Ha tenido que ser una película la que desentierre del pasado uno de los relojes icónicos de las grandes celebridades: el Piaget Classic de Jackie Kennedy, a la que interpreta Natalie Portman en la conocida cinta de Pablo Larraín.
No es la única pieza de orfebrería de la marca de relojes suizos que luce la Jackie de la ficción en la cinta, pero sí la que más destaca. Un reloj como un bocado de esplendor que, hace poco, la firma volvió a poner en circulación con un diseño que respeta al original y a la vez introduce algunas mejoras.
La película, voluntariamente o no, enseña músculo y lujo en varias de sus escenas. Otro de los personajes, esta vez Robert Kennedy, al que interpreta Peter Sasgaard, lleva en la muñeca un deslumbrante Piaget Vintage.
El elegido para la gloria es el reloj de la colección Extremely, con el característico color rojo, una esfera de jade rodeada de una corona de diamantes y turmalinas de color verde. Pertenece a la época dorada de la marca, cuando personalidades como Kennedy solían lucirlo en los ágapes y recibimientos. En esencia, este mecanismo representa lo que es Piaget para el que quiere distinguirse de esos relojes funcionales o apolillados: lujo, elegancia; una apariencia de levedad que esconde los materiales más nobles: oro, plata, diamantes, turmalinas, ópalos.
Cualquier aficionado al lujo sabe que Piaget es una de las firmas más golosas para las estrellas que pisan la alfombra roja en la ceremonia de los Oscar, y no descuida a embajadores como Michael B. Jordan, que en la gala de 2019 lució un tourbillon y otras ‘chucherías’ de la casa, como el anillo Possesion engastado con diamantes.
Durante muchas décadas, Piaget ha mantenido las mismas ideas que llevaron a su fundador, Georges-Edouard Piaget a fundar la casa en 1874. ‘Ir siempre más allá de lo necesario, y hacerlo mejor’. Y todo empieza siempre, como en otras marcas míticas de relojes, con un taller pequeño, angosto y humilde en algún pueblo perdido de la vieja Europa pre-guerra.
Otro de los Piaget, Timothée, coge las riendas de la casa en 1911 con las mismas consignas que su predecesor: por encima de todo, la excelencia técnica de los mecanismos. Nada importa más. Por entonces la marca es modesta, y todavía no lleva el nombre que la hará famosa en todo el mundo.
Tiene que llegar una tercera generación de relojeros para que la firma se popularice del todo y alcance unos niveles de refinamiento y excelencia pocas veces vistos. Sucede en el 43, a los mandos de los nietos del fundador, Gérard y Valentin. ¿La clave? Una buena política expansiva y la asunción de nuevos retos. Nuevas ideas con la misma esencia. ‘Tienen que reconocernos’. La manufactura debe ser propia y no para otros, con una nueva fábrica que pueda abarcar más producción, el nombre debe distinguirse fácilmente. Así nace la marca registrada Piaget.
Para 1957, los relojeros de Piaget ya están cómodos con las nuevas técnicas relojeras que han desarrollado: movimientos ultraplanos, mecanismos más pequeños, discretos e igualmente efectivos. Con todo, el campanazo lo da el Calibre 9P, un movimiento de cuerda manual ultraplano (1,35mm), paso previo al 12P, el movimiento automático más plano de la historia.
Lo interesante de esta época para Piaget es que, en paralelo, la dirección sabe que no es suficiente con fabricar relojes extremadamente precisos. Para llegar a lo más alto, se necesitan otros signos de distinción. Puesto que Piaget es sinónimo de lujo, es de esperar que, a estos movimientos ultraplanos y precisos, le llegue su traje del emperador. A partir de 1950, la marca aprovecha la calidad de sus movimientos extraplanos para hacer cajas pequeñas y ligeras. Llega el reloj-joya, un paso anterior a la decisión de crear una manufactura propia y así permitir que los diseñadores inventen y exploren con la sella de identidad de la firma. Llegan los materiales nobles y distintivos: oro de 18 quilates y platino.
Para los 50, Piaget ya se ha ganado por méritos propios su puesto en el olimpo de las marcas de relojes que traen a la vida los sueños húmedos de los amantes del lujo. Alta relojería y joyas trabajan a la vez para distinguir la marca de sus competidoras. Fundan su primera boutique en la Rue de Rhone, en Ginebra, y suman otro de los elementos más icónicos de sus creaciones: las esferas engastadas con joyas y piedras semipreciosas (jade, lapislázuli, malaquita, ónix, ópalo), como la que luce Jackie Kennedy y de la que ya te hemos hablado.
El mundo del reloj y el lujo no sería el mismo sin colecciones como la Possesion, solo dedicada a las joyas, el mítico Piaget Polo; o la revolución permanente en el diseño de los mecanismos: el calibre 7P, uno de los más pequeños que jamás han existido, o el 600P, de reciente creación.