El imaginario 'summer nigths' nos vende la idea de romance de verano como una experiencia juvenil. Se entiende: el apasionamiento y el arrebato de los amores estivales huelen a espíritu adolescente. Y sin embargo, hay razones para creer que este tipo de relación efímera y sin embargo significativa puede encajar mejor con las personas mayores de cincuenta. Te damos algunas.
Una de las características del enamoramiento es la aspiración de eternidad. Sobre todo en las personas más jóvenes que buscan esa relación para toda la vida. Pero las personas con la vida ya hecha, no necesitan pasar por ese espejismo. Es más, habiendo pasado por relaciones estables, familias y, quizás, separaciones, muchos incluso prefieren eliminar por completo la posibilidad de comenzar otra familia o de establecer un compromiso permanente. Es decir, ya no idealizamos las cosas y somos más realistas.
Como ya te decía en esta nota la psicología especializada en terapia de pareja Trinidad Bernal: “el saber que no es lo mismo el amor a unas edades que a otras sirve de amortiguador. Si uno es consciente de que todo esto ocurre, la expectativa con respecto a la nueva relación no puede ser idealizada. Pese a la ilusión de una nueva aventura vital, no puedes pensar que es maravillosa, porque en realidad vas a tener que convivir con una realidad que choca con esa maravilla que te has creado. Una vez que se tiene eso en cuenta, el primer paso sería exigir menos a esa relación”.
Un amor de verano, en la madurez, tiene en ese sentido, esa carga de ilusión que necesitamos de vez en cuando, pero a la vez somos perfectamente conscientes de su fugacidad.
¿Por qué nos ilusionan tanto los amores de verano? Muchas veces el cambio del 'escenario' de nuestras vidas nos permite reinventarnos, aunque sea temporalmente. Parecernos más a quienes queremos ser, sin las ataduras de la cotidianidad. Y cuando se es mayor se suele tener claro que en esas escapadas mostramos solo una parte de nuestras vidas, la menos complicada. Los mayores de 50 anhelamos la libertad y estamos en capacidad de darla. Un requisito imprescindible para un amor de verano.
Hay más: se dice siempre que el amor de verano está destinado a romperte el corazón cuando se acaba. Pero si algo sabemos a esta edad es que el corazón ''es un músculo sano pero necesita acción'. Así que aplicamos menos drama y más sentido de la urgencia de la vida. Para decirlo de otra manera, la trilogía 'Before...' de Richard Linklater empieza como un amor tan de verano que solo dura una noche. Pero luego de un segundo encuentro, esa relación se convierte en un amor para toda la vida, con sus complejidades y sus dramas y su maravilla. Pero ahora sabemos que no hace falta vivir la trilogía completa y que la buena, la realmente buena, era la primera película.