El cambio de Carina Vernet, del Big Data a escribir novelas: "Quiero ser escritora superventas"
"Una tarde me vi sola en casa, sin niños que cuidar y me pregunté qué hacía con mi vida"
"El envejecimiento es imparable, pero hay que establecer una relación no frustrante con una misma"
"Dejarse canas es una forma distinta de relacionarse con la belleza: me cuido porque disfruto, no por obligación"
Tiene 54 años y una exitosa carrera como directiva en una TIC. Para algunos, sería suficiente, pero para Carina Vernet, había otra vida más allá de los objetivos de ventas. Un día decidió retomar su pasión desde siempre -la escritura- y le dedicó tiempo y un esfuerzo gozoso. "Ya no había niños a los que ayudar con los deberes. Y una tarde me vi sola y pensé qué hacía con mi vida". Ese fue su momento clic. El resultado es una primera obra llamada 'La esencia de la lluvia' (Círculo Rojo), "una novela de las que se pueden comprar en las librerías", le dijo su familia. Que iba en serio ya se lo había dicho a sí misma cuando decidió renombrarse -crear un seudónimo sugerente y al tiempo familiar- para escribir a gusto. Y gusto por la vida es lo que precisamente destila Vernet.
Conozco a un escritor que dice que 'escribir es contarse cuentos a uno mismo'. En la madurez, ¿qué cuentos te estás contando tú?
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Escribo pensando en '¿qué pasaría si…?' En muchas ocasiones, pasan cosas, veo personas y situaciones alrededor en las que pienso cómo sería mi vida si yo estuviera en esa situación. Buscar historias siempre ha sido una constante en mi vida, pero desde que he empezado a escribir quizá lo hago de forma mucho más consciente. De hecho, siempre estoy tomando notas para historias que puedo escribir en un futuro.
Estás preparando tu segundo libro. El primero ya lo has publicado y se llama 'La esencia de la lluvia'. ¿Qué vamos a encontrar los lectores en esa novela?
'La esencia de la lluvia' está basada en la historia de mi familia. Está ambientada a finales del siglo XIX y, de alguna manera, es mi mirada sobre ese momento. Empecé a pensarla cuando me pregunté qué me hubiera pasado si hubiera nacido entonces en esa misma familia, siendo mujer con las limitaciones para tomar algunos tipos de decisiones y para tener una vida independiente.
¿Para ti es importante sentirte independiente?
La independencia es algo que siempre he buscado. Yo me situé ahí y combiné la mirada de una mujer madura que se encuentra con una serie de retos: vive de las rentas de la familia, pero su padre está a punto de arruinarse y puede verse obligada a casarse. Cómo ella hace para preservar su independencia es una de las claves de la novela. Al mismo tiempo, la figura del padre, que es la historia de mi tatarabuelo, de cómo pasó de ser una persona humilde a ser un empresario, el fundador de una especie de start up, como otros industriales del XIX, es otra de las claves. Quería mostrar ese aspecto del siglo.
¿En tu segunda novela también te inspiras en esa época?
No, no tiene mucho que ver. Se desarrolla en 2010 y está protagonizada por mujeres del mundo de la empresa que se ven involucradas en temas de corrupción. De nuevo, es otra vez qué podría pasar si te ves en ese tipo de entornos, cómo reaccionas y qué decisiones tomas.
¿Te inspiró eso de verse atrapado en una trama de la que, en principio, eres ajeno?
Efectivamente. Tú estás en el mundo de la empresa y en las decisiones del día a día, en algunas estás más de acuerdo y en otras, no. Es difícil llegar a ese punto de decir esto no voy a hacerlo porque está en contra de mis valores". Es complicado porque te están pidiendo unos resultados o que mires a otro lado. Otras veces, simplemente, confías en la gente que tienes alrededor y ese exceso de confianza puede dar lugar a verte en situaciones que no deberías.
¿Crees que el momento social ha cambiado? ¿Somos menos permisivos con la corrupción?
