Intensa, arrolladora y con las ideas muy claras en lo profesional y en lo personal. La actriz Ana Milán sería una de esas amigas con experiencia, listas y con luces largas, capaces de ver más allá, a la que recurriríamos siempre que algo nos preocupara o nos sorprendiera (para mal).
Este talento no ha pasado desapercibido en las redes y, de ahí, al mundo del podcast. Milán es la protagonista -¿la consejera?- junto a Sebastián Gallego de 'La vida y tal', una serie en la que se habla distendidamente de las cosas que pasan en el día a día.
Pareja, trabajo, amigos, problemas que quizá no nos atrevemos a verbalizar, pero que están ahí... Nada se queda sin tratar en esta especie de terapia o de consultorio vital que encaja perfectamente en el perfil desenvuelto de la actriz.
En uno de los primeros audios del programa, una seguidora relataba todas las fases por la que había pasado su relación de pareja. Había sido maravillosa, se había casado y había celebrado una boda que fue para los novios preciosa. Sin embargo, empezaba a cuestionarse si sentía lo mismo. “Una relación no es una boda. Una boda es una fiesta. Te lo digo yo que he tenido varias”, comenzaba la actriz, que seguía reflexionado: “Eso es una fiesta, después viene el día a día. Y en el día a día hay que estar acostumbrado a que haya aburrimiento, a que tú lo miras y dices: hoy estaría toda la tarde solica en lugar de con este al lado, y que eso forma parte de las relaciones también”.
En el mismo capítulo, Ana Milán y su compañero, Sebastián Gallego, recibieron un audio muy especial. Una joven oyente de solo 15 años les preguntaba qué consejo les hubiese gustado escuchar ellos a su edad. Para Milán, no hubo dudas: escoger aquello que realmente nos importa tanto como para derramar unas lágrimas. "Mi consejo es que elijas muy bien por qué lloras. Porque yo he llorado por cada tontería… Si volviera para atrás me daría cuenta de que hay muchas cosas que no merecen la pena ser lloradas”, aseguraba la actriz
El segundo consejo también esconde una enseñanza de vida. "El otro consejo es justamente como todo lo contrario. Al final nos convertimos en todo aquello que nos aplauden […] Todos los seres humanos nos afianzamos en aquello que nos aplauden. Pues también hay que elegir aquello por lo que queremos ser aplaudidos”.