Se quejaba el humorista irlandés Dave Allen de vivir atados a un reloj. Fichamos en el trabajo, volvemos a casa, comemos, bebemos y nos acostamos según nos dice el reloj. "Te jubilas y ¿qué te regalan? ¡Un puto reloj!", decía en uno de sus monólogos. Al cómico se le escapó un detalle: también en asuntos de cama se nos exige quisquillosa puntualidad. El riesgo de no cumplirla es que nunca estaremos sexualmente satisfechos. Lo malo es que, igual que siempre hay uno que ama más, también siempre uno de los dos tiene mayor entusiasmo, virtud indispensable en la pareja, según la hora que marca su reloj biológico. Este es el que regula nuestro momento de máxima alerta o agotamiento, además de otros muchos fenómenos metabólicos y fisiológicos, entre ellos, nuestro apetito sexual.
Cuando se inicia la relación, generalmente uno corre al encuentro del otro, sin que importe el día, la hora o el lugar. Al cabo de un tiempo, las direcciones son opuestas y las hormonas sexuales siguen un ritmo diferente. "No nos ponemos de acuerdo ni hormonalmente", bromea Ana Castro Liz, psicóloga y sexóloga, quien nos aclara cómo funciona esta biología interna tan caprichosa.
"Los niveles de testosterona masculinos y femeninos son más elevados en los extremos opuestos del día, pero si existe una hora del día en la que tenemos mayor deseo sexual es por la mañana, sobre todo ellos. Entre las seis y nueve se incrementa la testosterona, debido a que la glándula pituitaria del cerebro masculino se pasa la noche produciendo hormonas sexuales de manera constante. Por ese motivo al despertarse los niveles han aumentado considerablemente y es el propio cuerpo el que pide fiesta mañanera".
¿Qué hace mientras el cerebro femenino? "Para ellas, la producción de la testosterona (hormona principal deseo sexual presente en ambos sexos) se mantiene en equilibrio a lo largo del día, en parte por los estrógenos y la progesterona, pero es casualmente por la noche cuando alcanza su punto más álgido", explica Castro Liz. Se acaba el día y es cuando se activa con más facilidad su deseo de relaciones sexuales. Los científicos comparan el fenómeno con la disimilitud de los búhos y las alondras en el reino animal. Unos noctámbulos, otros tan madrugadores.
Un estudio de la firma erótica Lovehoney confirma que los hombres prefieren el sexo mañanero. A eso de las siete de la mañana, antes incluso de tomarse un café. Ni siquiera las prisas valen como excusa. Su cuerpo despierta predispuesto, por lo que no necesita más preliminar. Ellas, sin embargo, sí exigen una preparación previa. Una ducha, unas caricias… Tampoco el primer aliento de su pareja suele ser el más excitante. No es la única evidencia.
Investigadores de la Universidad de Varsovia, autores de un estudio publicado en la revista 'Frontiers and Psychology', han estudiado a fondo el comportamiento sexual en las relaciones románticas. A ellos mismos les sorprendió comprobar que el momento elegido por las parejas para sus encuentros suele ser el peor posible, entre las 21,00 y la 1,00 de la madrugada. No les extrañó, por tanto, que el porcentaje de voluntarios que confesaron en sus cuestionarios que no disfrutan de un buen sexo fuese superior al 60%. Reconocieron que el sexo antes de dormir se había convertido más en una tarea rutinaria que en un rato de placer.
La ciencia propone las nueve de la mañana. A esa hora, la mujer presenta su mayor nivel de endorfinas y el hombre de testosterona. Habrá que olvidarse de asuntos estéticos y dejarse llevar por el calor que emana el cuerpo que está a nuestro lado, el contacto con la piel y el placer de desperezar los sentidos al mismo tiempo. Es verdad que con la edad no todos los cuerpos celebran sus despertares de una forma tan entusiasta, pero si se puede invertir en erotismo esos primeros minutos del día, la recompensa es inmediata.
El sexo mañanero sube el ánimo, aumenta las defensas, mejora la circulación sanguínea, ayuda a prevenir enfermedades cardiovasculares y la diabetes, alivia dolores crónicos y fortalece las articulaciones, huesos y músculos. Por otra parte, el sexo requiere una mínima inversión energética y por la noche el cuerpo lo que pide es relajarse y prepararse para el día siguiente.
Castro Liz no descarta la opción del sexo después de las comidas. "Es un buen momento debido a que se está más satisfecho y descansado. Si además se dispone de un tiempo para dedicarse a darse mimos en pareja, beneficiará a que la libido haga su aparición en ambos sexos". De todos modos, la experta aclara que el deseo es algo único.
"Varía según la mentalidad, creencias, hábitos, estado de salud física y mental, circunstancias personales, sexo y edad”. Este último factor es decisivo. La libido se reduce gradualmente con la edad. La sexóloga invita a las parejas a prestar más atención al estado anímico, sentimientos de la pareja u otras circunstancias que puedan boicotear el deseo que a nuestras reacciones químicas y biológicas internas o biorritmos circadianos. "Para la mujer es especialmente importante que su estado de ánimo sea óptimo y la relación de pareja esté estable", añade.
Su siguiente propuesta en esa búsqueda de una media horaria en la edad madura para intentar favorecer a ambos sexos y compensar sus diferentes biorritmos de deseo es negociar el sexo por la noche durante la semana. Su razón no es desdeñable. El orgasmo libera oxitocina en dosis suficiente para conciliar el sueño, favorecer la relación y aliviar el estrés de la jornada laboral. De este modo, reservaría el sexo matutino al fin de semana, cuando uno le puede dedicar más tiempo.
Al menos, en medio de tanta trifulca, los investigadores de Varsovia concluyen con la certeza de que, con el tiempo, los biorritmos de uno y otro aprenden a sincronizarse. A medida que cumplimos años se observa una preferencia muy marcada por la mañana. Más que una concesión femenina, los autores tienen en cuenta que la sexualidad de la mujer sigue un patrón menos biológico que el hombre y este va conociendo el modo más idóneo de despertar su libido. Madrugador, trasnochador o intermedio, "sea cual sea el momento del día y la compañía elegida para tener sexo, lo más importante es encontrar un espacio de conexión sin que falte la comunicación y dónde disfrutarlo juntos", resume Castro Liz. Es la mejor garantía de una relación romántica longeva.