Los móviles son como las armas de fuego: los carga el diablo. Cualquiera que viva en pareja puede dar fe de ello. Y si hacemos un repaso por el (seguramente amplio) espectro de nuestros amigos divorciados, separados, peleados o enemistados para siempre, a menudo aparece la consabida frase "le pilló un mensaje en el móvil", como el primer rayo en la tormenta.
Por otro lado, tampoco es extraño encontrar parejas orgullosas de 'compartirlo todo', de 'no tener nada que ocultar' y de tener los mensajes privados abiertos o compartir las contraseñas de sus dispositivos con la media naranja. ¿Cuál de las dos opciones es las realmente saludable para una relación?
Para empezar, el querer o no querer mantener en privado el contenido de nuestros teléfonos no es el meollo del asunto. Para la psicóloga experta en relaciones sexoafectivas Andrea Valenzuela, "el problema en realidad no es lo que podemos encontrar en el móvil o no, sino las conductas desleales, que son las que revelan problemas reales dentro de la pareja".
Muchos hemos conocido casos de parejas enfrentadas que esgrimen argumentos cruzados como "no puedo creer que me miraras el móvil" y "no puedo creer que me estuvieran engañando". Para Valenzuela, cuando se llega al punto de 'mirarle' el móvil a nuestra pareja es que ya hay un problema de fondo que hay que resolver.
No necesariamente. Para Valenzuela "el espacio de confianza en la pareja no debería, en ningún caso, invadir o superponerse los espacios individuales". En ese sentido, para la psicóloga, dado que nuestra actividad con el móvil se ha vuelto parte importante de nuestra vida y su uso puede revelar aspectos de nuestra personalidad, nuestros miedos o nuestros gustos, "lo razonable es que cada persona esté en control de esa data y solo ella debería decidir qué quiere compartir y qué no".
Para la especialista el tema del móvil se presta además para la aparición de conductas tóxicas (incluidas la posesividad o el machismo). "Una frase habitual de chantaje entre las parejas en este tipo de asuntos es 'Si no tienes nada que ocultar ¿por qué no me dejas tu contraseña?' que es una pregunta trampa, porque carga sobre la pareja el peso de la propia inseguridad", asegura.
No mientas y respeta los acuerdos con tu pareja. En otras palabras haz que ese 'no tener nada que ocultar' sea real para, precisamente, no tener la obligación de dar 'pruebas' todo el tiempo, como compartir tu contraseña.
No dejes que el móvil interfiera en tu relación. De ninguna manera, ni por tiempo de uso (tiempo robado a la pareja), ni por el tipo de actividad que tienes en él.
Deja el móvil fuera de la habitación por las noches. Esto cuesta, pero créenos que dormiréis todos más tranquilos.
No tengas abiertas la notificaciones 'de globo' si necesitas privacidad en tus mensajes. Y revísalos en momentos en que no interfieran con la dinámica familiar o de pareja.