"Desmayarse, atreverse, estar furioso". Así describía Lope de Vega algunos de los estados del amor. Del atrevimiento a la furia o al desmayo. Quizá a la ruptura. Admitamos que la mayoría de las relaciones no suelen acabar bien, pero eso no nos imposibilita a seguir intentándol, en parte gracias a la lección aprendida. Se dice también que el final de una historia siempre tiene malas noticias para uno mismo. ¿Cuánto hay de cierto? ¿Qué podemos sacar de un fracaso amoroso? Gio Zararri, autor del bestseller 'El fin de la ansiedad' (Zenith) y coach experto en problemas emocionales, nos ayuda a superar una ruptura amorosa y a hacer algo complejo: convertir la pérdida en ganancia a través del aprendizaje.
"Creo que 100% sanos no somos nadie, por eso creo que jamás un amor de pareja será 100% sano, pero cuanto más nos acerquemos a ese número mejor… Todos tenemos prejuicios, todos tenemos limitaciones y reacciones que tienen mucho que ver con la historia personal de cada uno, incluso nuestra genética puede influir". Así explica este coach su definición de lo que es un amor emocionalmente sano.
En su opinión, la definición de amor ideal tiene que ver con nuestra educación y nuestra posición social. Todo ello, unido a nuestras creencias, más o menos limitantes, y la propia experiencia. Pero, además, el autor insiste en otra idea: el amor espontáneo. "Creo que un amor sano es ese amor que sientes sin necesidad de ir en su busca. Alguien con quien eliges compartir tu tiempo porque lo hace más bonito y tiene mucho que ver tanto con estos ideales como con todo lo que hemos hablado. Cuanto menos tenga que ver esa persona con rellenar nuestros huecos, defectos o necesidades, y más tenga que ver con hacer de nuestro camino en la vida un camino más bonito, mucho mejor. Y lo mismo al contrario", asegura. Por tanto, el amor de pareja debería estar formado por sentimientos de afecto y cariño, y ningún miedo, uno de los componentes del amor tóxico.
Hay muchas señales que alertan de que estamos ante un relación insana. Pero el miedo es, quizá, la más poderosa: "El amor tóxico sería ese que se alimenta del miedo. Si lo hemos encontrado movidos por nuestras ansias y preocupaciones, es posible que no hayamos previsto en qué podrá transformarse", señala Zararri.
Para evitar la ansiedad y el miedo en cualquier relación es fundamental el autocuidado: "Si no nos conocemos y no hemos cuidado de nuestra autoestima, seguramente pongamos el foco en aspectos que únicamente tengan que ver con alimentar nuestro ego y seguir respondiendo a esos miedos, por lo que es probable que la cosa no termine bien. Si en una relación hay continuos reproches, celos enfermizos, venganza o motivaciones económicas, por ejemplo, será un amor en el que el motor es el miedo. Y ese sería para mí un amor tóxico".
La mejor conclusión de un amor tóxico es la ruptura. No hay que temerla en este caso. La natural aversión a la pérdida que sienten todas las personas es algo normal, pero sí hay que saber que, como toda suceso traumático, tiene su propia dinámica. "Una ruptura amorosa lleva consigo pasar por distintas fases que la psicología ha agrupado en cinco. Estas fases son la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación", afirma el experto.
Es bueno comprenderlas para entender en qué punto del camino nos encontramos. Reconociendo dónde estamos y los motivos que nos hacen sentir así, es más probable que superemos este peculiar duelo sin mayores consecuencias. Y lo más importante: aprendiendo de la experiencia.
"Soy del dicho que dice 'unas veces se gana y otras se aprende'. Y creo que es en los malos momentos cuando más aprendemos de la vida y más nos formamos como personas", asegura Gio Zararri. Pero, en su opinión, ese aprendizaje que puede extraerse tras una ruptura tiene sus propias demandas. Una de ellas es la honestidad: "Si deseamos aprovechar la experiencia y disfrutar más y mejor de la vida, debemos afrontar el duelo de la mejor manera, muchas veces también la más dura y dolorosa: afrontar el duelo siendo sinceros a nosotros mismos".
El dolor, por tanto, es inseparable del duelo. Etimológicamente, son la misma palabra. El término 'duelo' viene del latín 'duellum', que significa literalmente 'dolor'. Zararri relaciona de manera instintiva ambos conceptos: "Muchas veces he pensado '¿Si siento tanto dolor, será porque he querido de verdad?' Siendo sincero sabía que la respuesta era que sí", afirma categórico.
Sin embargo, el experto diferencia entre el amor incontenible y el amor bueno. "Una cosa es querer de verdad, con todas mis fuerzas, y otra muy distinta querer bien. Por desgracia, muchas veces no tiene nada que ver, y mucho tiene que ver confundir el amor, no entenderlo, movernos por miedos y necesidades y no conocernos del todo bien", asegura.
Para Zararri el sufrimiento es una formidable escuela de aprendizaje: "Siendo sincero, yo mismo he sufrido, pero de ese sufrimiento he sacado grandes lecciones, aprendizajes que me han llevado a ser la persona que deseaba ser y a obtener lo mejor de la vida", señala.
Si hubiera que sacar una única conclusión sobre la experiencia amorosa, aun cuando ha fallado, sería la sabiduría. Somos más sabios cuando hemos logrado superar ese tipo de adversidad y, además, logramos entender que los primeros seres dignos de nuestro cariño somos nosotros mismos. "Todos deberíamos aprender que el amor es algo mucho más grande que una única persona, si entendemos que la persona más importante de nuestras vidas somos siempre nosotros mismos; si no, ¿quién va a sentir, pensar o decidir por ti?", afirma este experto, quien no prioriza el amor de pareja frente a otros tipos de amor. "El amor de pareja no es el objetivo fundamental de una vida, ya que es solo otra manifestación más del amor", concluye Gio Zararri.