Se la conoce por su honestidad, tanto a la hora de manejar su carrera como en su vida personal. Casada en primeras nupcias con Kenneth Brannagh, Emma Thompson vive desde hace años un armonioso matrimonio con Greg Wise, otro actor inglés con el que coincidió en "Mucho ruido y pocas nueces", la adaptación cinematográfica de la obra de Shakespeare dirigida, precisamente, por su ex.
"¿Alguien sabe si las mujeres de mediana edad tienen alguna satisfacción o algún placer sexual?", ha preguntado durante la presentación de la película 'Buena suerte, Leo Grande'.
A sus 63 años, Thompson no ha dudado ni un segundo en interpretar el papel de Nancy, una profesora de religión a punto de jubilarse. ¿El guion sobre el que gira la cinta? Nancy nunca ha tenido un orgasmo y decide contratar los servicios de Leo, un trabajar del sexo de 28 años, para que le ayude a ampliar horizontes.
En una entrevista para Vogue, la actriz, que en los últimos años también ejerce de productora, pone el foco en lo que es políticamente correcto respecto al placer que deben sentir las mujeres. "Cuando somos jóvenes, estamos continuamente etiquetadas como sujeto de orgasmos. Recuerdo que algunas revistas femeninas estaban empeñadas en eso. Era algo que salía en las portadas: "cómo lograrlo, como hacer que fueran mejores". La verdad, era algo intimidante", señala.
"También había una presión para que la mujer madura quisiera tener más sexo que antes. Fue así como nació el mito de las cougar (mujeres que tienen relaciones sexuales con jóvenes), algo fastidioso, banal y vacío, como tanto otros estereotipos sexuales que hemos debido interpretar", reflexiona la actriz.
Para Thompson, el sexo a partir de los 60 es aún un tabú. "Nos han dicho que el sexo es algo lujurioso, malo, pecaminoso. Y del placer femenino no se habla, sobre todo entre las mujeres de más de 50 años. Parece que la edad importa", asegura.
El último rodaje de Emma Thompson le ha hecho salir de su zona de confort. Ha tenido que desnudarse ante la cámara y plantarle cara a sus complejos y sus inseguridades. "Antes de realizar 'Buena suerte, Leo Grande', no sabía lo que iba a aprender respecto a la aceptación de mi propio cuerpo, del placer y de la culpa. Tampoco sabía que iba a reírme tanto sobre lo que suponemos que es el placer sexual y que iba a llorar por todo lo que nos perdemos mientras el placer es reprimido, ignorado o castigado", señala.