Dicen que Marlon Brando tenía "una belleza catastrófica". Así que vaya por delante que cuando te mires al espejo es poco probable que veas al Stanley Kowalski de 'Un tranvía llamado deseo'. Y sin embargo... no hay nada que resalte más las formas de un torso masculino medianamente acomodado que una camiseta blanca como la que inmortalizara el actor más grande de todos los tiempos en la película de Kazán. No ha sido el único. James Dean en 'Rebelde sin causa' hizo de la prenda (+chupa de piel) todo un símbolo de desadaptación y desasosiego. Y otros actores como Paul Newman o Clint Eastwood la usaron como uniforme de macarrismo proletario. ¿Qué tiene esta sencilla prenda de algodón que nos seduce tanto?
La diseñadora de vestuario Ellen Mirojnick decía en un reciente artículo en el New York Times que la prenda seduce en la pantalla porque "en un símbolo de cómo los estadounidenses queremos imaginarnos: sencillos, trabajadores, relajados e igualitarios". Una idealización del 'sueño americano' que, agregaríamos es además profundamente masculina, no es vano fueron los marineros de la armada americana los que empezaron a dejar esta prenda interior creada en 1904 expuesta a la vista debajo de sus chaquetas de combate.
Para la responsable del vestuario de cintas como 'Oppenheimer', se trata además de la prenda perfecta para la figura heroica que porta nuestros sueños y aspiraciones. "Su sencillez y adaptabilidad la convierten en una herramienta poderosa que comunica sensualidad discreta y absoluta frescura, una combinación que ha dado origen a muchas leyendas cinematográficas".
Es cierto que muchas de esas estrellas que contribuyeron a convertir la camiseta blanca en un ícono de la moda eran jóvenes, y es cierto que su uso está asociado a cierto espíritu adolescente. Sin embargo, como ocurre con los vaqueros, las converse o las propias chupas de piel, funcionan a la perfección en un cuerpo saludable tenga la edad que tenga. Son, por decirlo de otra manera, una especie de declaración de intenciones, un símbolo de resistencia. Y son jodidamente cool cuando se llevan bien.
De cuello redondo, o de cuello en V -por lo general lucen bien con algún accesorio- hay un detalle imprescindible para que una camiseta te funcione bien tenga la edad que tengas: las mangas deben ir lo suficientemente ajustadas a las brazos como para contornearlos. Es un detalle que hace totalmente la diferencia y cuya ausencia le resta toda la personalidad a la prenda.
Mas recientemente, una de las últimas encarnaciones del saber llevar una camiseta blanca la traído a la pantalla Jeremy Allen White, el protagonista de 'The Bear', cuyos bíceps se ven más suculentos aún que cualquiera de sus platillos enfundados en su camisetas Velva Sheen, una camiseta de peso pesado que se fabrica en Los Ángeles.
De acuerdo, todos los ejemplos mostrados son de hombres con torsos más o menos hercúleos o por lo menos apolíneos, pero todo tiene un precio en esta vida y llevar una buena camiseta blanca bien vale la pena un rato en el gimnasio. Y tampoco hace falta ser un Adonis, hablando en plata. Una camiseta blanca puedes combinarla además con casi cualquier chaqueta, americana o abrigo. Funciona en casi cualquier contexto social. Y si está bien cortada, puede hacer relucir casi cualquier cuerpo.