¿Se puede ser virgen a los 50? Matizaremos la pregunta: ¿Se puede ser feliz a los 50 sin haber probado el sexo? Una vez descartadas aquellas personas cuyo celibato viene impuesto por su condición religiosa, la posibilidad de dar con alguien que nos responda se reduce a la mínima expresión. El empeño provoca suspicacia: ¿acaso es motivo de burla?, preguntan. También extrañeza: "Siempre hay raritos", contestan otros. Y una gran duda: ¿Qué es exactamente la virginidad? ¿Quedan excluidas otras prácticas sexuales diferentes al coito? Tiene razón este último lector, pero nos quedaremos con el término tradicional del término: "persona que no ha tenido relaciones coitales".
Después de varias semanas sin cejar en nuestro intento, echamos mano de un fenómeno demográfico que se repitió en los años ochenta en diferentes zonas rurales, cuando las mujeres jóvenes emigraron a las ciudades a estudiar o a trabajar, mientras los hombres prefirieron quedarse en los pueblos. Así es como damos con Darío, un ebanista que vive en las afueras de Soria. Es un verdadero artista de la madera y dedica al oficio parte de su vida. La conversación arranca con el asunto de la soltería e inevitablemente llega el interrogante que nos lleva hasta él. ¿Cómo es eso de llegar virgen a los 52, que son los años que él tiene?
Para entenderlo, nos resume su biografía deteniéndose, en primer lugar, en la adolescencia. "En esa época -relata- el sexo era tabú. Nadie hablaba de ello y todo estaba prohibido. En las verbenas de los pueblos nos gustaba pelar la pava, pero no pasábamos del tonteo. Luego llegó esta etapa en la que las chicas jóvenes dejaron el pueblo y cuando regresaban para pasar unos días ya nos miraban por encima del hombro. Toda esta comarca se llenó de solteros y desde entonces cada uno se busca la vida como puede".
Darío nunca vio la ocasión de estrenarse sexualmente y fue algo que dejó pasar sin que se preocupase por ello. Hace tiempo dejó de dar detalles de su vida sexual: "Me cansé de sentirme un bicho raro, de que me preguntasen si era homosexual y de que se tomasen la confianza de especular si aún no me había definido o si sería asexual".
Dice que cuando escuchó por primera vez la palabra asexual se quedó muy intrigado y buscó en Google su significado. "Al descubrir que los asexuales no sienten atracción sexual hacia nadie, descarté que yo lo fuese. Claro que he deseado y me he sentido atraído sexualmente, pero quizás no se dieron las condiciones para llegar a más".
Aclara también que físicamente se ve atractivo, que no sufre ninguna patología y que no arrastra ningún trauma sexual, sentimental, familiar ni de ningún otro tipo. "Disfruto de mi soltería y tal vez nunca he sentido interés suficiente en una persona para consumar un acto que, por mi escala de valores, me llevaría a una relación romántica o a un compromiso, al menos a corto plazo".
Con tanta peripecia, Darío podría protagonizar el remake de 'Virgen a los 40', una comedia en la que Steve Carrell da vida a un madurito virgen. Dicen que los guiones de la película, dirigida por Judd Apatow, fluyeron de forma improvisada. Al contrario que su protagonista, un hombre inocente y con un punto de torpeza que le hace resultar cómico en su persecución erótica, este soriano se siente dichoso con su vida.
Lo que sí comparte con él es el mal trago de haber pasado por citas dignas de echar en el olvido y también las bromas y consejos de amigos, familiares y todo aquel que tiene conocimiento de su virginidad. "Todo el mundo se empeña en resolver mi celibato y me han hecho vivir momentos muy incómodos, aunque prefiero tomarme todo esto con un magnífico sentido del humor", puntualiza.
Entendemos que Darío considere irrelevante el hecho de no haber practicado nunca el coito, pero los datos confirman que a los 50 la virginidad es una rareza. El 73,4% de los jóvenes ha mantenido relaciones sexuales coitales y la edad media de inicio es de 16,4 años, según la última encuesta de la Sociedad Española de Contracepción. De acuerdo con estos datos, Darío lleva 35 años de retraso. Y parece dispuesto a seguir sumando.
"No deja de ser una condición que, de prolongarse, proyecta una sombra de sospecha sobre la persona", afirma el psicólogo Roberto Palacio, quien señala la transformación y la ambigüedad del concepto en las últimas décadas. "Ha pasado de ser, haciendo referencia a una visión de hace más de 50 años, una especie de regalo que se conservaba para otros, a un ritual de paso en la década del 70 y 80, del cual uno salía inexorablemente transformado. En los 90 se convirtió en una especie de estigma. Todavía hoy la virginidad sigue siendo todas estas cosas".
La idea del estigma la corrobora una encuesta publicada en The Journal of Sex Research, centrada en heterosexuales de 18 a 71 años, que demostró que los adultos que aún no han practicado relaciones coitales se sienten etiquetados como "diferentes", "raros" o "fracasados" debido al lugar que ha tomado el sexo en nuestra cultura occidental. "Somos seres sociales y la presión es tan fuerte que terminan sintiéndose bichos raros", escriben sus autores.
La ciencia también le da vueltas a la virginidad y una de las últimas conclusiones llega de la Universidad de Oxford donde un grupo de investigadores han encontrado hasta 371 variables genéticas que determinan la primera vez que nos acostamos con alguien e incluso la llegada del primer hijo. Algunos de estos indicadores estarían relacionados con enfermedades, como la diabetes tipo 2 o el TDAH. Para Darío es mucho más básico, una cuestión de prioridades. A cambio, bromea y garantiza que, de seguir así, morirá sin haber contraído jamás una enfermedad de transmisión sexual.