Cinco señales de que tu relación (la de toda la vida) no tiene futuro

  • Muchas relaciones longevas parecen gozar de buena salud, hasta que algo hace 'clic' y comienzan a filtrarse las dudas sobre su conveniencia

  • Las parejas de largo recorrido suelen estar formadas por personas emocionalmente maduras, algo que, en principio, no tiene que ver con la edad, sino con la educación sentimental

  • La terapeuta Kaytee Gillis señala cinco puntos con los que se puede comprobar el estado emocional de la pareja

El amor es algo misterioso. Podemos conocer a alguien con el que, en principio, nos unen muchas cosas y no hacer 'match'. Al mismo tiempo, conocemos a una persona con la que no hay puntos en común y de ahí puede nacer una pareja de largo recorrido.

Muchas relaciones longevas nacieron así y han pervivido a lo largo de los años, perdonándose ofensas más o menos grandes. Pero, de repente, algo hace clic, se abre una pequeña grieta por la que se cuelan todo tipo de dudas. De repente, empezamos a pensar si ese desencuentro será una tontería o algo más profundo, si se pasará con los días o tu pareja empieza a convertirse en un extraño, en una especie de pariente incómodo...

Señales inequívocas

Los terapeutas de pareja conocen las señales que alertan de que una relación está agotada. No nos referimos a avisos claros de que una relación es tóxica, como la falta de respeto, el boicot continuo a las iniciativas del otro o la falta de acuerdo o complicidad en tareas que antes eran ilusionantes.

Los expertos hablan de alertas que pasan más inadvertidas y que son indicio de una posible ruptura si nadie tiene la intención de expresar el malestar y recomponer el vínculo. La psicoterapeuta Kaytee Gillis habla de cinco 'banderas rojas' que hay que solucionar cuanto antes y que se dan entre personas emocionalmente inmaduras. Las reconocerás haciéndote las siguientes preguntas:

¿Tu pareja muestra empatía?

Si no es así, esta es posiblemente la señal más preocupante. Las personas emocionalmente inmaduras pueden herir fácilmente a los demás. Normalmente, no lo hacen intencionadamente, pero la falta o los niveles bajos de empatía propician los comportamientos abusivos.

Además, las personas poco empáticas tienden a rechazar su responsabilidad en los conflictos, de manera que culpabilizan al resto, un comportamiento lesivo para la vida de pareja. La razón es que no llegan a comprender que su comportamiento impacta en la vida de los otros.

¿Respeta tus límites?

Es otra señal de inmadurez emocional. Ser una persona madura emocionalmente hablando no siempre tiene que ver con la edad, sino con la educación sentimental, las experiencias pasadas y la manera en las que se han superado (o no).

Los inmaduros emocionales no suelen respetar los límites de la otra parte de la pareja porque se lo toman como un ataque personal. En este punto es importante que cada uno conozca sus límites: qué quiere hacer o no, qué desea expresar o qué tipo de relación quiere tener. Todo ello implica un trabajo de autoconocimiento y de comunicación. Una vez establecidos y comunicados los límites, nadie -ni siquiera tu pareja- tiene el derecho a cruzarlos sin tu permiso.

¿Es incapaz de profundizar?

Algunas personas tienen auténtico pánico a reflexionar o a pensar profundamente en algo. Mucho más, cuando el objeto de reflexión es uno mismo. Este comportamiento puede ser muy frustrante para el otro miembro de la pareja que sí desea solucionar los problemas, mejorar la relación a ir más allá en su autoconocimiento.

¿De dónde viene el miedo a profundizar? A veces hay un trauma pasado de fondo, divergencias en la manera de procesar los sentimientos o incluso diferencias culturales. La terapeuta Kaytie Gillis advierte de que profundizar no es bueno ni malo en sí mismo. No es algo que haya que hacer por defecto. El problema aparece cuando una parte de la pareja quiere hacerlo y la otra parte se niega o es incapaz.

¿No puede controlar sus emociones?

Conocer y gestionar el semáforo emocional, darse cuenta de cuándo estamos entrando en una fase de ansiedad o de furia, solo está al alcance de las personas emocionalmente estables y maduras. No tiene nada que ver con tener un mal día o estar enfadado en algunas situaciones, algo completamente normal.

Sin embargo, cuando las reacciones de ira son desproporcionadas o se vive en permanente estado de angustia, alguna parte de ese semáforo no funciona. En estos casos, es aconsejable valorar acudir a terapia.

¿Le afectan demasiado los conflictos?

Cualquier conflicto es la prueba de fuego de una relación. La manera en cómo nos relacionemos con él es otra de las señales de que la relación puede estar pasando por un mal momento.

Evitar lo conflictivo a toda costa puede ser un indicio de inseguridad y baja autoestima. Por otra parte, establecer una relación conflictiva por defecto, con todo tipo de personas y por toda clase de asuntos, suele revelar un estrés, ira o angustia mal gestionados. Como en el caso anterior, este tipo de comportamientos puede requerir la intervención de un terapeuta.