Sí, es algo que ya no es aceptado. Yo empecé a trabajar en los años 90 y recuerdo conversaciones con gente que no entendían la ética en los negocios. Directamente decían "El negocio es el negocio. El dinero es el dinero. ¿Qué me estás contando?". Y yo pensaba que no, que se podían hacer negocios de manera ética, pero es cierto que el día a día te va llevando y no eres consciente de todo.
Eres directiva en una TIC y un día decides empezar a escribir. ¿Cómo ha sido ese proceso?
Siempre he escrito. De pequeña, lo hacía mucho y ganaba concursos literarios. Con los años quería escribir, pero nunca conseguía ir más allá de tres páginas, no me veía capaz de seguir avanzando. De alguna forma, lo olvidé y empecé a hacer otras cosas en mi tiempo libre. Tengo una familia extensa, soy madre de cinco hijos, y eso me requería mucho tiempo. Pero los hijos se hacen mayores. Un día llegas a casa y te das cuenta de que ya no te tienes que ocupar de ningún hijo. Ya no ayudas a hacer deberes, ya van solos a todos sitios…
Y te das cuenta de que tienes tiempo.
Sí, tienes tiempo, pero en mi caso me aburría, me faltaba algo. Y entonces empecé a hacer un ejercicio de exploración de ver a qué me quería dedicar… Había hecho fotografía, teatro… Y me encontré de nuevo con la escritura, algo mucho más individual. Sabemos hablar, sabemos contar historias con más o menos gracia. Casi todos podemos escribir, aunque cuando te pones, no es tan fácil ni mucho menos. Pasar de una idea abstracta a desgranar toda una serie de tramas, definir personajes, crear interés… Todo eso es un proceso bastante complejo.
¿Recuerdas cuál fue el momento exacto en el que tomaste la decisión?
Fue una tarde, en casa, sola, en la que me pregunté ¿qué hago con mi vida?. Y me dije que me gustaba escribir y que había que ir a por ello. Me apunté a un taller de escritura creativa y empecé.
Te inventaste una nueva vida hasta el punto de que creaste una identidad nueva
Escribir una novela exige muchas horas. Llegó el momento en que lo quería compartir, quería publicar y había que promocionar y dar a conocer. Desde ese punto de vista, mi nombre en las redes sociales aparecía relacionado con mujeres en los negocios o con tecnologías de la información y pensé que eso iba a confundir a los lectores. También lo pensé al revés: tengo una carrera activa y pensé que en algún momento algún cliente me iba a ver como novelista y no se entendía mucho. Por eso decidí utilizar el seudónimo de Carina Vernet, un apellido de mi familia, al final del árbol genealógico.
¿Crees que hubieras tomado la misma decisión con menos años? ¿Los años te han ayudado?
El momento vital es muy importante. Con niños pequeños y una carrera profesional es muy difícil sacar tiempo para otras cosas. También es cierto que con más edad tienes más claro qué es lo que quieres contar, quién eres y qué puedes aportar.
¿Empezar tarde te ha aportado más beneficios?
En mi caso, me ha enseñado a entender la literatura como una manera de experimentar y de crear objetivos. Quiero llegar al mayor número de gente posible.
¿Qué significa esto para ti?
Mi aspiración es ser una escritora de Carrefour, llegar al supermercado y ahí, en la estantería donde están todas las novedades, que esté mi novela. Y no quiero decir que renuncie a la calidad de mi novela porque en la literatura hay como una dualidad, que es el negocio, la industria editorial, y otra que es la alta literatura. Parece que son contradictorias y yo pienso que una vez que escribes quieres que te lea el mayor número de gente. Y para eso tienes que entretener. La forma es importante, pero no tan importante. Para mí es más importante el fondo, los temas, pero con mi visión.
Tu mundo profesional es muy masculino. ¿Y el de la literatura?
