Ahora que llega el momento de dejar de ir enfundados contra el frío, puede que nos encontremos con que el lino o el algodón que usamos para no pasar calor dejan libres los kilos de más. Una buena opción para ir eliminándolos y conseguir un peso saludable es cambiar nuestra relación con la cocina. En Uppers hemos preguntado a los expertos en la materia y nos han dado dos consejos. Uno: contar con ingredientes frescos, de buena calidad y si son de temporada mucho mejor. Y dos: aplicar la forma más saludable de cocinar los alimentos.
Algunos productos piden a gritos unos pasos concretos de preparación, pero la mayoría son muy versátiles. Todos los cocineros coinciden en que comer sano es una prioridad. Tendremos la mitad del objetivo conseguido si aprendemos cuál es la mejor manera de cocinar los alimentos: a la plancha, al vapor o al horno.
En realidad, lo más cómodo sería todo en crudo, pero comer es un disfrute para los sentidos. Además, ciertos componentes de los alimentos no los podríamos asimilar si no estuvieran cocinados. El calor de los fogones, del horno o del vapor mata la carga microbiana perjudicial para nuestro organismo de la carne, el pescado o del huevo. Es la fórmula que elimina la mayoría de patógenos implicados en el desarrollo de intoxicaciones alimentarias.
Por otro lado, aplicar calor en exceso tampoco es lo adecuado ya que puede generar ciertos componentes también perjudiciales. La clave está en el equilibrio y en saber cuánto tiempo mínimo de cocinado necesita cada alimento independientemente del método.
Es una de las opciones más saludables que mantiene en excelentes condiciones las propiedades organolépticas de los productos con una pérdida mínima de los nutrientes. Es más, el vapor de agua acentúa los aromas y los sabores. Cuando optamos por hervir muchos de esos nutrientes pasan al líquido sobre todo si nos excedemos en el tiempo de cocción.
En la cocina al vapor, el agua está en un compartimento y los ingredientes en otro. Es la mejor forma de evitar calorías extras porque los ingredientes se enriquecen con especias o hierbas aromáticas. Además, nos ofrece la posibilidad de incluir en la dieta hidratos de carbono como la patata sin la grasa que incorpora cuando se fríe.
Es un método fácil, rápido y limpio. En el mercado hay disponibles múltiples recipientes tanto para las cocinas de gas, como para las placas (ollas con vaporera) o el microondas (estuches de silicona).
Requiere más preparación y tiempo que el vapor, pero da más juego a la hora de sorprender con las recetas. En este caso, que sea un método saludable o no depende del producto. No es lo mismo una lubina a la sal que un bizcocho de chocolate blanco. El truco es cocinar los alimentos con el aceite justo y no abusar de los ingredientes altamente calóricos.
Las carnes y los pescados sueltan sus propios jugos con un riquísimo resultado. Este electrodoméstico permite muchas posibilidades como el asado o el papillote o las de los nuevos recipientes de silicona. Aunque es imprescindible “entendernos con el horno” y tener a mano una tabla de tiempos de cocinado. Cualquier marca dispone de esta lista de tiempos en concordancia con cada modelo.
Antes de ponerse de moda los estuches para cocinar al vapor en el microondas, el uso de la plancha se llevaba el premio al método más saludable. Al igual que con el horno todo depende de los ingredientes y sobre todo de la cantidad de aceite que usemos. Aunque la clave está en cumplir dos premisas. La primera: utilizar una sartén o plancha antiadherente en perfectas condiciones para que no se peguen los alimentos. La segunda: emplear pequeñas cantidades de aceite con una cuchara para medir o un vaporizador en vez de añadirlo directamente del envase.
Por último, con la plancha también hay que controlar bien los tiempos para no tostar demasiado ni quemar los productos. El calor en exceso provoca que se concentren compuestos perjudiciales para la salud como los hidrocarburos aromáticos policíclicos o las aminas heterocíclicas que podrían ser cancerígenos para el organismo.