Según el mito germánico del doppelgänger, existen personas que tienen un 'doble fantasmagórico' o 'gemelo malvado' en cualquier otro lugar del mundo. Y desde la literatura ('El hombre duplicado', de Saramago) hasta las series de ciencia ficción que podemos ver en Netflix ('Curon'), la idea de una persona idéntica a nosotros pero con la que no estamos relacionados, ha ejercido desde siempre una poderosa fascinación.
Más allá de leyenda arcanas y mitologías varias, existen en el mundo personas que muestran un extraordinario parecido, aunque no haya entre ellas parentesco alguno. Con esa premisa, el fotógrafo canadiense François Brunelle lleva años buscando (y encontrando) personas prácticamente idénticas y sin relación entre sí.
Según se lee en su página web -en la que puede verse una muestra completa de su trabajo- Brunelle nació en Sherbrooke, Canadá, y "descubrió la fotografía a través de las obras de André de Dienes y Richard Avedon, dos fotógrafos que miran el mundo con gran sinceridad y autenticidad". Brunelle ha estado trabajando en este proyecto, al que ha llamado '¡No soy un doble!'.
Como suele ocurrir con los mitos, a menudo son deformaciones de hechos concretos -en ese caso la existencia real de personas muy parecidas- que tienen una explicación científica. Por ejemplo, en este caso, según investigadores del grupo del CIBERONC -del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras- "las personas extremadamente similares, pero sin relación de parentesco, comparten características genéricas: más concretamente en los genes encargados de la formación de los rasgos faciales, como la boca, la nariz o la barbilla. Esto explica, desde el punto de vista biológico, la aparición de “dobles” en lugares remotos, y podría ayudar a la identificación de personas a partir del material genético, lo que sería de gran interés en la medicina legal y forense".
Para los investigadores, que de hecho han utilizado el trabajo de Brunelle para ubicar y estudiar a esos dobles, "dado que actualmente la población humana es de 7.900 millones y está mucho más interconectada, cada vez es más probable que se produzcan y se conozcan estas repeticiones. Pero las similitudes van mucho más allá del rostro, tal y como apunta el Dr. Esteller: “fue curioso comprobar que el parecido de estas parejas de dobles no solo se ceñía a los rasgos faciales, sino que, además de afectar a otras propiedades físicas (altura y peso), también se extendía a ciertos rasgos del carácter y el comportamiento”. Entre estos, la educación o incluso el tabaquismo.
Brunelle lleva retratadas a unas 200 parejas de personas muy parecidas que ha ido encontrando en sus viajes por el mundo. De momento, es el único que realiza estas pesquisas... a menos que tenga un doble.