Pepa Yuste tiene la capacidad de ver el potencial estético de los objetos. Sacar el máximo partido de un cuadro, un mueble o un espacio ha sido uno de sus intereses principales en los últimos años, aunque tardó en dedicarse plenamente a ello. Profesionalmente, empezó en la banca privada en Londres, donde descubrió el mundo de las antigüedades. Se formó en ese ámbito y logró trabajar en una prestigiosa casa de subastas. De vuelta en España, fue pionera en el arte de la mesa cuando en nuestro país apenas era tendencia. Experta interiorista y en el llamado 'home staging', lograr que una casa refresque su aspecto con un par de toques, Pepa Yuste comparte mucho de su ojo experto en la cuenta de Instagram @myvintagecorner, un espacio de belleza en el que destacan otra de sus pasiones: la pintura y su enmarcación.
Nadie mejor que ella para hablar de los muebles de herencia, esos que por criterios sentimentales queremos mantener, pero que no siempre encajan en nuestra casa. La buena noticia, como señala la especialista, es que todo puede convivir si se sabe aplicar ciertas fórmulas.
"Soy muy partidaria de la decoración sentimental o emocional, como queramos llamarla, porque creo que es una forma de conectarnos con nuestro pasado, con nuestras vivencias familiares a través de los objetos, de los muebles o de los textiles. Aportan riqueza visual a nuestras decoraciones", explica. Sin embargo, lo que llamamos antiguo debe matizarse: "Creo que hay categorizar un poco. Cuando nos referimos a decoración sentimental, nos referimos a cosas antiguas, que han estado con nosotros o con nuestra familia tiempo. Hay que entender que antigüedades es todo aquello anterior a 100 años. Luego está el término 'vintage', referido a objetos de hace más de 20 años. No todo lo viejo es algo que deberíamos conservar: hay cosas que han perdido su utilidad y no merece la pena seguir con ellas. Pero, dicho esto, cada uno tenemos ciertos objetos fetiche con los que nos sentimos muy identificados y nos gusta sentirnos rodeados".
Con los muebles de herencia, tenemos una relación ambivalente: los amamos por los recuerdos que nos traen, pero no siempre sabemos ver su sitio, con el riesgo que eso entraña. "Para no caer en el error y que nuestra casa parezca un gabinete de curiosidades o un museo del recuerdo, hay que discernir con criterio la colocación de estas piezas. Algo muy anodino puede pasar a ser algo de una sofisticación exquisita, dependiendo de cómo lo dispongamos", señala Yuste.
Algo también muy importante es valorar el uso real que vamos a darle, teniendo en cuenta que no siempre merece la pena restaurar. Basta con darse una vuelta por algunas almonedas o incluso tiendas de antigüedades para darse cuenta de que el color y el mueble artificialmente aclarado están de moda. "Ahora mismo se está utilizando la madera lavada. Las muebles de maderas frutales se están 'despellejando', por así decirlo.Viniendo del mundo de las antigüedades, me parece una aberración porque estamos dejándonos llevar por la moda del mueble lavado impuesta por cuatro interioristas respetables que han decidido que esa es la tendencia. Es muy triste porque nos estamos cargando la pátina de años y años y la huella del tiempo de esos muebles. Creo que dentro de unos años habrá pasado de moda. El mueble hay que conservarlo en su esencia. Hay veces hay que restaurarlo. Pero esas restauraciones deben ser respetuosas, no pretendamos que estén como el primer día", advierte esta experta antes de desgranar sus tips para que muebles y piezas de herencia se integren armónicamente en cualquier casa.
En este caso, una buena opción es no darles todo el protagonismo, sino hacer que formen parte de una composición más amplia, como si se creara un bodegón en el importa más el impacto del conjunto que cada pieza individual. "Imaginemos que tenemos, por ejemplo, unos jarrones del siglo XIX muy recargados que difícilmente pueden convivir con otras piezas. Si no queremos desprendernos de ellos, podríamos aligerarlos colocándolos en una ménsula, en una pared y rodeados de cuadros, formando parte de una composición, arropados por otras cosas", aconseja esta experta.
"Hay cosas que son bonitas, pero pueden estar deterioradas. Si merecen la pena, es muy agradecido retapizarlas con textiles modernos. Sobre sillas o un conjunto de sillería completo, quizás no tengamos espacio para disponerlas juntas, pero podemos poner un par flanqueando un mueble más moderno o llevar alguna de ellas a una habitación o en el hall. Los muebles hay que 'pasearlos' hasta que encuentran su verdadera ubicación, y a veces esa ubicación ideal se encuentra accidentalmente. De repente, has colocado una silla antigua con las modernas de la cocina y resulta que has encontrado el punto de interés", asegura Yuste.
