A simple vista podrías confundirla con una estancia de la Fortaleza de Soledad de Superman, aquel impresionante santuario de hielo en el que Christopher Reeve acudía a hablar con Marlon Brando en la película de 1978, pero en realidad se trata de la mayor cueva de cristal de Europa. Y se encuentra en España. Concretamente, en el pueblo de Pulpí, en Almería, y es un fenómeno cristalino natural que ha dejado maravillados a los científicos.
Una geoda es una cavidad dentro de una roca que está cubierta de cristales, y esta concretamente se encuentra en una mina de plata abandonada. Tiene ocho metros de ancho, dos metros de alto y otros dos de profundidad. Está tapizada por cristales de yeso, algunos con una longitud de casi dos metros.
La geóloga y coordinadora de la Geoda de Pulpí, Mila Carretero, explicó a la BBC que "cuando se trata de una geoda, por definición, este es el descubrimiento más grande jamás realizado". Su impresionante tamaño, las dimensiones de sus cristales, que no suelen encontrarse en otras geodas, su transparencia y la ausencia de imperfecciones la distinguen de otras muchas cuevas del mundo, haciendo de ella un prodigio de la naturaleza.
La cueva fue descubierta por unos mineros de la mina de plata Mina Rica, y estuvo activa desde 1873 hasta que el estallido de la Guerra Civil hizo que cayera en desuso y permaneciese olvidada durante décadas. El Grupo Mineralogista de Madrid redescubrió esta joya geológica en 1999. Fue entonces cuando se la denominó públicamente como Geoda de Pulpí.
Su formación todavía es un misterio. Los científicos siguen investigándolo, pero se cree que toda el área estuvo una vez bajo el agua. En cierto momento, la actividad volcánica fracturó las rocas sedimentarias y las llenó de fluidos calientes. Cuando los fluidos se enfriaron, los cristales comenzaron a formarse.
Tras las investigaciones, los geólogos descubrieron que la Geoda de Pulpí contiene anhidrita, un mineral que fecharon su formación hace 250 millones de años, durante la época de los dinosaurios. Sin embargo, no han podido determinar la edad de los cristales de yeso debido a que tienen pocas impurezas. Se estima que pudieron comenzar a formarse hace menos de 2 millones de años. Según Carretero, “cuanto más lento crece el cristal, más grande es su tamaño, y más perfecto es el cristal”.
La mina puede visitarse desde 2019, siguiendo una ruta de hora y media por las galerías principales, todo el tiempo a pie, aunque hay que tener especial cuidado, ya que la alteración de las condiciones puede perjudicar enormemente a la geoda. En todo momento se monitorea la temperatura, el dióxido de carbono y la humedad, para mantener así la seguridad de los cristales.
Según la web de la Geoda, las galerías son amplias, por lo que no hay que arrastrarse ni escalar, pero sí habrá que bajar “varios tramos de escaleras”. En total, hay que bajar y subir 164 escalones, aunque también hay un ascensor disponible para personas con dificultades de movilidad o enfermedades cardíacas o respiratorias. Visitar este espectacular fenómeno natural cuesta 22 euros para los adultos no residentes en Pulpí, y 10 ara los residentes. Y son muchos los turistas que visitan Pulpí solo para ver la Geoda.