Entre Inglaterra y Francia: las islas que desaparecen
Situadas en el Canal de la Mancha, entre Francia e Inglaterra, las islas Minquiers han sido escenario y objeto de enfrentamientos durante los últimos mil años
Solo pueden visitar con la marea baja; con la alta, son engullidas por el mar
Cuando los nazis ocuparon Jersey en 1945, un grupo de soldados alemanes permanecieron prestando sus servicios en las islas sin saber que la guerra había acabado.
Entre Francia y Gran Bretaña se ubican unas islas mínimas: las Minquiers, un enclave donde el enfrentamiento entre normandos, bretones y franceses han tenido lugar durante los últimos mil años. La isla más importante de este mini-archipiélago es Maîtresse, la única que parece albergar algún signo de civilización. Se trata de las islas más septentrionales de la frontera inglesa, a apenas 15 kilómetros al sur de las islas Jersey -una distancia similar a la del Estrecho-, a merced de una de las mareas más imponentes del mundo.
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Visibles solo con marea baja
Cuando está baja, las islas tienen una superficie de 16 kilómetros de largo por 11 de ancho, algo más grandes que la ciudad de Manchester. Cuando la marea está alta, seis horas más tarde, simplemente, desaparecen. Apenas unas pocas rocas sobresalen del mar. Esto hace que las Minkies, como son conocidas popularmente, emanen un aroma de soledad extraña, como una especie de Atlántida no reconocida, suspendidas entre el mar y la tierra.
Estas islas 'entre mundos' (el marino y el terrestre) han sido objeto de controversia a lo largo de los siglos. Hoy, están bajo la jurisdicción de Jersey, se autogestionan como parte del Reino Unido, sin llegar a pertenecer a él. Esa ambivalencia administrativa confiere al archipiélago una imagen casi fantasmagórica.
Decadencia en la isla principal
De hecho, Maîtresse parece un pueblo fantasma, con edificios deshabitados en plena decadencia. En la actualidad, unos pocos 'cottages' se usan como refugio de los pescadores, pero la mayoría pertenecen a algunas familias de Jersey que pasen un par de días cuando hace buen tiempo, algo no tan habitual en el Canal de la Mancha.
La isla no tiene residentes habituales, no hay hoteles ni turistas. Ante la perspectiva de ser engullidos por el mar, Maîtresse solo puede visitarse por horas, así que no hay negocio inmobiliario ni afán de tener propiedades en esta zona. Sin embargo, las invasiones a lo largo de los siglos dan cuenta de la importancia estratégica de las Minquiers.
Controlar la pesca
Según parece, quien controla estas islas controla la pesca y, durante los últimos 200 años, las aguas territoriales. Los arrecifes de coral funcionan como una barrera natural que impide el paso de las embarcaciones y favorece la explotación de los pescadores locales.
Las Minquiers fueron cedidas en 1360 a Eduardo III de Inglaterra por monjes franceses y fueron devueltas a Francia en la persona del rey Enrique V en 1413. Han sido refugio de piratas, delincuentes y proscritos de todo tipo, quienes se aprovecharon de su inaccesibilidad y del ritmo de las mareas para pasar de un lado a otro de la frontera.
Ocupación nazi
Cuando los nazis ocuparon Jersey en 1945 -lo más cerca que llegaron a Reino Unido- un grupo de soldados alemanes permanecieron prestando sus servicios en las islas, sin saber que la guerra había acabado.
Las islas Minquiers también han sido objeto de disputa entre Francia y Reino Unido hasta 1953, cuando la Corte de Justicia Internacional declaró la soberanía británica del archipiélago. Sin embargo, los conflictos no han cesado. En los últimos 40 años, las islas han sido 'invadidas' en varias ocasiones, una de ellas por los representantes del reino de Patagonia, un estado no reconocido declarado en el siglo XIX por el abogado francés Orélie-Antoine de Tounens.
¿Qué ofrecen las Minquiers?
La belleza del paraje es incontestable. Y más que efímera. Si pillamos el tiempo de marea baja, veremos una playa de arena dorada y perfecta donde podremos darnos un baño en medio de un mar único.
En verano, con el cielo azul y el sol en todo su esplendor, cuesta creer que ese paraíso haya sido escenario de ninguna batalla. Hoy por hoy, sin invasiones exóticas ni conflictos de soberanía, numerosas familias de Jersey pasan la mañana en la playa mientras unos cuantos yates de recreo, y no de guerra, cruzan el horizonte.