A punto estamos de pasar de la política histriónica de Donald Trump y los peluquines rubios sacados del quinto círculo del Infierno a los gestos clásicos y adustos Biden, padre americano ejemplar, amigo de sus amigos y figura sacada directamente de un manual de granjeros de revista y masculinidad recia. Lo mismo te pilota una cosechadora o corta un pavo de veinte kilos que da el visto bueno a unos presupuestos billonarios para arreglar el desaguisado capitalista de USA.
Con la nueva presidencia, ha cambiado la estética y también los relojes de lujo. Estamos ya muy lejos del famoso Omega Ultra Thin que Kennedy lució como sello distintivo, el petardazo de belleza del Rolex Cellini Time de Obama, los ladridos desagradables de Trump y su Rolex de oro o el Timex Ironman de Clinton, prosaico y tosco; un reloj que iba a lo que iba, sin golosidad ninguna y droga pura para sus detractores. ‘¿En serio queremos tener un presidente que mira la hora en ese espanto?’
La sorpresa, para los que evalúan hasta el más mínimo detalle de estas tramas palaciegas (los perros se parecen a sus amos y el Presidente de los Estados Unidos se comportará como lo haga su reloj), está en el Seiko que luce Biden desde hace un par de meses. Se le vio con él por primera vez la noche que se le declaró vencedor en las elecciones presidenciales. De fondo: las flatulencias histéricas de Donald Trump, algunas acusaciones de fraude y los contenedores quemándose en las calles.
Hasta ahora, Biden había sido un habitual de la marca Omega y sus modelos Speed Master y Sea Master. Es la primera vez en la historia de la política estadounidense que un reloj de Seiko se cuela en la presidencia. ¿Estamos ante un nuevo rumbo?
Este Seiko 7T32-6M90 Cronograph podría entenderse como una declaración de intenciones y la pauta a seguir de su política a futuro: la falta de ostentación; abordar los problemas de la primera potencia mundial con las mangas remangadas y el espíritu humilde de los que buscan huir de las bambalinas y la provocación.
Si no contamos algunos debates en los que ambos candidatos bajaron al barro y acabaron como niños chicos, con los calzoncillos manchados de su propia pequeñez, Biden no es muy amigo de caer en los cebos de Trump. A América, parece decirnos, se la arregla a base de esfuerzo y silencio, bajando la cabeza como un verdadero calvinista, como le demostró al expresidente matón en uno de los debates de la campaña. Muchos recordarán lo que le dijo: ‘Te espero en el patio trasero para hablar’. Biden no se achanta con los bullyes, ni siquiera cuando llevan traje, corbata, tiran los dados sobre imperios millonarios y tienen una cabeza que se alimenta de petróleo y carne roja.
Cabría esperar que Biden se hubiera hecho con algunos de los modelos más caros de Seiko, pero no ha sido así. En el turbulento mercado de segunda mano, el 7T32-6M90 Cronograph puede encontrarse por menos de 200 euros. Quizá ese es el mensaje que quiere mandar a los ciudadanos americanos: bajad la cabeza, trabajad para recuperar lo que era nuestro, no estamos para zarandajas. Tenemos que salir de esta cuanto antes.
Lo interesante de este reloj es que su apariencia no se corresponde con su precio. Tiene algunos detalles de oro en el cuerpo que le dan un aspecto muy elegante. Nos recuerda a modelos clásicos que siguen luciendo bien, como el Tag Heuer Link. El estilo de este reloj es más sobrio que el de otros, más propensos en darle caña al aspecto del dial y los detalles del interior. Es fácil establecer una comparativa entre el reloj del próximo presidente de los Estados Unidos y la forma en la que quiere abordar los problemas de la primera potencia mundial: un trabajo de fondo, discreto, que no llame la atención sobre su logorrea con un tuit en mayúsculas cada cinco minutos.
A la política le hace mucho daño la rabieta y la flatulencia, como demostró Trump durante los cuatro años interminables de mandato. El Seiko de Biden postula un cambio: el parpadeo tranquilo, la conversación, la madurez de la escuela de Obama. Ha venido a mancharse las manos de tierra de labranza. Se terminó el lujo sin sentido y las fiestas con prostitutas en el despacho Oval.