Julio y Susana tienen 58 y 54 años respectivamente y llevan juntos desde la treintena. Desde el principio de la relación disfrutaron de los juegos de rol con intercambio de poderes en los que Julio se somete a los caprichos de Susana, que se divierte ejerciendo un papel dominante, de forma totalmente consensuada. Sobre los inicios de los juegos, Julio se pronuncia así: "Siempre me atrajo la idea, desde que era un chaval, y antes de conocer a Susana tuve algunas experiencias pero bastante torpes y esporádicas, muy poco intensas, no llegaba a disfrutar plenamente, además no confiaba del todo y me ponía nervioso, la comunicación y la conexión son muy importantes para que este tipo de cosas salgan bien o al menos eso me parece a mí. Cuando empezamos a salir le conté a Susana que me atraía la dominación femenina, que era mi gran fetiche, y a ella le encantó la idea. Desde ese momento las cosas no han hecho más que mejorar".
Susana coincide: "Si pienso ahora en los inicios de nuestros juegos me da mucha ternura, nos conocíamos poco y no controlábamos mucho ninguno aunque lo pasábamos muy bien probando tantas cosas por primera vez, para mí era totalmente nuevo, había fantaseado con ideas parecidas pero nunca había probado y fue todo un descubrimiento. Muy divertido, la conexión entre nosotros siempre fue potente y yo a veces me sentía un poco culpable pero me lo pasé bomba desde el principio, la verdad. Luego además veía que él estaba tan contento que encima de ponerme y divertirme mucho resultaba gratificante".
Pero aunque las sensaciones fuesen positivas, ambos aseguran que el proceso empezó a consolidarse varios años después: "Algunas veces probábamos caminos que no eran de nuestro agrado pero acababa siendo positivo, hablábamos sobre ello durante horas o incluso días, aprendíamos un montón. Fue un proceso muy interesante y lo sigue siendo, pero cuanto más nos conocemos más fácil y profundo es, por lo que los años sin duda han jugado a nuestro favor. Cuando pasamos los dos de los cuarenta fue cuando nos empezamos a sentir expertos", explica Susana, "nos conocíamos bien, sabíamos lo que funcionaba y lo que no, habíamos probado un montón de cosas y confiábamos muchísimo el uno en el otro. Aprender fue muy bonito pero la sensación de compenetración no la cambio por nada. Aun así todavía tenemos ganas de traer ideas nuevas y experimentar, y sobre esa base de confianza, respeto y conocimiento mutuo es muy fácil".
Juan Pedro y María tienen los dos 52 años y se conocen desde hace trece, pero no hace mucho que decidieron ampliar sus fronteras sexuales con un resultado muy satisfactorio. María lo cuenta así. "Nos iba bien más o menos en todos los sentidos, teníamos una convivencia buena y una vida sexual saludable y variada, y hace un par de años empezamos a hablar de fantasías de una forma más abierta y concreta, fue algo refrescante y sorprendente que ocurrió a raíz de una conversación con una pareja amiga. Al principio recuerdo que estábamos muy tímidos y que cuando hablábamos hacíamos como que esas fantasías de dominación y sumisión no tenían por qué cumplirse, como si fuera sólo un tema en el aire del que es divertido hablar, pero a lo tonto sacábamos mucho el tema y al final nos dejamos de tanteos y nos decidimos a ir probando poco a poco".
De forma ocasional habían tanteado actividades sexuales ligeramente distintas a las que solían practicar pero de una forma incipiente: "Alguna que otra vez habíamos probado a que uno de los dos ejerciera cierta presión sobre el otro, normalmente él sobre mí pero también a la inversa de vez en cuando", cuenta María, "pero no con una intención concreta, con una intención psicológica tan consciente como la de ahora, que puede surgir de forma espontánea pero a veces planeamos las cosas, nos ponemos de acuerdo, hacemos preparativos... Hablar con claridad del intercambio de poderes cambió mucho la cosa hacia ese camino. La experiencia fue muy excitante desde el primer momento, para mí sin duda lo mejor que me ha pasado sexualmente en la vida".
Al preguntar sobre lo apropiado del momento que atravesaban como pareja para la experimentación, María lo tiene claro: "Alguna vez he caído en la trampa de pensar que qué pena no haber empezado antes, ¿no? Pero a estas alturas lo acepto sin más, y pensándolo mejor incluso estoy segura de que en otro momento hubiera sido conflictivo, recordando como yo era pienso que a mí por lo menos me hubiera causado dudas, creo que no estaba del todo preparada para dejarme llevar así, pero esto ha ocurrido en el momento justo, cuando ya estaba segura de lo que me apetecía y lo que no, no me daba ningún apuro expresarlo con sinceridad ni entregarme a estos deseos. Para Pedro ha sido exactamente igual. Desde que empezamos a hablar más y a probar hemos seguido con los juegos y me alegro muchísimo de que nos atreviéramos a explorar juntos. Para mucha gente serán perfectos los veinte años o los cuarenta o nunca, lo que cada cual necesite porque cada persona es un mundo, pero para nosotros ha sido idóneo así".
"Si se tiene curiosidad a cualquier edad no hay motivo para estancarse", añade Pedro, "esto también nos podía haber pasado dentro de diez años y hubiera estado igual de bien. De hecho quién sabe si a esa edad se nos ocurre una nueva aventura. O nos quedamos así, o cogemos otro camino, es que cualquier cosa me parece bien siempre que se haga lo que a cada uno le apetece sin tener en cuenta prejuicios o lo que se supone que es apropiado para tu edad, y más en la intimidad".