Naturaleza, aire libre, caminatas… ¿Qué puede haber que guste más a un perro? Mercé Jiménez, profesional de la comunicación, pensó en Futt, cuando se propuso emprender el Camino de Santiago sin más compañía que la de su perro. Ella y su pareja lo adoptaron en octubre de 2014 y, desde entonces, se ha convertido en un compañero de viaje más, con la peculiaridad de que ahora es él el que marca las condiciones de sus vacaciones.
La autora es también la fundadora de Turismo canino, una web especializada en viajes con perros para animar a las familias a recorrer el mundo con sus mascotas, por lo que no es extraño que su experiencia en el Camino resultase fantástica: "La recomiendo muchísimo. Es única para reforzar el vínculo con tu peludo en un entorno en el que me sentí segura. Además, encontré muchos momentos de socializar con otros peregrinos y conocer historias increíbles".
Después de culminarlo, ha compartido su aventura en 'Dog Trip', una guía que incluye el detalle de cada trayecto, establecimientos dog friendly, clínicas veterinarias y un montón de consejos en clave perruna para planificar, como ella hizo, el Camino de Santiago a conciencia. Las sugerencias:
La mejor época es el otoño y la primavera, cuando el clima es más agradable y es más fácil encontrar alojamiento. En caso de escoger el verano, aconseja tramos menos calurosos y caminos sombreados, como los de Navarra, El Bierzo (León) y Galicia.
Antes de partir, conviene hacerle una revisión veterinaria e informar al profesional de la aventura prevista. La duración de las etapas y los kilómetros diarios dependerán de la preparación y condiciones físicas, tanto del dueño como del perro. Se trata de que él también disfrute de la experiencia. Futt estaba acostumbrado a rutas de 20 kilómetros y fue la distancia diaria que Mercé marcó para las etapas.
Lo ideal es que tenga algo de costumbre viajera, ya que no todos los canes gestionan bien tanto cambio. Dormir en lugares diferentes, caminar tantos kilómetros durante varios días seguidos… El entrenamiento previo debería ser paulatino, aumentando su actividad cada día con caminatas más largas y juegos que ayuden a fortalecer sus músculos.
Cuando la compañía es canina, lo de ir ligero de equipaje se hace difícil. Necesitará arnés que le permita mover las articulaciones sin fricción, una correa larga, cartilla veterinaria, chapa identificativa, chubasquero, abrigo, bolsas, comedero y bebedero plegables, manta, crema solar canina, espray con agua y otros útiles que el animal necesite a diario.
Habrá que incluir, al menos, collar antiparasitario y pipeta (antes de iniciar el Camino), espray antigarrapatas, suero fisiológico, gasas estériles, yodo, pinzas, antiinflamatorios en pastillas, crema protectora para almohadillas y cortisona inyectable (en la dosis prescrita por el veterinario).
Mercé eligió el Camino Francés, el más popular entre los peregrinos, por ser el que más alojamientos ofrecía para pasar la noche con Futt. "Para mí era innegociable dormir en la misma habitación", dice. Aconseja informarse bien porque, sobre todo en el caso de algunos albergues, a menudo indican que admiten mascotas, pero llegado el momento se tienen que quedar en el jardín o en los garajes.
Aunque el Camino Francés parte de la localidad francesa de Saint Jean Pied de Port, Mercé y Futt lo hicieron desde Roncesvalles (Navarra). "Su paisaje es espectacular y muy salvaje, perfecto para empezar esta aventura". El primer destino fue Zubiri, a 21,4 kilómetros, un municipio en el que se puede pasar la noche en uno de los alojamientos que propone Mercé en su guía.
La siguiente etapa tuvo como punto de llegada Pamplona, a 20,4 kilómetros, una ciudad que bien vale un día de descanso para conocerla y disfrutar de su gastronomía en alguna de sus céntricas terrazas.
De Pamplona a Puente de la Reina, Estella, Sansol y Logroño. Mercé y Futt continuaron imparables. Entre unos tramos y otros, fueron encontrando pueblos preciosos, ermitas y otros edificios dignos de ser admirados. Su consejo es aprovechar los puestos ambulantes para comprar comida, puesto que no siempre es fácil encontrar un establecimiento, bar o restaurante que permita el acceso a animales.
