Infidelidad y cuarentena: así ha influido el virus en la relación de Joaquín, Irene y Lorenzo con sus amantes
Hablamos con Lorenzo (54), César (54), Irene (45) y Joaquín (49) de cómo han gestionado sus canas al aire
El confinamiento, y la posterior desescalada, han detenido o ralentizado muchas actividades, pero el mundo sigue girando. Aquel o aquella que de vez en cuando juega partidos fuera de casa se ha visto obligado ahora a elegir entre interrumpir su romance clandestino —a día de hoy, el engaño sigue considerándose actividad no esencial— o buscar la manera de continuar practicándolo. Unas imágenes recientemente emitidas por televisión han puesto el foco en esta extendida realidad para la que no hay mascarillas que valgan.
Según una encuesta de UC-Adimark, el 29% de los hombres españoles entre 45 y 54 años está de acuerdo con la idea de tener una relación paralela al matrimonio (más que los jóvenes, de los que solo el 15% la aprueba). Para Incontri-ExtraConiugali.com, hay una relación entre la edad y el adulterio: parece que este apetece más con el cambio de cada década. Así, los varones de 29 y 49 son los más dados a los deslices amorosos. El 55% de las mujeres entrevistadas por ese portal confesó que había cometido su primera traición a los 46. No hay edad para los cuernos: un 15% de los hombres sondeados engañó a su pareja por primera vez ¡a los 68 años! (Va a ser que lo de echar canas al aire es literal).
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Lorenzo (54): "La conocí en mi trabajo"
Lorenzo (54) mantenía un affaire extraconyugal desde antes de la cuarentena. La complicada tesitura le ha servido paradógicamente para valorar más su matrimonio. "El confinamiento nos ha venido muy bien a mi esposa y a mí. Como he dejado de ver a la otra mujer, he podido tomar distancia y analizar las cosas. Tienes tiempo para pensar en tu vida, en todo lo que me une a mi pareja, en los viajes fantásticos que hemos hecho, en el nacimiento de nuestros hijos… Y te das cuenta de que es la mujer de tu vida".
Un caso de COVID-19 en la familia ha fortalecido además esa creciente reactivación. "Mi suegra ha estado grave", cuenta Lorenzo. "Afortunadamente, ha salido de esta. Pero mi mujer lo ha pasado muy mal; buscaba apoyo en mí, y se lo he dado. Estas situaciones límite unas veces te separan y otras te unen más. En nuestro caso, ha ocurrido lo segundo".
Ahora que empezamos a atisbar la luz al final del túnel, no todos tienen previsto volver a ver las cosas buenas de su matrimonio. César (54) está casado y tiene dos hijos adolescentes. Fisioterapeuta de profesión, seis meses antes de la pandemia empezó a tratar el dolor de espalda de una nueva paciente, al cabo de unas semanas se trataban en otros términos. Paulatinamente procedieron a una reubicación estratégica del territorio: de la consulta a una cafetería, de la cafetería a un restaurante, del restaurante al dormitorio de ella. "Mi matrimonio ya no era lo que solía ser", confiesa. "De pronto conoces a una chica simpática, soltera, atractiva, que se siente atraída por ti lo mismo que tú por ella…, y debes tener una voluntad de hierro para resistirte a la tentación".
Sus flexibles horarios y frecuentes sesiones a domicilio facilitaban la discreción en casa de su doble vida. Pero las restrictivas normas del inefable 14 de marzo desbarataron las intenciones del ilusionado conquistador. "Resultaba frustrante: al principio es cuando con más ímpetu aflora la pasión", lamenta. Las medidas adoptadas por el estado de alarma inquietaron al maduro galán. "Piensas: '¿Y si durante ese tiempo sin contacto se enfrían las cosas?", comenta. Para evitarlo, intensificó la comunicación telefónica y virtual con su amante. "Pero no era suficiente", añade.
Se las arregló para mantener viva la llama. "Lo necesitábamos —dice César—, éramos dos bombas a punto de estallar. Si todo sigue así, podremos retomar la relación con normalidad después de la cuarentena, y recordaremos esto como una experiencia muy bonita".
Irene (45): "Una historia así no se vive todos los días"
No muy distinta es la experiencia de Irene (45), quien desde finales del año pasado tiene un amigo especial que no es su marido. "Este ha sido un periodo raro, bastante surrealista —explica—, pero si le das la vuelta puedes encontrarle cierto encanto. Tiene mucho de amar contra viento y marea. Una historia así no se vive todos los días".
Irene espera que la desescalada gubernativa derive en una equivalente escalada sentimental: "La diferencia es que ya no tenemos que conformarnos con estar encerrados y practicar sexo. En nuestros planes está el salir a pasear; lo que hacen las parejas normales, vaya".
Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de infidelidad?
El intercambio de mensajes sexuales o eróticos a través del móvil es considerado engaño por parte de un 46% de la población, según una encuesta de YouGov de 2018. No hace falta acostarse con alguien para que se traspasen líneas rojas. Alfred Kinsey, uno de los pioneros en sexología, distinguió entre dos tipos de engaño: el emocional y el sexual. Los psicólogos estadounidenses Victoria Thornton y Alexander Nagurney establecieron en 2011 que "la infidelidad podría considerarse sentimientos o comportamientos que van en contra de las expectativas de una pareja para la exclusividad de la relación". Simples mensajes de buenos días o de buenas noches delatan que la mente de quien los envía está puesta en otra persona. Dicha dispersión es hoy más fácil con las redes sociales: mientras unos han aprovechado esta etapa para pulir dotes culinarias o pintar la casa, otros han descubierto en las aplicaciones para citas un bálsamo contra el aburrimiento.
Joaquín (49): "Solo chateo con chicas, pero no he quedado"
Es la distracción a la que se dedica Joaquín (49) desde que se instauró el encierro forzoso. "Me metí en una de esas aplicaciones para citas por puro aburrimiento", cuenta. "Comencé a chatear con varias mujeres, aunque ahora solo lo hago con una, la que más me gustó". De momento su mujer no ha reparado en su 'afición'. "Todos nos pasamos el día con el móvil en la mano, ya sea contestando e-mails del trabajo, chateando con familiares, amigos… En medio de ese barullo, coquetear con una mujer pasa bastante inadvertido", proclama.
Al tedio que rodea su confinada jornada hay que añadir, a modo de explicación, que las cosas con su esposa se habían amustiado en los últimos meses. "Nos llevamos bien y tenemos relaciones sexuales con relativa frecuencia… pero la rutina es muy mala", justifica. La cuarentena no ha mejorado precisamente el panorama. "Estás de mal humor, a la que salta. Para mí, el tontear con chicas en esa red social ha sido una válvula de escape. Es como estar viviendo otra vida, más amena". En su perfil dice que está divorciado. "Pero no habría sido necesario mentir, porque, según sé por algunas usuarias, la presencia de casados está a la orden del día", apunta. Con la chica de la app está haciendo buenas migas, pero ¿qué ocurrirá después? "No me lo planteo. Estoy disfrutando del presente. Me apetece conocerla en persona, pero quizá no congeniemos. No me importa: tal vez, pasada esta etapa de tortura, mi mujer y yo podamos limar asperezas".