El peligro de acabar geolocalizando a tu pareja por celos: "Se trata personas que sufren una angustia de separación extrema"

Los celos: monstruo de los ojos verdes. Quienes los padecen de manera habitual sostienen que no hay forma de tortura que se le compare. ¿De dónde vienen? En líneas generales podríamos resumir que hay celos reactivos -los que entendemos como 'normales', es decir los que surgen debido a conductas de nuestra pareja que consideramos desleales- y los de desconfianza -que no tienen un fundamento real más allá de sospechas basadas en nuestra propia inseguridad-. Y después está la gente que quisiera ponerle un chip a su pareja.

"¿Cariño, dónde estás?"

Si hoy en día casi cada una de nuestras pulsiones más oscuras tiene un amplísimo mercado en internet, los celos no podían ser menos. Y una simple búsqueda puede llevarnos rápidamente a decenas de ofertas de aplicaciones para "rastrear a tu pareja sin que se dé cuenta". Suena escalofriante pero lo cierto que estas páginas existen porque existe una demanda.

Porque el problema evidentemente no está en la forma, sino las razones que nos pueden llevar a esas conductas. Para la psicóloga Andrea Valenzuela se trata de casos de extrema "angustia de separación que seguramente se arrastra de algún evento traumático de abandono". Para ella, la idea de la geolocalización no es más que una "sofistiación tecnológica" de conductas que han existido siempre. "Es como si hubiéramos pasado de la típica llamada de '¿Cariño, dónde estás?' a no querer siquiera tener que preguntarlo".

Valenzuela señala que en sus consulta uno de los casos más habituales dentro de los problemas de celos es la sensación de acoso que infringe una de las partes a la otra. "Hay casos de parejas que si pasan dos minutos sin que la otra persona les responda ya están llamando. Y casi siempre esos casos empiezan con la pregunta ¿dónde estás?". Un apregunta que para Valenzuela implica otras que las personas celosas no hacen pero piensan: ¿con quién estás? ¿qué estás haciendo?. "Es cuando empiezan a aparecer los pedidos de fotos para 'comprobar' el lugar o incluso las videollamadas sin previo aviso, lo que ya es directamente un intento de invasión de la privacidad", sostiene.

Límites

Precisamente esa 'invasión de la privacidad' que señala la psicóloga, es uno de los puntos sobre los que no hay debate posible. No, no es legal geolocalizar a una persona sin su consentimiento. Por lo tanto, muchas de estas ofertas de 'rastrear a tu pareja sin que se de cuenta' no son más que charlatanería (cuando no directamente estafa). Y no es que utilizar el GPS de los móviles y otros dispositivos sea algo precisamente difícil de hacer, pero solo lo pueden hacer las autoridades en determinadas condiciones legales entre las que no se cuentan los celos.

Por eso muchas personas aquejadas de celos optan por, precisamente, pedir el consentimiento de sus parejas como una 'cuestión de confianza'. Es cuando surge aquello de pedir fotos o envíos de 'ubicación en tiempo real'. En una entrevista concedida a El Mundo, la trabajadora social Beatriz Pallarés ya señalaba que "exigir la geolocalización de tu pareja es violencia de género digital". Según Pallarés "La Secretaría de Estado de Igualdad del Gobierno de España precisa algunas formas de violencia de género digital [...]. Entre ellas figura el acosar o controlar a la pareja usando el móvil, la interferencia en relaciones de la pareja en internet con otras personas, espiar el móvil de la pareja, censurar fotos que la pareja publica y comparte en redes sociales, controlar lo que hace la pareja en las redes sociales, así como exigir a la pareja que demuestre dónde está con su geolocalización".

¿Qué hacer?

Por eso, para la psicóloga Valenzuela, "una pareja debería construir su confianza y acuerdos sin la necesidad de 'pruebas' que la respalden. Yo recomendaría una serie de pasos que pasan primero por la indagación personal de los propios traumas que están generando esa angustia de separación. Los celos patológicos pueden ser muy dolorosos y dañinos no solo para la pareja sino para la propia persona que los padece. No hay que olvidar que la persona celosa atraviesa su propio dolor emocional" señala.