¿Hay una ración de sexo óptima? Es una pregunta con la que psicólogos y sexólogos se devanan frecuentemente los sesos. Cada dos días sería algo aceptable y suficiente para conseguir una pareja unida y plenamente satisfecha. Una vez por semana bastaría para alcanzar un buen nivel de bienestar. Hay matrimonios que no practican nunca y viven con un punto razonable de felicidad. Las repuestas varían según la encuesta o estudio científico que tomemos. A juzgar por la literatura científica, más no implica siempre mejor, pero hemos encontrado esa excepción que confirma toda regla: una pareja que practica sexo a diario y dice ser feliz.
Desde el inicio de su relación, Carolina y Manuel, de 52 años, tuvieron una buena vida sexual, pero la edad empezaba a pasar factura. No parecían disfrutar demasiado y pasaban semanas sin que ni uno ni otro echaran de menos el sexo. Siguiendo el consejo de una compañera de trabajo, hace dos años Carolina decidió inscribirse en uno de los talleres de orgasmo femenino que organiza periódicamente la sexóloga Marina Castro i Leonarte en Barcelona. "Me lo planteó como una idea divertida y no pude resistir la curiosidad. El resultado fue fabuloso. Me sirvió para amar mi cuerpo, para aprender a despertar mi sensualidad y para ver que el orgasmo tiene muchas rutas. Son cosas que trasladé a mi pareja sin ningún esfuerzo".
Manuel se mostró encantado de iniciar una nueva etapa en su vida erótica. "Desde entonces -asegura Carolina-, salvo alguna pausa a causa de nuestros trabajos, practicamos a diario. No siempre hay penetración, a veces ni siquiera alcanzamos los dos el orgasmo, pero nunca faltan ganas de acariciarnos y de disfrutar de nuestros cuerpos. Sin duda, el sexo después de los 50 es el mejor de nuestras vidas".
Según advierten, su autoestima erótica después de 23 años de matrimonio ha alcanzado cuotas impensables. "Nunca habíamos dejado de amarnos y de gustarnos físicamente, pero el estrés, la apatía y la rutina nos superaban", se expresa Carolina. Lo que han ido descubriendo, a partir de este aprendizaje, es una nueva dimensión del placer sin obligaciones y muy centrada en las miradas, el cariño y el conocimiento de sus respectivos cuerpos. Esta frecuencia diaria les mantiene, además, en una excelente forma física. Y no solo por las calorías que quema el sexo. "El hecho de enfrentarnos cada día a nuestra desnudez nos anima a practicar ejercicio físico a menudo y a alimentarnos de una forma más saludable", explica.
Los beneficios del sexo frecuente están más que probados científicamente y esta pareja da buena fe de ello. Duermen mejor, previenen la depresión y cualquier malestar anímico, no tienen problemas cardiovasculares y su piel luce radiante, a pesar de la edad. "Disfrutamos de una salud excelente", resume Carolina. Son la mejor muestra de que el sexo libera endorfinas, actúa como analgésico natural, reduce el riesgo de cáncer de próstata y los problemas de incontinencia, aporta mayor flexibilidad, mejora las capacidades cognitivas, deja el sistema inmunitario como un roble y aleja muchas enfermedades y quebraderos de cabeza.
Los estudios son numerosos. Podemos mencionar uno de la Universidad de Queen, en Belfast, que encontró que hacer el amor tres veces por semana reduce las posibilidades de enfermedad cardiovascular. Otro de la Universidad Brigham Young dice que los hombres y mujeres sexualmente satisfechos sufren menos estrés y mantienen su presión arterial en niveles óptimos. Carolina y Manuel irradian un estado anímico que los científicos llaman 'afterglow', al comparar las 48 horas que siguen al sexo con esa especie de resplandor que se observa en el cielo después de cada puesta de sol. Cuando el sexo es abundante, el 'afterglow' podría quedarse en la pareja como una constante vital.
Resulta sorprendente hablar de sexo diario cuando los índices de sexualidad están en sus niveles más bajos. Es decir, no más de diez encuentros sexuales por año. Las razones son de sobra conocidas: el estrés, las preocupaciones, las prisas, el poco cuidado que nos reservamos para nosotros mismos o el mínimo interés erótico que nos despierta quien duerme a nuestro lado. Según una encuesta de la empresa Durex, el 25% de las parejas mayores de 50 ha dejado de tener sexo.
Para Carolina, uno de los principales errores es limitar la vida sexual a la penetración. "Cuando digo que practicamos sexo a diario no hablo solo de coito. A veces nos basta el simple contacto de nuestros cuerpos. La libido se mantiene alta y esto hace que unos días tengamos nuestras fantasías y otros simplemente nos limitemos al roce de la piel y al hecho de estar juntos. Mantener la ilusión debería ser el gran desafío de las parejas".
Tampoco cuentan el tiempo que le dedican. "Unas veces son tres minutos, otras, veinte. No se trata de agotar los cuerpos o de generar situaciones de estrés. Lo importante es disfrutar de ese momento, sin expectativas y sin metas". Admite, además, que no siempre surge espontáneo y de manera recíproca. El deseo sexual es un arte y requiere tiento. "Es importante buscar esos momentos de intimidad y alimentar el deseo a partir del beso, la imaginación, la ropa o las palabras. Todo ello te ayuda a conocer a tu pareja y a guiarle para que él también conozca tus gustos o disgustos (que también los hay)". Definitivamente, en el erotismo la comunicación es clave. El problema está en dejar que todo ocurra en la cama. "Lo principal es que nos aceptamos. Sin justificaciones o tontas inhibiciones. Cosas a las que antes dabas tanta importancia pasan a un segundo plano", concluye esta catalana.
¿Qué ocurriría si, igual que esta pareja, practicásemos el sexo todos los días? Sin duda, sería toda una prueba de fuego para la relación. Hay quienes se lo han planteado como un reto. Simplemente para ver qué sucede. La periodista Sam Millam, de Pop Sugar, hizo la prueba, pero se conformó con siete días consecutivos. Aun así, reconoce que acabó exhausta. El primer día aprendió que el sexo es divertido; el segundo, el horario les generó cierta discusión; el tercero, lograron mayor conexión; a partir del cuarto, se perdió toda espontaneidad y entendieron que necesitaban ser más creativos si querían encender la chispa. Ya el séptimo día concluyó que el sexo puede ser poderoso si uno aprende a defender lo que quiere y necesita en la intimidad.
También la bloguera Brittany Gibbons se planteó el sexo diario con su pareja como un experimento que duraría doce meses. El resultado lo contó en un artículo que publicó en el diario Huffington Post bajo el título 'Lo que ocurrió cuando hice el amor todos los días durante un año'. "Te obligas a hacerlo hasta que, de repente, te encanta", resume en uno de sus párrafos. Lo mejor es que le sirvió para sacudirse todos los complejos que le hacían tener una relación tormentosa con su cuerpo y con el mundo.