¿Seré capaz? ¿Me va a fallar ahora cuando más necesito que dé la talla? ¿Qué explicación hay para esta flojera? Francisco, de 56 años, empezó a agobiarse con el asunto viril antes de regresar a Barcelona una vez que la situación pandémica mejoró. Es ingeniero y trabaja para una empresa maderera en Gabón, en África. Allí le pilló el cierre de fronteras y posteriores limitaciones al movimiento entre países debido al coronavirus. "No sé si fue el nerviosismo, la incertidumbre del regreso o sentir que los años pasan… Por un cúmulo de cosas, mi deseo sexual cayó en picado. Me preocupó enormemente porque el sexo es lo que había mantenido a flote nuestro matrimonio durante más de dos décadas, a pesar de mis largas ausencias por trabajo".
Cuando por fin se atrevió a compartir su inquietud con sus colegas, Francisco descubrió que no era el único y, medio en broma, empezaron a barajar diferentes opciones. De hecho, al buscar información vio que estas cosas pasan con más frecuencia de lo que habría llegado a pensar. De acuerdo con la Urology Care Foundation, alrededor de 152 millones de hombres ocasionalmente tienen problemas para tener o mantener una erección. Más del 50% entre los varones de 40 a 70 años. Pero no encontraba argumento capaz de convencerle y, cuantas más vueltas le daba, más mustio notaba su órgano.
Antes de volver a España, tuvo varias conversaciones telefónicas con su andrólogo, Carlos Trilla. "Tengo que volver a casa firme, doctor", le dijo. Este le tranquilizó y analizó las diferentes condiciones físicas de su paciente. Es un hombre sano y tanto su presión arterial como su colesterol son correctos. No sufre diabetes ni enfermedad cardiovascular. Practica ejercicio, no fuma y solo bebe alcohol de vez en cuando. "¡Una verdadera alhaja!", bromea Francisco. Todo parecía indicar que su recién estrenada disfunción eréctil se debía a un problema emocional. "El sexo necesita tener la mente a punto, tanto como el cuerpo", le advirtió su médico y a continuación le habló de cómo el estrés y las preocupaciones emocionales se han convertido en motivo frecuente de esta patología.
Una vez encontrada la causa, valoraron el tratamiento. Francisco descartó la viagra. "Es la solución perfecta para alguien que tiene citas esporádicas, pero ¿cómo voy a programar yo la actividad sexual y fijar una hora para hacer el amor con mi mujer?", nos explica. Frente a esta opción, encontró una más convincente precisamente por su largo tiempo de acción, Cialis. Este fármaco, cuyo principio activo es el tadalafilo, tiene un periodo de respuesta de hasta 72 horas, aunque su efecto empieza a partir de los 30 minutos. Según un estudio de Lilly, la compañía que lo desarrolló hace ya 18 años, el 80% de los hombres que lo han tomado han mejorado su capacidad de erección y los efectos secundarios han sido leves y transitorios. Y es especialmente eficaz en pacientes con diabetes.
Cuando volvió a España, Francisco tenía ya la receta preparada con información sobre la dosis exacta y la advertencia clara de que se trata de un medicamento. En su caso, los habituales efectos secundarios, como dolor de cabeza, indigestión, dolor de espalda y molestia muscular, están siendo muy leves, casi inexistentes. Tanto para él como para Lucía, su mujer, "Cialis ha sido un soplo de aire fresco en la relación". Le permite estar siempre a punto de una manera eficaz, segura y natural. "Como hombre todavía joven, con muchas ganas de disfrutar y de vivir una relación sexualmente activa, me ha subido la moral y me siento mucho mejor física y anímicamente. Me frustraba muchísimo la idea de no ser capaz de mantener una erección suficiente que garantizase una actividad sexual satisfactoria".
Después del sofoco vivido durante sus últimas semanas en Gabón, no le cuesta reconocer que esta pequeña ayudita le está salvando. Cialis es solo uno más en la familia de fármacos para tratar la disfunción eréctil, mejorar el flujo sanguíneo y restaurar la erección. Tiene ventajas frente a la viagra u otros medicamentos similares, pero es el medico quien debe evaluar la conveniencia o no de tomarlo, a partir del estado de salud, sobre todo en pacientes con problemas hepáticos o renales. Su efecto se observó en varios estudios con miles de pacientes con disfunción eréctil, comparando los resultados con los de un placebo. Cialis fue mucho más eficaz que el placebo en todos. El 81% indicó que había mejorado sus erecciones. Incluso en pacientes con hiperplasia prostática benigna, los resultados revelaron una mejora significativa de los síntomas transcurridas 12 semanas de tratamiento.
La aparición de fármacos contra la disfunción eréctil cambió para siempre la vida sexual en medio mundo. Solo unas semanas después de la aprobación de viagra, en 1998, más de 40.000 españoles recibieron su receta. La famosa pildorita azul se ha administrado ya a decenas de millones de hombres permitiéndoles coitos que estaban destinados a fracasar. Hasta ese momento, los fármacos existentes para tratar esta patología eran demasiado agresivos. Cialis se aprobó en 2003 Una de sus ventajas es que no es un tratamiento continuado con el que haya que seguir una pauta. Se usa cuando se necesita y su efecto es prolongado. El de la viagra, sin embargo, se pasa en unas cuatro o seis horas. Además, Cialis se puede tomar con cualquier alimento o bebida, mientras que la viagra mejora su efecto con el estómago vacío. Suele aconsejarse a personas que, como Francisco durante sus estancias en España, mantienen relaciones sexuales con regularidad, no para encuentros puntuales como sucede con viagra. Hay quien la conoce como la pastilla del fin de semana.
Un metanálisis publicado en International Urology and Nephrology comparó sus principios activos y los resultados confirmaron que tanto los pacientes como sus parejas prefirieron el tadalafilo (Cialis) al sildenafil (viagra). No obstante, el nivel de satisfacción en cuanto a eficacia y seguridad fue similar. En cualquier caso, su función es corregir el componente orgánico de la disfunción eréctil. No actúan sobre la libido, el impulso sexual o el interés erótico hacia una persona. Afortunadamente, ninguno de estos factores tiene por qué decaer con la edad y cualquier adulto mayor de 50, 60 y más puede disfrutar de una vida erótica y emocional muy rica y satisfactoria.
En sus últimos años de vida, el actor Paul Newman participó de forma muy activa en una campaña europea impulsada por los laboratorios Lilly para derribar mitos sobre la disfunción eréctil y acabar con esas expectativas culturales que antes impedían a la mayoría de los hombres buscar ayuda. A sus 78 años, el galán de ojos azules aseguraba conservar la potencia de sus coches de carreras. Y seguro que no era fanfarronería. De acuerdo con una encuesta dirigida desde la Universidad de Michigan, el 40% de los participantes, todos mayores de 65, admitió que su vida sexual era activa y más del 50% de los que tenía pareja aún mantenían relaciones íntimas. Estos porcentajes suben hasta el 91% en hombres de 50 a 60 años. La gurú estadounidense Iris Krasnow tiene un secreto para conseguirlo: incluir la pasión en la lista diaria de cosas por hacer. Una vez avivada la pasión, Cialis o cualquier otro fármaco hará el resto.