¿A quién no le ha pasado? Abrir el cajón de 'tus' jerséis y encontrarte una invasión de jerséis y camisetas ajenos. O no tan ajenos; en realidad, los de tu pareja, pero esos territorios ocupados duelen. Mucho. A veces los dejamos pasar, a veces recriminamos un poquito. Todo depende de cómo nos pille el día y del listado de agravios, entendiendo por agravios esas pequeñas cosas que molestan cual gota malaya, aunque hayamos informado puntualmente de por qué joroban. Lo que duele es el 'ghosting' de manías, pero ese es otro tema.
El fenómeno de apropiación de espacios y/o objetos empezó hace unos años de manera soterrada, pero implacable. Hace poco Michelle Obama basaba el éxito de su matrimonio en tener baños separados, no solo porque se trata de la convivencia más incómoda en uno de los espacios más pequeños de la casa, sino porque llevaba asociada el 'arrample', de cremas, champús y potingues, muchas veces caros y, por ello, cotizadísimos para el que ha hecho la inversión.
Coger del armario del marido camisas, camisetas, jerséis, sudaderas y hasta chaquetas (depende de las tallas y de lo oversize que esté la moda) es algo habitual. Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra. Pero si hay un territorio donde las propiedades se difuminan es la tecnología. La psicóloga Laura Rojas Marcos decía en Uppers que convivir bien suponía "respetar los espacio propios". Pues bien, en cuestión de tablets, cascos, etcétera, ese respeto, directamente, se ha ido a freír espárragos.
Silvia Abril y Andreu Buenafuente son amigos, pareja y residentes entre Madrid y Barcelona. A juzgar por sus redes sociales, si hay una unión bien avenida es esta. Lo que no quiere decir que no tengan sus cosas. Una de estas cosas, según muestra hoy el Instagram de Buenafuente, es la 'separación de cargadores'. La imagen muestra la foto de dos cargadores de móvil identificados con los nombres de sus propietarios. Por la fuerza del trazo y el tamaño de las letras, se ve que detrás hay cierto resquemor y muchas preguntas del tipo "¿has visto mi cargador?", "¿dónde está mi cargador?", "¿me has cogido el cargador?". La realidad se ha impuesto. Ha habido que actuar por las bravas y coger el rotulador permanente. Hay tema.
Hasta el momento, la publicación lleva más de 33.000 likes y una avalancha de comentarios que confirman lo que ya sabíamos. Algunos hacen extensivo el fenómeno a los hijos adolescentes, cuyo sentido de propiedad es mayúsculo y viene a agravar el problema. Lo cierto es que esta imagen de una pareja famosa y que se quiere nos reconcilia a todos. No importa el tamaño del baño o de la casa, no importa cuántos cargadores haya ni a cuántos móviles se enchufen... La vida en pareja está llena de palitos en las ruedas, cajones invadidos y ropa compartida (por no decir robada), pero eso mismo son las derivadas de una intimidad buscada. Pensemos cuántas veces, antes de esa convivencia, moríamos por que la ropa se mezclara en la lavadora y por que un simple rotulador tuviera que poner orden en la casa común.