La ruptura de los fundadores de las clínicas de estética Dorsia: las claves de un divorcio multimillonario
Manuel Fernández y Cristina Sánchez crearon en 2002 las clínicas de estética Dorsia: 45 millones de euros de facturación en 2022, 160 sucursales y más de 2.000 empleados en España
La empresaria, antigua CEO de la compañía durante 23 años, no tiene nada a su nombre, lo que impide el reparto del patrimonio que creó junto a su exmarido
Sánchez quiere pelear por lo que considera suyo: "No voy a consentir este atropello a mi dignidad"
El dinero lo puede cambiar todo. A veces, por defecto y otras, por exceso. En el caso del matrimonio de Manuel Fernández (52) y Cristina Sánchez (48), es el caballo de batalla de un divorcio que apunta a que será contencioso. Fernández y Sánchez son los fundadores de las clínicas de estética Dorsia: 45 millones de euros de facturación en 2022, 160 sucursales y más de 2.000 empleados en España.
Una pareja ambiciosa
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Cristina Sánchez era una estudiante de Filología Inglesa en Alicante, donde conoce a Manuel, propietario de una academia de inglés en régimen de franquicia. Como cuenta Cristina en El Mundo, "Fue un flechazo absoluto. Cambié mis planes vitales y me puse a trabajar con él. Conocí el mundo de la empresa. Fui la mejor vendedora durante años. Éramos ambiciosos. Él muy audaz, emprendedor. Yo organizada, pasional. Hemos trabajado de sol a sol".
Su ambición les llevó a no querer ser franquiciados. Así planearon abrir una clínica de estética de alto standing. Fue Cristina quien creó el modelo de negocio y habló con los profesionales necesarios para abrirlo. La primera Clínica Dorsia se inauguró en 2002 con un éxito rotundo.
Una relación asimétrica
Mientras el éxito empresarial era patente, la pareja empezó a acusar ciertas diferencias. Cristina, de familia tradicional, se quería casar. No era la intención de Manuel, que terminó accediendo en 2012 para conseguir el visado familiar necesario para vivir en Estados Unidos. Sánchez recuerda la boda como algo "doloroso", sin anillo ni celebración, quizá la primera muestra de que el compromiso entre ambos frente a la relación que mantenían era muy diferente.
Confianza ciega
Como Cristina afirma en El Mundo, "Dorsia era un proyecto de pareja. Yo daba la cara pero nos comentábamos todo. Él puso el capital y la sociedad estaba a su nombre. Nunca me preocupé por eso. Tenía confianza ciega en él... Para mí íbamos a estar siempre juntos. Él me decía que todo era de los dos. Yo ni sabía cuánto dinero teníamos. Me daba igual. Yo sólo quería trabajar y cuidar a mi familia".
Sin embargo, el hecho de que las propiedades solo estuvieran a nombre de Manuel despertó los recelos de la familia de Cristina. La empresaria no se sentí cómoda hablando de estos temas con su pareja, especialmente cuando las razones que le daba eran, precisamente, protegerla. "Él me decía, 'tú tranquila, todo es de los dos. Pero lo pongo a mi nombre por si pasa algo. Así te protejo'. Para mí tenía sentido". Ese sentido se rompió cuando el hermano de Manuel entró en la empresa y sí tuvo participación en el negocio, con bienes a su nombre. Cristina comenzó así a plantearse su posición en un entramado económico que cada vez funcionaba mejor.
Una relación que hace aguas
La prueba de que las cosas funcionaban es que el matrimonio vivía como millonarios en un chalé de 2.500 metros en La Finca. Pero la relación de pareja hacía aguas. A la largo de su convivencia, se separaron dos veces. La primera, pudo solucionarse. La segunda fue en 2013. "Me decidí entonces a invertir sola en franquicias con otras socias para guardarme las espaldas. Mi papel en la empresa era principal. Era la dueña, la CEO de WM Clinics que, aparte de Dorsia, tiene las clínicas de fertilidad Eva, las de psicología Origen y las de sexualidad masculina The Test".
La sociedad (y la relación) se liquida
En 2018 llega la venta de acciones de la compañía. Ese año se vende un 30% a dos fondos por 30 millones de euros. En 2022 se vendió el 70% por otros 140 millones a otro fondo. Ese mismo año, Cristina y Manuel se separaron. La empresaria abandonó sus cargos 12 meses después por prescripción médica. En ese estado tuvo que negociar aspectos claves de la separación, como la custodia compartida de sus hijas. Según afirma en El Mundo, se sintió coaccionada y con el único deseo de salir de esa jaula de oro.
Dinero y dignidad
Mientras que para el empresario, la ruptura de la pareja está oficializada en una sentencia firme de separación de 2022, para Cristina, la historia continúa. "Quiero que se reconozca lo que soy y he sido en la empresa. Cofundadora de las clínicas y pieza clave de su éxito, cosa que mi ex niega y no voy a tolerar. También hago esto por justicia. No voy a consentir este atropello a mi dignidad. No tengo miedo y para terminar de sanar he de hacer esto, que va más allá de una cuestión económica", afirma en el diario El Mundo.
La antigua CEO de Dorsia quiere pelear por lo que considera suyo. Según explica, la batalla moral la tiene ganada. La legal, no; y en este empeño sus hijas son su principal motivación. "Quiero darles ejemplo", afirma, pese a que asegura estar viviendo su "peor pesadilla".