Hay orgasmos de escándalo y orgasmos discretos. Los hay vaginales, clitorianos, mixtos, anales, cerebrales, múltiples… Unos son precoces, otros retrasados y a veces ausentes. Y, según acabamos de saber, también están los orgasmos malos. Es decir, en los que uno no acierta a tocar el cielo, sino que queda impasible, neutro. Ni fu ni fa. ¿Y cómo se puede entender esto siendo el orgasmo el punto culminante y de mayor satisfacción sexual?
Quienes han venido a perturbar nuestros esquemas son un grupo de investigadores estadounidenses que acaban de identificar los llamados orgasmos malos. En un estudio publicado en 'Archives of Sexual Behavior' ofrecen todos los detalles. Una de las causas que ellos exponen para explicar este indeseable desenlace en un encuentro sexual es la desgana con la que muchas parejas practican el sexo.
Es una falta de interés motivada porque, si bien son relaciones consentidas, existe algún modo de presión por parte de uno de los dos. Por ejemplo, por no entrar en una discusión o por satisfacer el deseo del que ha tenido la iniciativa. "Aceptas -dicen los investigadores-, pero el orgasmo no te va a provocar ningún placer porque no estabas realmente dispuesto".
Hablan también del mito del orgasmo. Está tan sobrevalorado que parece ineludible en un encuentro. "Sentirse obligado a alcanzarlo genera más estrés y otras sensaciones negativas muy diferentes al placer", dicen. "Cuando no hay una conexión mental, solo quieres llegar al clímax para poder terminar lo antes posible. No es placentero porque no estás mentalmente comprometido", relata en el informe una de las personas que ha participado en la investigación.
En total, 726 voluntarios de diferentes identidades sexuales y género han dado su particular opinión de lo que para ellos es un orgasmo malo. Algunos lo achacan a un problema de salud que está inhibiendo la posibilidad de disfrute sexual. Otro de los participantes ha descrito así uno de sus malos orgasmos: "No fue placentero. Sentía la fisiología del orgasmo, pero sin componente emocional o espiritual. Incluso fue doloroso. Era como si me faltase adrenalina para amortiguar la sensación física".
De todas las presiones posibles para practicar sexo con final orgásmico, la más poderosa es la que perciben las personas que actúan en contra de su orientación sexual o identidad de género. Uno de los participantes detalla que tuvo un orgasmo malo en una ocasión con una mujer que se acercó a él para seducirle. “Llevaba tiempo sin relaciones y me costó mantener la excitación. Ella comenzó a preguntar por qué no podía llegar y eso hizo mella en mi estado de ánimo. Finalmente hubo orgasmo, pero me hizo sentir más dolor que placer”.
Otra de las razones de por qué muchos encuentros acaban tan rematadamente mal sería un desajuste horario en la libido. Es decir, que uno quiera de día y otro de noche, por ejemplo, sin respetar el ritmo circadiano que rige nuestra vida. Curiosamente, la hora más habitual suele ser la peor posible. Es decir, entre las 21:00h y la 1:00h. de la madrugada. Según un estudio publicado en 'Frontiers and Psychology' por un equipo de la Universidad de Varsovia, bastante más de la mitad de las personas admitieron que no disfrutaban de un sexo bueno y excelente. Lo hacían por la costumbre, como una tarea cotidiana más. La noche es un momento en el que el cuerpo ya está agotado y necesita reponer fuerzas para el día siguiente. La sexualidad requiere mucho desgaste energético y lo ideal sería esperar al amanecer, cuando nuestras hormonas están en su nivel óptimo.
Este modo de llegar al clímax con tan pocas satisfacciones puede tener un impacto negativo en las relaciones, la sexualidad y la salud mental, según se desprende de este trabajo. En primer lugar, desata sentimientos de culpabilidad y vergüenza. Es como si vulnerásemos esa regla tan elemental como errónea que hace que orgasmo y placer sean indisolubles. “Hay una suposición generalizada de que esto es siempre así en las relaciones consentidas”, explica Sara Chadwick, profesora de la Universidad de Michigan y una de las autoras de este trabajo. Esta presunción fue la que levantó sus primeras sospechas animándole a seguir indagando. ¿Por qué nadie se había preguntado si el clímax podría ser negativo según qué circunstancias?
Damos por ciertas muchas cosas que en realidad no lo son y estos errores entorpecen la vida sexual de muchas parejas. Una buena parte de la población sigue sin creer, por ejemplo, que orgasmo y eyaculación no siempre van de la mano. Prakash Kothari, jefe de Medicina Sexual del Hospital King Edward Memorial, en Australia, lo expresa de una manera muy explícita: “El orgasmo sucede entre dos orejas y la eyaculación entre las dos piernas”. Incluso cuando no eyacula, el hombre puede experimentar el mismo placer, igual que puede eyacular sin sentirse satisfecho.
La conclusión final es que si antes nos preocupábamos de si nuestra pareja fingía o no en la cama, a partir de ahora sumaremos un quebradero de cabeza más: orgasmo hubo, ¿también placer? En la encuesta estadounidense, el 55% confesó que no, que el clímax no pasó de una simple respuesta física a una estimulación. Incluso en algún caso el momento resultó muy incómodo.
Suscríbete aquí y te compartiremos las mejores historias Uppers