Henry, 63 años: "Lo más difícil de salir del armario fue contárselo a mis hijos"
En el Día del Orgullo LGTBI+, hablamos con Henry de cómo consiguió por fin ser él mismo
Desde que el Congreso aprobó la histórica ley del matrimonio igualitario hace 14 años, se han celebrado en España más de 40.000 bodas entre parejas del mismo sexo (2,1 millones heterosexuales). En un principio fueron más hombres que mujeres los que se dieron el 'sí quiero', pero en los últimos años la cifra se ha equilibrado. Aunque cada vez se case menos gente, ame a quien ame, para muchas personas ese respaldo legal sirvió de trampolín para llevar con más naturalidad su intimidad.
Es el caso de Henry, irlandés de 63 años que vive en España, que estuvo casado 25 años con una mujer, con la que tuvo un hijo y una hija, y que comenzó a explorar sus deseos tras el divorcio. Todo, en secreto, incluida su nueva pareja hombre durante un tiempo. Salir del armario delante de su madre y de sus dos hijos fue "lo más complicado", aunque "todo ha mejorado mucho después, una vez dado el salto a estar bien conmigo mismo". Aquí, su testimonio:
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"Yo estuve casado con una mujer casi 20 años, tenía 45 cuando nos divorciamos. Nunca la había engañado ni tenía conciencia de ser gay porque no me lo había llegado a plantear. Es complicado pensar en eso. Quería a mi mujer y tuvimos un hijo y una hija, nos divorciamos por diferencias en la convivencia, discusiones, no era un buen hogar. Al volver a estar solo pasé un largo periodo sin tener ninguna experiencia con nadie más. Varios años.
Empecé por contárselo a mi exmujer y fue una mala decisión
Casi con 50 me descubrí explorando un lado de mí que había estado toda la vida cerrado, que no pensaba ni que existiera. Al principio me sentía sucio, culpable, pero también liberado e ilusionado. Pensé que tal vez era bisexual pero salí con dos hombres en secreto y me di cuenta de que sentía una emoción distinta. Estaba contrariado y era un enorme secreto para mí, algo oscuro.
Entonces empecé una relación con el que ahora es mi marido. Estaba verdaderamente enamorado y nadie lo sabía. Estuvimos tres años juntos y ya casi vivíamos juntos. Me sentía satisfecho y feliz pero también muy raro de no poder compartir eso con ningún miembro de mi familia, ni mis hijos ni mi madre, todo oculto, estar en el armario es duro y más aún cuando tienes algo bonito que te gustaría compartir. Mi madre es irlandesa, católica, tenía mucho miedo de su reacción. Entendíamos que era difícil y resultaba más cómodo así.
Pero entonces empezamos a pensar en casarnos y los dos nos ilusionamos con la idea de hacerlo oficial y público, con ser aceptados y normalizar la situación. El problema era mi familia, la suya estaba al tanto. Entonces yo tenía 54. Decidí empezar por mi exmujer, supongo que fue una mala elección. No sé cuál hubiera sido mejor, la verdad.
Mi hija mayor se disgustó muchísimo. Estaba dolida y enfadada conmigo
Se lo tomó muy mal, como algo personal, se sentía engañada. Entendí su choque y su dolor, cómo no, aquello la hacía dudar de todo nuestro matrimonio, que de repente le parecía una estafa. Fue muy difícil, muy difícil, no se podía avanzar hacia la aceptación de mi nueva vida.
Ese mismo día, como todo había explotado ya, se lo conté a mi hijo y mi hija. Les dije que estaba enamorado de un hombre y que nos queríamos casar. Mi hijo es el pequeño y lo entendió mejor pero la mayor, que entonces tenía 25 años, se disgustó muchísimo. Estaba dolida y enfadada conmigo, sentía rencor hacia su sufrimiento y el de su madre durante el divorcio.
Es un momento muy doloroso. Ya ha pasado. Acabaron adaptándose y viniendo a la boda, conocieron a mi marido y entendieron la situación. Para mi madre, quien yo pensaba que se lo tomaría peor que nadie, no fue tan importante, eso es curioso. Y bueno, las cosas siguieron mejorando, todos llegamos a comprendernos y perdonarnos. Diría que ahora todo está en orden. Y comentarios más allá del entorno familiar ha habido pocos, más bien puro silencio".