Cuando se está delante de una auténtica pareja; es decir, de dos personas que se tratan con cariño, se profesan admiración, funcionan como un equipo y hacen que cada uno dé lo mejor de sí, nos maravillamos. Lo hacemos porque encontrar este tipo de matrimonios o relaciones ejemplares no es nada fácil, especialmente cuando hay detrás muchos años de convivencia.
Compartir casa, familia y responsabilidades desgasta. Y aunque no siempre esa armonía aparente es sincera, todos tenemos un sexto sentido que nos hace ver cuando el amor y el deseo de quererse permanecen intactos. Ese tipo de parejas son las que nos hacen creer que los sentimientos amorosos pueden existir siempre. Y lo cierto es que, según Paul Hokemeyer, especialista en parejas y autor de diversos best-sellers sobre el mundo de las relaciones, esto es posible. El autor ha investigado qué condiciones y competencias se dan en las parejas felices con el objetivo de estimularlas para que el vínculo se mantenga en el tiempo prácticamente inalterable. Estas son sus conclusiones, publicadas en la revista Best Life.
Es fundamental darse cuenta de en qué etapa vital se está. La relación de los primeros años, forzosamente, es distinta a la de la edad madura. Si juzgamos la calidad de la relación con los parámetros de los primeros años, el resultado puede ser malo. Esto es especialmente relevante cuando pensamos en el sexo. "Aunque la intensidad sexual disminuye con los años, el vigor del amor puede fortalecerse cuando la pareja busca centrarse en los rasgos que mantienen su relación", explica este experto. Al mismo tiempo, asumir que cada etapa tiene unos ritmos distintos también ayuda a la hora de plantear expectativas realistas. "He visto muchas parejas que piensan que el ritmo con el que comienzan un matrimonio debe ser el mismo durante todo el proceso", señala el experto. "No lo es. Las parejas deben reconocer que los matrimonios pasan por varias fases y deben ajustar conscientemente su ritmo en consecuencia", asegura.
Para Hokemeyer, es lo fundamental. Conforme pasa el tiempo, con más responsabilidades y quizá hijos a los que atender, es más probable que lleguen discusiones y problemas. La única manera de superar el conflicto es a través del respeto y la consideración respecto al otro. "Lo único que mantiene sana, feliz y enamorada a una pareja es el profundo respeto hacia el otro, independientemente del punto o momento de la relación en el que se encuentren", asegura este especialista.
Mantener candente la llama del deseo implica cierto misterio y cierta curiosidad. No demos por sentado que conocemos todos los aspectos y todas las necesidades de nuestra pareja. Pensemos en un mundo en el que lo sabemos todo de antemano. Sería muy aburrido. En el campo de las relacionesm pasa algo parecido. Para este experto, "la curiosidad es lo que permite a las parejas levantarse de la cama cada mañana y esperar con ansia lo que podrán descubrir solo ese día".
Ni drama ni comedia. La vida diaria es un combinado de sensaciones alegres, tristes y neutras que, según los psicólogos, debemos abordar con optimismo y cierto sentido del humor. Si lo pensamos bien, dramas objetivos hay pocos (afortunadamente), así que descargar el pesimismo, el 'mal rollo' y esas intensidades que nos hacen la vida más incómoda es un preciado don en la vida de una pareja. "Para ser feliz durante un período de tiempo prolongado es necesario ver el sentido del humor en cada desafío y estancamiento vital", explica Hokemeyer, para quien "Una pareja que no se ríe de manera conjunta está condenada a una existencia miserable y a una ruptura inevitable".
Normalmente, a la pasión de los primeros años le sigue una etapa de estabilidad, quizá algunas crisis y, superadas, una etapa muy larga de amor incondicional. Para que eso se dé, según el experto, cada miembro de la pareja debe sentir que forma parte de una unidad superior, que es la propia pareja. Forman un equipo con su propia escalade valores y sus acuerdos. Al ser un equipo, los objetivos son comunes, la voluntad es la de mejora continua, y, por supuesto, no se toman decisiones de manera unilateral, mucho menos si pueden perjudicar a uno de los miembros de ese equipo en el que se ha convertido la pareja.
¿A quién no le suena eso de que 'La confianza da asco'? En términos de pareja, mejor alejarse de ese tipo de perspectivas. Junto al respeto, la amabilidad debe recorrer la espina dorsal de la relación. Hay que saber cuándo ceder, cuándo pedir perdón y cuándo compensar al otro. Y aún más fundamental: hay que saber elegir las batallas. "La vida es desafiante e incierta", reflexiona este experto. Con los desafíos, vienen la vulnerabilidad y la mezquindad. "Las parejas exitosas a largo plazo luchan contra ese impulso cultivando activamente un espíritu de amabilidad y generosidad". La clave, por tanto, es saber mantener los principios que nos convierten en personas dignas y ejemplares: honestidad, coherencia, compasión y coraje, principios que funcionan tanto en la pareja como en la vida.