Logroño es una ciudad que merece un alto en el camino para callejear y saborear su gastronomía. Dispone de muchos parques y zonas verdes donde los perros se pueden explayar. Desde aquí, las siguientes etapas fueron más suaves que las que dejaron atrás, con menos desniveles y campos llenos de viñedos. Una de las mayores dificultades es encontrar alojamientos dog friendly, por lo que conviene reservar con antelación.
De Logroño a Nájera y de Nájera a Santo Domingo de la Calzada y, por último, a Belorado, el Camino invita a pasar unas jornadas llenas de leyenda, historias y pensiones y albergues donde descansar sin separarte del perro.
Los caminos son más bien llanos y los pueblos están bastante separados. "Buen momento para encontrarte contigo mismo y reflexionar", sugiere Mercé. "A partir de El Ganso (León), las etapas tienen más desniveles y la vegetación es más abundante", pero no hay demasiada oferta de lugares dog friendly. La etapa comienza con una peculiar avenida de la fama en el Paseo del Ánimo, en Belorado (Burgos), un lugar donde deportistas, actores y peregrinos anónimos han ido dejando la huella de su mano.
Una vez en Burgos, Mercé aprovechó para visitar la catedral y Futt disfrutó lo suyo por el paseo fluvial del río Arlanzón. Las salidas de las ciudades suelen ser más pesadas para caminar con perro, pero en este caso, agradecieron las anchas y cómodas avenidas. Eso sí, el animal siempre debe ir atado.
Burgos, Hornillos del Camino, Castrojeriz, Boadilla del Camino, Carrión de los Condes o Terradillos de los Templarios. La aventura de Mercé continuó con estas y otras muchas etapas con caminos que parecían infinitos. Cada restaurante y alojamiento tiene su propia política de admisión. Siempre es mejor preguntar antes de llegar.
En León, un problemilla estomacal obligó a Futt a pasar por una clínica veterinaria. Con medicación, pienso especial y un par de días de descanso, reemprendieron el Camino rumbo a Galicia.
Las etapas gallegas son exigentes físicamente, según la autora, ya que hay bastante desnivel y pocas veces caminas en plano. Además, es fácil que llueva y la opción de terraza para comer es poco apetecible. En las aldeas del Camino es común que los perros corran a sus anchas y sientan curiosidad por saludar al tuyo, por lo que recomienda llevarlo atado.
En Sarriá empieza la cuenta atrás. Son 100 kilómetros que ella dividió en seis etapas para acortar la última y llegar a Santiago descansados. Los caminos están más concurridos y hay un ambiente más festivo por la proximidad del final. Abundan los alojamientos que admiten mascotas y algunos, según el tamaño del animal, en habitaciones privadas. De Melide a Salceda, un tramo repleto de eucaliptos y con un verde intenso, Mercé aconseja estar atento a las señales, "tanto a los mojones como a las que están pintadas en el suelo". Ellos se desorientaron en algún momento, pero un par de peregrinos les encauzó de nuevo.
Por fin, al llegar a Monte de Gozo, se divisa por primera vez Santiago de Compostela. Un camino de tierra más, un paseo por terreno urbano y el gran letrero donde los peregrinos cuelgan sus amuletos e inmortalizan el momento. En pocos minutos, llegó el momento que Mercé y Futt estaban esperando. "Al pasar bajo el Arco del Palacio, donde un músico toca la gaita, se ponen los pelos de punta".
Igual que la credencial del peregrino, el documento personal e intransferible que te acredita como peregrino, y la Compostela, que certifica que se han completado al menos 100 kilómetros a pie (o 200 en bicicleta), tu perro conseguirá su particular acreditación: la Perregrina. Se trata de la versión canina de la credencial humana y surgió por una iniciativa de la Asociación Protectora de Animales del Camino (APACA), cuyo objetivo es mejorar los servicios a los peregrinos.
El resumen de Mercé no puede ser más estimulante para imitar su hazaña: "Si haces balance de todo lo vivido, coincidirás conmigo en que lo que más ha merecido la pena ha sido compartir la aventura con tu perro. Os habréis hecho el mejor regalo: pasar tiempo juntos y disfrutarlo al máximo".