Si hay un objeto pesado en decoración son las alfombras. Una alfombra persa puede 'elevar' el ambiente, de la misma manera que una de yute lo aligera. Si hablamos de herencias, lo habitual es que estemos ante alfombras de lana o de seda que pueden ser valiosas, pero quizá pesadas en un ambiente moderno o con pocos metros. En este caso, Pepa Yuste aconseja probar y probar: "Podemos tener una alfombra antigua que si la colocamos en el salón va a añadir cierta decadencia. Pero quizá en un dormitorio, con muebles más modernos, encaja divinamente".
"Hay cuadros antiguos que heredamos y no sabemos qué hacer con ellos. A mí me gusta sacarlos de contexto, lo que no quiere decir que lo degrademos", afirma Yuste para quien introducir el elemento sorpresa es un recursos valioso: "Un cuadro antiguo en una cocina muy moderna es un punto de interés impresionante, y remate muy bien una decoración aséptica, como suele darse en las cocinas o en los cuartos de baño de invitados. Además, un cuadro o un grabado antiguo con un marco moderno puede quedar espectacular. Ahí estamos jugando con diferentes épocas que dan mucha gracia, al igual que un grabado moderno con un marco antiguo".
"Bonita la casa, bonita la vida". Esta frase es el anuncio de una constructora que apela a algo real: el entorno en el que vivimos, los espacios y los objetos que lo integran tienen un impacto en nuestro bienestar, algo en lo que la decoración emocional cumple un papel clave. "Es importante que el conjunto de la decoración fluya con diferentes energías, energías que aportan muebles heredados o contemporáneos. Hay que jugar con ellos teniendo claro el criterio y el tipo de decoración donde se integren", señala la experta. ¿Qué fórmulas nos pueden ayudar que la casa (y la vida) sean bonitas? Pepa Yuste comparte sus cuatro recomendaciones fundamentales.
"Hay una serie de fórmulas que funcionan muy bien. Imaginemos una cómoda de madera oscura, de caoba, un tipo de mueble que ahora revive, sobre todo en Inglaterra, aunque ha sido denostado en los últimos años. Los muebles de este tipo por su solidez y su color son muy rotundos en la decoración de una estancia. La premisa sería aligerarlos. ¿Cómo lo hacemos? Pondría una agrupación de jarrones de colores muy tenues, como blancos o verde celadón. También podrían ponerse unas lámparas con unas pantallas muy contemporáneas y divertidas", afirma la experta.
El factor sorpresa, como señalaba la experta, suele ser positivo en decoración. Tal y como explica Yuste, desafiar los arquetipos decorativos va a añadir puntos de interés a nuestra casa. "Si, por ejemplo, vamos a colocar un cuadro sobre una de estas cómodas, me iría a la yuxtaposición. Pondría un grabado moderno, una acuarela también moderna o una fotografía porque es lo que va a refrescar ese conjunto. Los muebles también podemos sacarlos de contexto. Quizá una mesa grande de comedor no nos encaja, pero poniéndola en el office de la cocina le damos un punto más rotundo. Introducir un mueble de época en la cocina le da a la estancia una energía diferente", asegura.
La experta insiste en que los muebles de herencia no siempre tienen que encajar: "Tenemos que reflexionar, una vez que tenemos esos muebles heredados, ver cómo pueden convivir con los que ya tenemos. Hay que ser sinceros con nosotros mismos: ¿podemos convivir con eso? Hay objetos que por mucho que estemos acostumbrados a verlos, no podemos acomodarlos. Tiene que haber un ojo muy muy experto para poder darle salida a todo. Además, las casas tienen el tamaño que tienen: a veces es mucho más complicado integrar objetos y muebles heredados". Yuste alerta también contra la moda de pintar con la excusa de modernizar un mueble: "Yo no soy muy partidaria de pintar las antigüedades, me parece un sacrilegio".
Una casa bella se hace con tiempo y de manera orgánica, viendo cómo se adapta a los hábitos de sus propietarios y qué se demanda de ella. Por esta razón, las decoraciones hechas de una vez respiran cierta falta de autenticidad. Por su parte, cada espacio 'pide' lo que mejor se adapta a él. Los romanos llamaron a eso el 'genio del lugar'. Hablaban de jardines, pero es un concepto que puede aplicarse prácticamente a todos los espacios. Yuste lo sugiere cuando habla de mirar con atención, con naturalidad y con tiempo por delante: "Hay que ser muy observadores y estar muy atentos. Y, sobre todo, no hay que tener prisa en acabar las cosas rápidamente. Hay que ser pacientes, ponerle ganas y, sobre todo, divertirnos".