En lo referente al acto sexual siempre ha habido comentarios que han condicionado la actitud o la seguridad de muchas personas, entre ellos la duración. Se supone que cuanto más dure el hombre más satisfactoria es la relación, pero obviamente eso no tiene nada que ver y es una creencia que ejerce una gran presión sobre los hombres. Pero aguantar demasiado puede llegar a ser un problema para uno mismo y también para la pareja. Esa es la eyaculación retardada, la dificultad del hombre para eyacular aunque reciba los estímulos sexuales y la excitación necesaria para hacerlo.
Diagnosticar este problema no es sencillo, en parte porque el sexo continúa siendo un tema tabú aún requiriendo de la ayuda de especialistas, pero por lo general, para detectar que existe eyaculación retardada, también denominada aneyaculación, se deben cumplir ciertas condiciones. Por supuesto deben existir problemas para eyacular que no son un caso aislado, además de que se tienen que haber prolongado en el tiempo y esto comienza a generar malestar o problemas con la pareja. Entonces no hay duda de que se debe recurrir a un urólogo, a un psicólogo o sexólogo, o incluso a ambos.
La eyaculación retardada puede clasificarse de distintas formas. La primera es cuando el hombre consigue eyacular tras mucho rato, la segunda se produce cuando es incapaz de hacerlo mientras mantiene relaciones sexuales pero lo consigue sin la penetración, y el tercer caso es cuando nunca o casi nunca puede eyacular. Puede que siempre se haya sufrido este problema, pero también es muy posible que, tras una vida sexual normal, aparezca.
Determinar exactamente cuál es la causa es una tarea complicada debido a que puede producirse por muchos factores. Entre ellos, puede aparecer tras una operación en las vías urinarias o por problemas que provienen de otras patologías, como la diabetes. Así mismo, el consumo de drogas y algunos medicamentos, como los antidepresivos, pueden desencadenar este problema, al igual que el envejecimiento, que trae consigo una falta de sensibilidad.
Los factores psicológicos también tienen un papel clave en el desarrollo de este trastorno, en donde las experiencias sexuales del pasado negativas pueden jugar una mala pasada en el presente. La autoexigencia por complacer a la pareja, el estrés o problemas con la pareja también pueden ser causantes de la aneyaculación. De todas formas, algunos hábitos de masturbación pueden ocasionar que durante las relaciones sexuales no se consiga eyacular, algo que sí se logra en la masturbación, pues si se hace con frecuencia o de un modo distinto a la penetración puede resultar complicado.
Este trastorno está claro que afecta en primera persona a quien lo sufre en sus propias carnes, pero también a la pareja, que puede pensar que no sabe estimularle o ya no es lo suficientemente guapa para excitarle, generando dudas y malestar en el núcleo de la relación, en especial cuando hay un deseo por concebir un hijo, imposible si no se genera la eyaculación.
Por eso tratarlo es importante. Por una parte se debe acudir a un especialista en urología que constate que el problema no tiene nada que ver con alguna patología o anomalía que pueda ser tratada por su parte. Entonces es el momento de exponer el problema ante un psicólogo o sexólogo que ayude a mejorar las relaciones sexuales. En este caso se debe buscar cuál puede ser el origen para realizar una terapia adecuada para cada caso.
Estos tratamientos pueden ser muy distintos. En ocasiones puede que el punto sea acabar con falsas creencias o mitos que puedan estar afectando a la vida sexual del hombre, mientras que en otros puede que la clave sea la terapia de pareja en la que se necesiten solucionar conflictos entre ellos para poder mantener, al fin, relaciones sexuales sin ningún tipo de tensión. Otros métodos son terapias en las que el hombre aprenda a relajarse, a disfrutar y a alejarse de las preocupaciones y la ansiedad que le pueden provocar las relaciones sexuales.
No poder mantener relaciones sexuales satisfactorias por culpa de la eyaculación retardada es un problema que se debe tratar para poder volver a disfrutar de una vida sexual plena con la pareja. Acudir a los especialistas adecuados para optar por la mejor terapia es clave, así como la comunicación con la pareja. Poco a poco se puede volver a recuperar la actividad normal, así que no dudes en consultar y pedir ayuda.