Es un clásico. 'El Graduado' lo contó bien. Muchos chicos de veintitantos o treinta fantasean con disfrutar en la cama de la experiencia de una mujer madura. MILF —siglas de Mother I’d Like to Fuck o 'mamá a la que me tiraría'— fue la cuarta palabra más buscada en PornHub en 2019 (el año anterior fue la primera). Del otro lado, cada vez más solteras uppers. El resultado es perfecto: la montaña y Mahoma se encuentran a mitad de camino.
Este intercambio se conoce con el nombre de cubbing —cub en inglés significa cachorro—, expresión que por una vez tiene en cuenta el punto de vista de la mujer. Supone toda una revolución: hasta no hace mucho, a las mujeres se les decía que la menopausia era el fin del apetito sexual. Nada más lejos de la realidad. Por otra parte, se da la vuelta también al mitificado estereotipo de galán entrado en años con chica joven del brazo: las maduras también pueden y quieren.
Para la psicóloga clínica y sexóloga Miren Larrazábal es una parte positiva de nuestra época: "Durante mucho tiempo hemos limitado la sexualidad de la mujer a la reproducción. Cuando le preguntabas a una mujer de 50 si tenía relaciones sexuales, respondía: '¡Uy, a mi edad!'. Ha recuperado su derecho al placer, aunque queda mucho por conquistar. Esto ha consolidado el atractivo de la mujer madura y la idea de que con la edad no acaba el sexo. La gente joven busca la experiencia de una mujer con experiencia y me parece extraordinario y es bueno que esta pueda estar con jóvenes sin prejuicios sociales".
María (52) conoció a un chico de 33 años en una de estas apps. Ha estado casada dos veces, y las dos terminó sintiéndose más madre (tiene cuatro hijos) que mujer. Este muchacho le hizo recuperar sensaciones olvidadas. Se han estado viendo esporádicamente durante seis meses. "Quedábamos en su casa, pedíamos una pizza, veíamos la tele… Y las relaciones sexuales eran estupendas. Ha sido el mejor amante que he tenido. Era muy dulce, además; se portaba muy bien conmigo", nos cuenta. La diferencia de edad (y de bagaje cultural y de intereses) dejó claro desde el principio que no podían tener algo más, lo que acabó matando la relación. "Pero que me quiten lo bailado…", dice.
Cuando se divorció, Paula (48) se inscribió en una red social de contactos y se sorprendió de la diligencia con que chavales jóvenes le tiraban fichas. Se fijó en uno en particular. "Pensé: '¿de verdad puedo acostarme con este chico? Estaba cañón", recuerda. Dicho y hecho.
Lo que no esperaba es que, días más tarde, mientras entraba en su portal con sus hijos, escuchara a su espalda "¿Paula?" y, al darse la vuelta era él portando un fastuoso ramo de flores —"¡de Bourgignon!"— mientras le declaraba su amor. Ella aceptó el ramo, no la declaración. "No sentí que podría tener nada más con un chico al que saco veinte años. Confieso que quise conocerlo para experimentar una fantasía, no para una relación estable, aunque si fuese el caso me lo pensaría. Estamos en esta vida para disfrutar".
Es precisamente la necesidad de tener expectativas realistas lo que puede asegurar que estas experiencias sean positivas. "Una cosa es el sexo y otra tener una relación de pareja", dice Miren Larrazábal. "No se puede buscar pareja a través del sexo porque a lo mejor por ahí no funciona. De lo contrario, vas a caerte con todo el equipo".
Gestionado así, ni es un rasgo de inmadurez —parece más propio de personas maduras pretender estabilidad, tranquilidad y apoyo mientras que el sexo ocasional se identifica con gente en fase de crecimiento emocional— ni puede producirse un enganche, dado lo fácil, placentero y divertido que resulta. "Si una mujer decide en su pleno derecho que su vida sexual a partir de ahora va a ser esta, a través de aplicaciones y conociendo a chicos jóvenes, no tendría por qué haber ningún problema", añade la sexóloga.
Olga (51) conoció el pasado verano a un chico de 32 en una terraza; ambos tomaban el aperitivo. Le pareció que "estaba buenísimo". Ella estaba sentada al sol; él a la sombra. Apelando a la alta temperatura (ambiental), abanicándose con la mano mientras murmuraba "¡uf, qué calor!", el chico vino a su mesa.
Pasaron el resto del día juntos. Esa noche, después de unas copas, se besaron. Al día siguiente, se acostaron; pasaron ese mes juntos. "Sientes que tienes una posición de poder", admite Olga. "La edad y la experiencia te sitúan un escalón por encima, no es una relación de igual a igual. Y los hombres han llevado las riendas en toda mi vida, está muy bien sentir que por una vez las llevas tú. Es interesante verte en ese juego de espejos, conocer más cosas de ti misma".