Este es el pueblo en el que se encuentra la reserva de plata más grande de España

  • El País de la Plata es un espacio para recordar y comprender la historia de Hiendelaencina

  • Allí se abrieron más de 100 minas que algunos años produjeron el 60% de la plata nacional: entre 1854-59 por valor de 5 millones de reales

  • Este es el pueblo con el nombre más corto de España

Cuando se habla de explotaciones mineras en España, la gran mayoría piensa en el norte peninsular. Más concretamente, en Asturias y León. Allí se encuentran los ejemplos más conocidos de esta actividad. Sin embargo, hay otros muchos emplazamientos en los que se desarrolló esta industria. Un ejemplo es Guadalajara. La provincia también tuvo minas.

Hiendelaencina es una de esas localidades. Hasta bien entrado el siglo XX funcionaron en sus cercanías unas explotaciones de gran relevancia. Fueron las minas de plata más importantes de España, extrayéndose más de 500 toneladas de este metal en menos de 150 años.

En consecuencia, esta riqueza dejó una huella imborrable en el municipio. Sus amplias plazas y calles –de un tamaño no muy común en los pueblos de la zona– hablan de la relevancia que tuvo el lugar, en el que vivieron centenares de personas. Muchos de estos ciudadanos trabajaron directamente en la industria extractiva o en iniciativas relacionadas con ella.

'El País de la Plata'

Hiendelaencina se halla en el extremo nororiental del Sistema Central, en su punto de encuentro con la cordillera Ibérica. Enclavada en el Parque Natural de la Sierra Norte de Guadalajara, en sus cercanías se encuentran el hayedo de Tejera Negra (el más meridional de la península Ibérica), cadenas montañosas como la sierra de Ayllón y diversas reservas fluviales y de caza, como la de los ríos Pelagallinas y Sonsaz. En suma, una pequeña aldea rodeada de un agradable entorno natural.

Se llegó a producir el 60% de la plata que se extraía en España entre 1854 y 1859, por valor de cinco millones de reales. El auge de esta industria conllevó un fuerte aumento poblacional y Hiendelaencina creció hasta los 5.000 habitantes. Y una inactividad de décadas rebajó su demografía a menos de dos centenares.

A menos de 125 km por carretera de Madrid y afectada de despoblación como toda la región, Hiendelaencina busca ahora reivindicar el hecho de albergar las minas de plata más grandes de España y transformarlo en reclamo turístico hacia 2025. Para esto, su Ayuntamiento cuenta con un presupuesto de 2,3 millones de euros para acondicionar galerías y pozos de cara a las futuras visitas, previa aprobación de los correspondientes estudios de viabilidad e impacto medioambiental.

La localidad cuenta con un Centro de Interpretación de la Minería de la Plata, un espacio para recordar y comprender la historia de Hiendelaencina, una pequeña aldea de no más de "200 almas", sacudida por el descubrimiento en 1844 de su rico subsuelo por D. Pedro Esteban Górriz. Agrimensor y aficionado a la geología convenció a sus amigos para crear y explotar la primera sociedad minera "Santa Cecilia" y cuyos magníficos resultados dieron lugar a una "fiebre de la plata", con la denuncia de más de 200 sociedades y la apertura de un sin número de pozos de nombres tan evocadores como la "Mala Noche", la "Fuerza", "la Verdad de los Artistas", "Nochebuena"...

Fue el inicio de una transformación tanto económica como humana y urbanística. Sin embargo, las esperanzas de bonanza se vieron mermadas por la falta de planificación y por la irregularidad del yacimiento. Después de varios altibajos en la producción durante un siglo y tras unos pocos años de aprovechamiento de las escombreras ya en los años 1980, las minas de Hiendelaencina cerraron definitivamente.

El centro de interpretación de la minería de la plata es el punto de partida de las rutas y parada obligada para entender la transformación de este pueblo serrano tan peculiar.

Varias rutas marcadas permiten descubrir un paisaje modificado por el hombre: no sólo antiguas minas, malacates, presas y centrales eléctricas de la época de la explotación de la plata en el curso del río Bornova o las dos partes del pueblo, sino también tainas para el ganado, hincaderas para cerrar los prados…. y disfrutar de unos parajes maravillosos acompañados por el cantar de los pájaros, el murmullo de las hojas de los árboles y el olor a tomillo o cantueso.