Eyaculación precoz, de la vergüenza a la inteligencia artificial: así ha evolucionado en los últimos 40 años
Pocas cosas preocupan más en la cama que perder el control del orgasmo, que sobrevenga sin posibilidad de ponerle freno
El testimonio de Álvaro, de 61 años, refleja cómo ha sido la vida sexual con un trastorno silenciado y, por tanto, infradiagnosticado
Un dispositivo tecnológico con sello sevillano podría poner fin a esta disfunción sin los efectos indeseados de los fármacos
Álvaro, empresario de 61 años, lleva más de 40 años preguntándose cómo sería una relación íntima sin miedo a que la eyaculación se desboque sin control. Sabe por experiencia que esos coitos tan delirantes de medio minuto que nos sirve el cine en la vida real son solo una fuente de insatisfacción, bochorno y sensación de torpeza, además de otros problemas de tipo emocional. Treinta segundos para él ya son casi una proeza. Por eso, la noticia de que la inteligencia artificial también cambiará el mundo sexual tal y como lo conocemos y, sobre todo, tal y como él lo conoce, le llena de alegría. Analizamos como ha ido evolucionando este tabú en las últimas décadas.
Un entrenamiento personalizado y discreto
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La respuesta llega de la mano de Patricia López Trabajo, una emprendedora sevillana con amplia experiencia en el sector erótico y en proyectos que aún tecnología y salud sexual. Su última herramienta es Myhixel Control, un dispositivo con vibración terapéutica, bluetooh y un programa de entrenamiento personalizado y anónimo diseñado para mejorar el control eyaculatorio en ocho semanas. Sin pastillas y sin cremas anestésicas. Es decir, sin los indeseados efectos secundarios.
Después de investigar con más de 2.000 pacientes, los resultados han permitido al equipo de López Trabajo registrarlo como dispositivo médico por la FDA de Estados Unidos y conseguir la etiqueta de producto médico de la CE. La inteligencia artificial llega en auxilio de la eyaculación precoz 136 años después de que se aceptase por fin como trastorno que afecta a la salud sexual de las personas. Desde entonces, la ciencia ha probado medicamentos orales, aerosoles con anestésicos locales que actúan directamente en el glande, entrenamientos, terapias psicológicas y otras técnicas, sin que haya habido una respuesta definitiva, al menos de manera universal. A pesar de las opciones, millones de hombres siguen esperando que el desenlace de sus encuentros sexuales sea diferente.
Lo ven un mal menor que callan por vergüenza
Quienes lo padecen no suelen reconocerlo y, aun reconociéndolo, se resisten a consultar con un profesional. El principal motivo es la vergüenza, según una encuesta de la firma farmacéutica Casen Recordati que, además, revela que es una alteración que afecta de manera habitual a un 20% de los hombres, independientemente de la edad. Uno de cada tres lo ha tenido al menos una vez en su vida. Algunos estudios suben al 80% el porcentaje de población masculina que la ha sufrido o sufrirá en un futuro en nuestro país de forma ocasional.
El baile de datos refleja que la eyaculación está infradiagnosticada, pero los estudios coinciden en su impacto en la calidad de vida: baja autoestima, falta de confianza y deterioro de las relaciones íntimas y sentimentales. En el peor de los casos, la eyaculación precoz aboca a la infidelidad por cualquiera de las dos partes e incluso a la ruptura.
Demasiado fanfarrones
El testimonio de Álvaro es un reflejo de todo ello. Aunque la primera palabra que menciona es la vergüenza., no es la única: "Durante años tuve siempre la sensación de que era algo que me afectaba solo a mí. Había demasiados prejuicios en torno a la virilidad y cuando hablábamos de sexo entre amigos todo eran fanfarronadas. Llegó un momento en que me cohibía a la hora de iniciar una relación sexual por miedo al vacile. Ni en sueños se me habría ocurrido visitar a un especialista para hablar de ello. Evidentemente, esto ha afectado negativamente a mi vida. Solo después de mi separación, hace ocho años, decidí buscar remedio. No ha sido fácil y los tratamientos disponibles no han dado el resultado, pero la mejoría ha merecido la pena".
Desde que empezó a ser consciente de que algo ocurría, fue probando los trucos que iba escuchando o leyendo. "Por ejemplo -señala-, un ejercicio consistente en una técnica de compresión del pene, que no me dio demasiado resultado. También es cierto que me pareció tan complicado que no puse ningún empeño. La técnica que me ha funcionado es un entrenamiento basada en ejercicios de Kegel y terapia sexual con un psicólogo que me ha ayudado a evaluar las causas y los conflictos conmigo mismo a causa de este trastorno. Hablar abiertamente de ello ha sido, sin duda, lo mejor que me ha podido pasar. Me he quitado mucha ansiedad y lo noto en las relaciones".
No perdona la edad ni la fama
Admite también que le supuso un gran alivio saber que no estaba solo. Al menos él ha permitido una discreción que no han tenido algunos personajes conocidos. El nombre de Warren Beatty, por ejemplo, fue uno de los que salió a la luz cuando algunas meretrices de Heidi Fleiss, la llamada madame de Hollywood, decidieron publicar las debilidades sexuales de sus clientes. Al bravucón Jack Nicholson le delató su propio biógrafo, Marc Eliot, que detalló la obsesión sexual del actor y el tormento que ha arrastrado desde joven a causa de esta disfunción.
De acuerdo con su relato, el trauma le llevó a la errónea pretensión de solucionarlo mediante LSD. El actor se aficionó a esta droga de moda en los años sesenta con la que se desinhibía por completo, al parecer bajo el respaldo de algunos psiquiatras que la utilizaban en sus consultas. Bajo el efecto del LSD aliviaba su tormento, pero, según el autor, nunca llegó a superar del todo su problema.
Una carrera de 30 minutos
La ciencia está logrando romper el tabú al plantear soluciones e impulsar que sea un tema abiertamente comentado, como lo es el propio sexo. Recientemente, una revisión científica publicada en Trends in Urology & Mens Health analizó diferentes métodos que podrían reemplazar los fármacos existentes y, por tanto, esquivar sus efectos adversos. Uno de ellos es el ejercicio.
Según investigadores de la Universidad de Anglia Ruskin, puede ser tan efectivo como los medicamentos. Una carrera de 30 minutos cinco veces a la semana consigue un efecto de latencia (tiempo que se tarda en eyacular) similar a la dapoxetina, un fármaco común en este trastorno, pero sin las náuseas y mareos que provoca.
El ejercicio físico fomenta la circulación de la sangre y optimiza el funcionamiento del sistema nervioso. Por tanto, podría considerarse uno de los mejores aliados para prevenir y revertir tanto la eyaculación precoz como los problemas de erección. Otro estudio aportó los beneficios de los ejercicios del suelo pélvico tres veces al día durante tres meses. Y un tercero, aunque en este caso la evidencia fue débil, encontró que el extracto de bayas de ginseng podría también prolongar este tiempo de latencia.
Qué aboca a la eyaculación precoz
No hay un criterio definido en cuanto a las causas. Los factores pueden ser biológicos, como un pene hipersensible o cambios en la interacción entre las hormonas y los nervios, y, más frecuentemente, psicológicos. Por eso, las opciones farmacológicas hasta ahora incluían antidepresivos, analgésicos y otros medicamentos. Actualmente se opta por tratamientos que combinan terapia sexual y técnicas conductuales con fármacos, concretamente dapoxetina.
Independientemente del motivo, al menos la mitad de los hombres lo vive con culpabilidad, según una de las conclusiones de la reciente encuesta PE Confidential, realizada a personas de toda Europa. La mitad de ellos no están satisfechos con su vida sexual y tampoco lo está el 44% de las parejas. El 70% admite que nunca lo ha llegado a hablar, a pesar de que los españoles somos algo más abiertos a comentarlo. Los pacientes ni siquiera buscan información en internet. Además de vergüenza, a uno de cada tres le provoca enfado, depresión e inseguridad en cualquier área de su vida. Seguramente, como ha hecho, Álvaro, verán con optimismo que la inteligencia artificial también encuentre cabida en esta realidad.