos veces".