Todo amante de las cosas buenas sabe que un reloj puede convertirse por sí mismo en su principal seña de identidad. Pier Giorgio Blasi, coleccionista y empresario, lo descubrió siendo muy niño. Recuerda cómo se paraba a ver los escaparates de las relojerías. Aunque siempre tuvo varios, su primera pieza de colección la adquirió con unos ahorrillos cuando tenía 19 años. Y ahí nació realmente esa pasión que definió su vida. Su colección actual no tiene un número fijo, ya que va comprando y vendiendo piezas constantemente, pero suficiente para ser considerado un erudito y pedirle una clase magistral. ¿Quieres pasar a nivel de experto con auténtico dominio y sin correr el riesgo de que te acusen de nuevo rico? Estas son las lecciones de un maestro, el decálogo Blasi.
Para llegar a ser coleccionista o experto, no importa el número de relojes. Se puede tener una colección de pocas piezas muy especiales y valiosas o colecciones muy amplias y variadas. Algunos coleccionistas son muy concretos y les gusta seleccionar solo una marca, gama, modelos específicos o de una época concreta. Identifica tu pasión concreta y elige qué tipo de coleccionista quieres ser.
El buen gusto marca la diferencia entre la elegancia que puede transmitir un reloj y la ostentación más vulgar del dinero. No hace falta que su precio alcance cantidades obscenas. Hay buenos relojes por poco dinero, relativamente, marcas de alta gama con abanicos muy amplios de precios y marcas de gama media con acabados y materiales de calidad. "La sensación de llevar el reloj que deseas es algo muy subjetivo, cada cual percibirá sensaciones distintas en función de la pieza que lleva, pero está claro que siempre será algo especial", dice Blasi. Por cierto, nunca des por sentado que Rolex es la marca más cara del mundo.
Los acabados, la robustez y la calidad del calibre. Existen relojes para todos los gustos, estilos y necesidades, pero estos tres aspectos son importantes para hacer una buena compra. "Por ejemplo, el nuevo Rolex Daytona es robusto, de calidad y con magníficos acabados que permiten que se pueda usar en cualquier ambiente", dice Blasi.
Cuidado, porque los relojes no se libran de impostores. En esto, Giorgio Blasi sigue una consigna: comprar al vendedor antes que el reloj. Especialmente con piezas vintage de colección, recomienda ir con pies de plomo, ya que existe mucho farsante latente. Nunca está demás asesorarse por profesionales. Además, todas las compras deben realizarse en los Concesionario Autorizados (Official Retailers). Cada marca indica en su página web quiénes son los agentes oficiales para cada ciudad.
Las falsificaciones son muy similares en cuanto al aspecto y se venden a un precio más bajo, pero su calidad es incomparable. A veces se aprecia incluso en el remate y en los pequeños detalles, como restos de pegamento o imperfecciones.
Hacerse con un reloj antiguo, sobre todo si es de bolsillo, se considera una de las mejores inversiones, ya que son muy escasos los nuevos que pueden aspirar a piezas de coleccionista. Desde hace un tiempo, su consideración está alcanzando un nivel similar al del mercado del arte o el automóvil de lujo. El Daytona de Paul Newman, por ejemplo, alcanzó en 2017 los 17,8 millones de dólares en una subasta. Es irreproducible.
Es cuestión de gustos, pero deberíamos descartar un reloj con un diámetro excesivo para momentos especiales que requieran, por ejemplo, ir vestido de chaqué. Más que el tamaño, importa que se ajuste a la muñeca, de manera que la caja del reloj no suponga una molestia o impida la caída normal de la manga de la camisa.
El carbono es uno de los materiales más apreciados en la fabricación de relojes deportivos. Es ligero, resistente a cualquier impacto y aporta una estética muy singular. Sus fibras forman patrones irrepetibles que hacen de cada reloj una pieza única. Es hasta un 80% menos pesado que un reloj realizado con otros materiales y resulta ideal para los amantes de relojes voluminosos.
En cuanto al material del cristal, se va imponiendo el zafiro, extremadamente resistente a las rayaduras. Está presente en los relojes más elitistas y de gama-media alta, debido a esa fama de alta durabilidad. No obstante, los relojes de coleccionista suelen ser de plexiglass, que era el material que se utilizaba antes.
Este último utiliza la fuerza de un muelle motor como energía y necesita una revisión que debería hacer cada cinco años para controlar su desgaste y evitar las altas fricciones entre sus piezas. Los grandes clásicos suelen ser mecánicos. El de cuarzo funciona con batería o pila y bajo el control de un circuito. Está asociado a gamas medias o bajas, aunque grandes marcas como TAH Heuer, Breitling o Patek Philippe fabrican modelos en cuarzo de gran categoría y consideración en el mercado.
Es evidente que los detalles cuentan: diamantes, oro, esmaltes… Pero lo que suele darle un valor añadido son las llamadas complicaciones, que son las funciones que van más allá de marcar el paso del tiempo. Y aquí las posibilidades son infinitas: cronógrafo, cronómetro, señales acústicas, mecánicas o astronómicas, entre otras muchas. Una de las más peculiares es el calendario perpetuo, que informa a quien lo lleva del día, fecha, fases de la luna, años bisiestos o ecuación del tiempo, con una precisión milimétrica.
Algunas firmas incluyen en sus relojes diseños de artistas, como el caso de Ulysse Nardin, que fichó al dibujante Milo Manara para pintar las esferas de su colección de relojes eróticos (con un precio mínimo de 26.900 euros).
Si aún quieres subir más el nivel y llegar a esos relojes exclusivos que podrían ser el sueño de todo coleccionista, habría que ir a piezas antiguas fabricadas en pocas unidades y difíciles de conseguir o ejemplares actuales fabricados de forma natural y casi artesanal. Es el caso de los modelos de Patek Philippe, que a pesar de sus precios elevados tienen listas de espera de hasta varios años para su compra. Aunque la gama de marcas y modelos es abismal, Giorgio Blasi destaca estas tres pequeñas joyas que no son, ni mucho menos, las más caras del mercado:
Es un clásico deportivo que se viene fabricando con una constante evolución de sus múltiples modelos desde los años 50. Está pensado para los buceadores profesionales y se ha vuelto todo un clásico deportivo. Lo hemos visto en la muñeca de Sean Connery en películas de 007, Steve McQueen y también en la de Che Guevara.
Otra pieza que sigue en producción en versiones actualizadas y se viene fabricando desde finales de los años 50 es el ya mítico Omega Speedmaster, más conocido como Moon Watch. Después de pasar las estrictas pruebas de la NASA, fue finalmente el primer reloj en pisar la luna.
Hablando de elegancia, en este caso también deportiva, no se puede dejar de nombrar el Patek Philippe Nautilus, un magnifico diseño de Gerald Genta. Sigue siendo uno de los relojes más codiciados por los amantes de la marca y relojería en general debido a su diseño, calidad y escasez en el mercado.