Ni bromas ni tabúes: hablamos sobre su sexualidad con hombres de más de 60
Conversamos sobre viagra, ligar tras el divorcio, vasectomía u homosexualidad
Seguro que lo has notado. El modo de hablar de sexo de los hombres que hoy tienen entre cincuenta, sesenta y setenta años ha estado marcado, en general, por la carcajada, los tabúes y la desinformación. Un rasgo generacional sobre el que nos hemos puesto a pensar. Y a hablar. Desde un punto de vista natural, y dejando atrás los clichés, hemos charlado con varios varones de esa franja de edad sobre la diversidad de su intimidad y cómo la comunican a los otros, y hemos pedido a un experto que nos dé su visión sociológica del asunto.
No ha sido fácil encontrar a varones que quieran hablar con nombres y apellidos sobre sexo. Sobre su intimidad en la sexualidad, más bien. Lo primero que surge es la risa, porque este tema, independientemente de la edad, suele hacer gracia. Después, a menudo, nos encontramos con un muro que imposibilita la comunicación directa y honesta.
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Hay que valorar desde ya la experiencia, el conocimiento de sí mismo, el saber qué te gusta
Ganada la confianza y garantizado el entorno de seguridad, la cosa empieza a fluir. Y ahí ya sí aparecen los relatos sinceros: las primeras citas tras un divorcio doloroso, cómo es haber estado solo con una persona en toda tu vida y estar satisfecho, cuándo y por qué se usa la viagra y la cialis, salir del armario contigo -contigo mismo y con tus hijos-, por qué la vergüenza y la vasectomía tienen aún que ver o dónde colocamos la virilidad.
Pero, ¿a qué se debe este pudor generacional? Sobre los pormenores de este comportamiento tiene mucho que decir el terapeuta experto en sexología Miguel Vagalume, docente en la Escuela Sexológica y activista en el proyecto Golfxs con principios: "En los hombres a partir de los cincuenta, se suma haber vivido una juventud con poca información y luego llegar a una época en la que se premiaba la transgresión, la promiscuidad y ser muy activos sexualmente. Por si fuera poco, se encuentran ahora en otro tiempo de muchos cambios, por ejemplo en medicación y diversidad", nos explica.
Sobre los impedimentos que hacen complicada la naturalidad lo tiene claro: la educación tiene mucho que ver. "El elemento en común a todo es la escasa información para comprenderse a sí mismos, la nula (o casi) educación sexual y los pocos relatos realistas sobre sexualidad masculina en la madurez".
Es el caso de Salvador (64 años), que se divorció hace casi diez años y empezó a tener citas con varias mujeres, hasta que el cuerpo le pidió de nuevo una relación estable y la encontró con una compañera de trabajo, pero nunca ha hablado demasiado sobre sexo: "No hablo mucho del asunto y si lo hago no le doy importancia. Ni tengo una gran necesidad ni me fío mucho de lo chismosa que es la gente. Y entre hombres, la verdad, me da la sensación de que es muy difícil conversar en confianza".
Los prejuicios sociales -que también son íntimos-, era de esperar, son la clave en este tema, como Vagalume ha venido analizando en los últimos años. También el peso que se le da a la juventud literal como valor primordial: "No ayuda que vivamos en una cultura donde la sexualidad de todo el mundo se mide por su capacidad reproductiva y la energía y los impulsos. Eso hace que se considere que un hombre comienza a ser activo en su juventud y deja de funcionar a partir de los cincuenta", explica el experto.
Es hora de cambiar los relatos y redescubrir una vida sexual y sentimental llena de riqueza en cualquier década
Así nos lo cuenta José (70 años), que lleva más de cuarenta de feliz matrimonio con su esposa y hace cuatro le operaron de próstata. Es consumidor habitual de Cialis, lo que le permite tener una vida sexual activa aunque deba 'planearlo un poco más que antes', pero no le apetece que 'absolutamente' todo el mundo lo sepa: "Mis hijos, mis hermanos, mis cuñados, hasta los nietos lo saben y no me importa que se pregunten cosas. Pero con la pandilla de amigos que tengo con mi mujer pues prefiero no sacar el tema porque hay tres o cuatro pesados, así de claro. Son los de toda la vida, los que hacen que no se pueda hablar bien de las cosas, en casi todos los grupos hay algunos tipos así que se ponen nerviosos con estos temas por represión o por lo que sea".
El caso de Luis (69), que no ha estado con otra mujer que no sea su esposa y 'bien contento', es peculiar: pudo hablar abiertamente con su padre sobre sexo. Aún así, admite que con amigos o primos de su edad la comunicación 'no fue tan fluida': "Si salía el tema todo eran risotadas, creo que por vergüenza, pero hasta yo mismo me he visto ahí alguna vez, fardando de que me iba bien con mi mujer. Depende mucho de cuánta gente sea también. Si somos dos o tres se puede hablar más sinceramente, con más es difícil centrarse, además de que no te fías de lo que vayan diciendo luego por ahí. No he visto que eso haya cambiado con el tiempo".
M.J. (62 años) también se ha encontrado con la misma mezcla envenenada de prejuicios y bromas. Se hizo la vasectomía hace veinte años y a lo largo de estas dos décadas ha tenido que soportar más de una frase desafortunada: "Me la hice porque teníamos ya tres hijos, ella estaba cansada de tomar la píldora y se sentía fatigada y mi opción era más fácil. No me arrepentí nunca, nuestra vida se vio muy facilitada y no noté ningún cambio. Aunque sí he sufrido comentarios despectivos y chistes, algunos desde el cariño y la comprensión que no me han molestado, pero otras veces no me ha hecho gracia. Tonterías sobre castración, sobre pérdida de la potencia sexual, la virilidad, que no me molestarían si no viera que hay de verdad un prejuicio detrás, un aire de superioridad".
El elemento en común a todo es la escasa información para comprenderse a sí mismos
Si entramos en la historia de Henry (63), irlandés casado con una española que se divorció y a los años se declaró homosexual para volver a casarse, esta vez con un hombre, la cosa se complica. Sobre todo al contárselo a su hija, que fue lo más complicado. Más allá de ese entorno encontró un extraño y sintomático mutismo: "Comentarios fuera del entorno familiar ha habido pocos, más bien puro silencio". Lo que no se nombra no existe.
Para comenzar a abordar las cosas de otro modo, Vagalume propone observarnos, ver qué hay realmente debajo del sentido del humor, y comenzar a destacar, en lugar de menospreciarlas, las virtudes que se potencian en el hombre con el paso del tiempo: "Hay que valorar desde ya la experiencia, el conocimiento de sí mismo, el saber qué te gusta y otras características que seguirán aumentando con los años, en lugar de subrayar esa vivencia típica de la masculinidad activa, constantemente deseante, que da por por hecho que las ganas y ponerlo en práctica son lo mismo".
E insiste: "Hay que escapar de esa trampa, sobre todo cuando aparecen cambios inesperados más allá de los cincuenta, que hacen más complicado entender qué está sucediendo y pueden llevar a evitar las relaciones sexuales o a verse erróneamente como poco hombre. Es hora de cambiar los relatos y redescubrir una vida sexual y sentimental llena de riqueza en cualquier década".