“Los que se pelean se desean” o “los polos opuestos se atraen”. Llevamos toda la vida escuchando este tipo de frases, desde el patio del colegio hasta ahora, en cualquier quedada con amigos en una terraza. Tanto hablar de ello ha hecho que interioricemos que el choque de personalidades es lo que genera la atracción, lo que creemos que nos termina de complementar del todo, nuestra otra mitad. ¿Mito o realidad? Ahí está la cuestión. Y para salir de dudas, la ciencia tiene respuesta tras un estudio realizado por expertos de la Universidad de Colorado en Boulder, Estados Unidos.
La investigación ha sido publicada en la revista Nature Human Behavior y, pese a lo que siempre se nos ha dicho, parece que los polos opuestos no se atraen, al contrario, lo ideal es tener rasgos en común. Al menos esa es la conclusión a la que han llegado tras un amplio análisis de millones de parejas a lo largo de los años y sobre unos 133 rasgos diferentes. “Nuestros hallazgos demuestran que las aves del mismo plumaje tienen más probabilidades de juntarse”, declara una de las autoras principales del estudio, Tanya Horwitz.
Se trata de un gran análisis de 199 investigaciones previas, el estudio más antiguo data de 1903, y un análisis propio de datos originales en los que se recogen datos de parejas casadas, novios o que vivían juntas.
Las cifras son claras, entre el 82 y el 89% de los rasgos analizados en las personas, que van desde las tendencias políticas o religiosas, el nivel educativo, ser fumador o bebedor, o el momento en el que se tuvo la primera relación sexual, tenían más probabilidades de parecerse que de no hacerlo. De esta manera, las parejas cumplían una serie de patrones, y solo en el 3% de los rasgos de una parte del análisis las personas tendían a formar una pareja con aquellos que era diferentes a ellos.
Además, la publicación señala detalles de aquellos rasgos en los que más nos fijamos a la hora de conocer a otra persona, ya que la ideología política, el nivel educativo, el consumo de sustancias, e incluso el coeficiente intelectual tienen correlaciones altas, es decir, suelen coincidir cuando buscamos pareja. No obstante, en el rasgo en el que más probabilidades existían similitudes era el haber nacido en el mismo año.
“La gente tiene todas esas teorías de que a los extrovertidos le gustan los introvertidos o a los extrovertidos le gustan otros extrovertidos, pero realmente es como lanzar una moneda al aire: los extrovertidos tienen las mismas probabilidades de acabar con extrovertidos que con introvertidos”, se atreve a afirmar Horwitz. “Los resultados sugieren que, incluso en situaciones en las que tenemos la sensación de poder elegir sobre nuestras relaciones, pueden existir mecanismos entre bastidores de los que no somos plenamente conscientes”, sostiene.
En todo caso, en su metaanálisis detectaron que en pocas ocasiones los polos opuestos se atraen y no llegaron a encontrar ninguna prueba convincente, pese a que en la muestra del Biobanco del Reino Unido sí encontraron algunos rasgos con correlación negativa. En todo caso, los autores aseguran que deben seguir haciéndose más estudios sobre el tema para concretar más los hallazgos.