Creo que también es un mundo muy masculino desde el punto de vista de los retos, de las aspiraciones, incluso del erotismo. Una de las cosas que más me sorprende es que cuando hablamos de erotismo casi siempre es una mirada masculina heterosexual. A mí me gustaría ver a un hombre como objeto de deseo por parte de una mujer.
¿Cuál fue la reacción de tu entorno al saber que ibas a escribir y a publicar?
La gente más cercana, mi familia y mis amigos, me ha apoyado. Fue muy gracioso porque cuando terminaron de leer la prueba final me dijeron que era una novela "de verdad" de las que podían comprar en una librería.
Desde que empezaste esta segunda vida, ¿te sientes más plena?
Sí. La plenitud se sustenta en varios pilares. La escritura es muy satisfactoria porque descubres historias de ti misma. Aunque tengas una idea de lo que quieres escribir, la manera en que toma forma es una sorpresa para uno mismo. Al margen de que te lean, es un cambio enorme. En mi trabajo tengo que cumplir unos objetivos, tomo unas decisiones desde un punto de vista ejecutivo. Cuando escribo, no hay una línea trazada, no hay que incrementar beneficios… Es tener una idea y dejar que vaya realizándose.
Dices que con la escritura descubriste cosas de ti misma, ¿en qué momento descubriste que querías dejarte las canas?
Creo que ha habido bastantes personas que decidieron dejar de teñirse durante la pandemia. Yo no. Yo me seguí tiñendo, pero me dije que no quería estar constantemente pendiente de mi imagen. Cada 15 días hay que teñirse y es una dependencia total para estar bien. Y decidí que quería estar bien conmigo misma, tal y como era. El proceso de envejecimiento es imparable. No puedes hacer nada. Tienes que tener una relación contigo misma que no sea frustrante, no puede ser que cada vez que te mires al espejo te veas mal. Quise verme bien como era y, sobre todo, dedicarle tiempo a las cosas que me aportan. Dejarse canas es una forma distinta de relacionarse con el autocuidado, con la belleza. Me gusta cuidarme y lo hago porque lo disfruto, no como una obligación.
¿Y ese cambio en la apariencia, en los cuidados, lo acompañaste con otros cambios en la manera de relacionarte con los demás y contigo misma?
Ese trabajo había empezado antes. Cuando trabajas el liderazgo, además de las skills clásicas, piensas en ti mismo, en apreciar lo que haces, de reconocer a los demás, de conectar con las personas… Durante la pandemia todo esto se acrecentó. Ahora, por ejemplo, hago tres veces a la semana yoga. Soy muy realista y no creo en cosas 'esotéricas', pero sí creo en la necesidad de estar bien con uno mismo, de conectar con el mundo y con los demás.
A todas esas personas que están en la mitad de su vida y no se atreven a dar el paso, a cambiar para vivir más felices, ¿qué les dirías?
Es importante saber qué es lo que te llena, te emociona y te satisface. A lo mejor hay gente a la que el trabajo le sigue motivando muchísimo. Incluso en estos casos, creo que es bueno tener una actividad que te permita desconectar y puedas ser más creativo en tu trabajo. El pensamiento lateral es muy importante. Lo importante es que hagas cosas que te mantengan vivo. Hay que reconectar con las cosas que te apasionan y probar.
¿Qué retos quieres asumir en esta etapa de tu vida?
Uffff… (sonrisas) Primero, sentirme bien conmigo misma, asumir la madurez. Cumplir años tiene sus cosas buenas, te sientes más a gusto contigo misma, sabes quién eres y lo que eres. Te tomas las cosas con mayor tranquilidad. Pero también es verdad que hay un declive físico que está ahí y que hay que aprender a aceptar. El segundo reto afecta a mi faceta laboral, creo que aún hay pasos que puedo dar y que me apetece dar. Y sobre la escritura, me gustaría publicar en una editorial grande para poder deshacerme de la promoción. Pero, sobre todo, quiero seguir afianzando mi pluma.