Basta echar un vistazo a la publicidad de cualquier medio para darnos cuenta de que en pleno siglo XXI aún vivimos en una sociedad hipersexualizada. Sin embargo, una franja de la población permanece completamente fría, a veces tibia, a los placeres de la carne. Son las personas asexuales, las que no necesitan el sexo (o no lo necesitan tanto) para tener una relación de pareja satisfactoria ni para su día a día. Quizá entiendes ahora porque no sientes la misma pulsión sexual que tu pareja o por qué el sexo no está entre tus prioridades. Tal vez tengas más de 50 y tu desinterés por el sexo no era una rareza, sino una condición más de tu personalidad. En cualquier caso, si no sabes de lo que estamos hablando, intentaremos explicarlo.
Es una orientación sexual más y no tiene nada que ver con la abstinencia. Al contrario que esta, no se elige. Puede definirse, simplemente, como una ausencia de atracción sexual por el otro, ya sea hombre o mujer. La carencia de sexo no se vive como algo patológico ni tiene que ser extrema.
Muchos ACES (acrónimo de personas asexuales) pueden sentir deseo sexual en algunos momentos, en determinadas circunstancias, pero para ellos la atracción tiene más que ver con lo emocional o lo intelectual. En su manera de vivir la seducción, el sexo no es lo primero; es la consecuencia de otros vínculos y no siempre es necesario para vivir en pareja. Por otra parte, vivir en pareja no se sacraliza. Los ACES hablan, de hecho, de parejocentrismo: la norma social que sitúa la pareja como tipo de vínculo principal y más deseable en las relaciones humanas.
Los alosexuales son aquellas personas que sienten atracción por el sexo, ya sean hetero, homo o plurisexuales. En el lado de la asexualidad, están las personas que no sienten ningún tipo de atracción sexual. Entre ambos estados, hay una inmensa zona integrada por los grisexuales, personas que pueden sentir atracción sexual poco intensa, poco frecuente o bajo circunstancias determinadas.
En la zona gris están todas esas personas que de manera recurrente no sienten el mismo nivel de atracción que sus parejas sexuales y las relaciones no terminan de satisfacerles. Pueden llegar, incluso, a evitarlas.
Un estudio realizado en la universidad de Brook (Ontario) afirma que el 3% de la población es asexual. Sin embargo, otros estudios sugieren que más del 40% estaría en la zona gris o serían personas grisexuales. Por otra parte, según el Censo de la comunidad asexual de España elaborado por ACES, antes de saber que eran asexuales, el 49% era de orientación heterosexual y el 34% bisexual o pansexual.
Esto significa que en muchas parejas la sexualidad es un motivo de discrepancia, ya que los miembros de la pareja pueden tener una relación asimétrica con el sexo y ahí es dónde empiezan los problemas. Como explica la psicóloga Lara Ferreiro, "en una pareja no hay conflicto si las dos partes tienen las mismas necesidades sexuales, sean muchas o pocas. Pero si uno de ellos necesita mucho sexo y no lo tiene en casa, va a buscarlo fuera. Y esa es uno de las principales causas de ruptura".
No. La asexualidad no es una patología ni requiere intervención médica. Pero los expertos advierten de que sí puede necesitarse alguna terapia psicológica si la persona asexual, por las circunstancias que sean, vive su condición con angustia o su pareja no es asexual. En ese caso, se impone conocer qué siente cada miembro de la pareja y qué acuerdos pueden llevarse a cabo para vivir en plenitud.
Pese a que hoy no se considera un trastorno mental, lo cierto es que hasta hace poco la asexualidad se ha vinculado con la patología. En 1980 se introduce por primera vez el Trastorno del Deseo Sexual Inhibido. En 1994, se habla del Trastorno del Deseo Sexual Hipoactivo. En paralelo, sexólogos como Masters y Johnson investigan sobre la manera de incrementar y satisfacer el deseo sexual y la industria farmacéutica trata de producir un fármaco que acreciente el deseo sexual femenino en la menopausia. No se concibe que el sexo no suscite interés, total o parcialmente, en alguna parte de la población sin que haya un trauma detrás o algún evento que necesite ser resuelto.
En 2013 se sigue hablando de trastorno, pero esta vez en clave binaria: falta de interés o excitación femenina e hipoactividad sexual en el varón. Gracias al activismo sexual, se consigue que en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales se diferencie entre los distintos casos de personas asexuales. La conclusión es clara: si te identificas como asexual y vives en armonía, no hay rastro de enfermedad.
Desde la Comunidad Asexual de España, organismo creado para dar visibilidad a este colectivo, comparten una serie de pautas para desmontar los mitos y prejuicios más asociados a esta identidad, que ya empieza a ser una comunidad relevante en España y otros países europeos, como Francia y Bélgica.
Entre los principales mitos que hay que evitar: